El Gobierno 'maquilla' calles de La Habana para Kerry y el Papa
'¿Qué van a hacer con la gente que vive aquí? ¿nos pintarán también?', pregunta un vecino de Reina.
Edificios en la calle Reina, La Habana.
La escuela primaria República de Colombia (der), pintada pero sin techo. (MMP)
Las fachadas de la calle Reina están siendo pintadas para la visita de John F. Kerry, el Papa "o los dignatarios que en un futuro visitarán la Asamblea con sede en el Capitolio", repite en el mismo tono del noticiero un hombre que pasa la borrachera en un portal, frente al parque de El Curita.
"No, no, la estamos pintando, no restaurando", dice uno de los trabajadores de la ECAL–8, empresa estatal que está asumiendo, junto a contratistas particulares, el acicalado de las fachadas de la calle Reina. Y vale la aclaración porque, como el remozamiento está siendo aleatorio, aún no se percibe la diferencia entre un antes y un después.
Reina es una de las calles de mayor circulación de la ciudad. Por Reina se va al Barrio chino, a la Plaza de Carlos III, al Cerro, al Vedado, a Boyeros.
"Reina es la misma locura de siempre. Cualquiera que la haya visto hace más de cincuenta años pensará que no ha pasado el tiempo. Claro, menos por los derrumbes y el churre", dice Silvia Hernández, una mujer de 75 años, que creció en el barrio, viendo películas en el cine Cuba y asistiendo a misa en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, "hasta que se pudo, porque después nos lo prohibieron, ¿sabes? Y ahora están pintando la calle porque viene otro Papa".
"Por cuánto iba a haber orine en las columnas o gente escupiendo dondequiera. Oye, que no se puede caminar por la acera porque, entre lo malas que están y lo que tiran de los balcones, no se llega viva", lamenta.
Silvia cree que la culpa la tiene la gente. Pero hay quienes responsabilizan al Gobierno de todo.
"Es una cadena compuesta por la desidia del Estado, por la pobreza tan grande que tenemos, por las pocas opciones, porque la gente se obstina y le empieza a dar lo mismo cualquier cosa", dice Dennis que una vez fue ingeniero, pero se dio cuenta de que "lo de los celulares da más".
"Mi suegra me tiene como loca porque quiere de todas formas que contratemos a uno de los albañiles que están pintando la fachada para que nos arregle la cocina. Y eso es posible, claro, si tuviera el dinero", comenta Alicia, estudiante de Derecho a distancia. "Y lo que me dan ganas de gritarle es que el Gobierno es el que debiera asumir los arreglos de la casa".
"Si nosotros vivimos aquí en calidad de usufructo y el Gobierno es el dueño de la casa y puede hacer con ella lo que quiera, ¿no se supone que deba tener un mínimo de obligaciones para con su propiedad?", razona. "La casa no se nos ha caído encima porque Dios es muy grande".
Sin techo, pero pintado
Los albañiles y pintores privados pueden asumir otros trabajos. Sin embargo los que trabajan bajo las órdenes de la ECAL se muestran reservados ante propuestas "extra".
"A nosotros nos paga la empresa y pintamos aquí o allá según nos vayan diciendo en restauración. ¿Qué vamos a hacer con aquello?", pregunta un trabajador señalando un edificio del que solo quedan las columnas. "Eso no lo decidimos nosotros, pero me imagino que pintarlo y ya".
Hay gente que se alegra de la pintura de la fachada. A otros les da lo mismo y a algunos les parece una "mierda" lo que se está haciendo.
Al Hogar de Ancianos A. Gómez Gendra no solo le pintaron la fachada, sino que mejoraron su estado constructivo. "Aquí solo falta que reparen la cocina", dice la recepcionista. "La verdad es que esto estaba deprimente".
El mercado de Reina y Chávez "sigue siendo lo mismo, un lugar asqueroso donde no nos queda más remedio que comprar la carne mosquea que, de paso, lo han mal pintado por fuera", se queja un vecino indignado.
La escuela primaria República de Colombia, situada en Reina y Escobar, está sin techo, pero pintada de marrón y beige. No se sabe si será reparada.
"Es una honda como que tenemos que estar agazapados para que los visitantes no nos vean", dice Baby, también vecina de la calle Reina. "Imagínate que no puede haber ni siquiera motos parqueadas en el portal".
"De verdad ellos se creen que van a engañar a Kerry, al Papa o a los presidentes cuando vengan de visita y vayan a la Asamblea en el Capitolio", continúa el vecino indignado. "Aquí pecamos siempre de lo mismo. Nosotros somos los vivos y los que vienen de afuera son bobos. ¿Les vendarán los ojos para que no vean las entrecalles? ¿qué van a hacer con la gente que vive aquí? ¿nos pintarán también?".
'Orden' en los negocios
Lo que antes fueran relojerías, tintorerías, joyerías famosas ahora son espacios rentados a cuentapropistas para reparar lavadoras, radios y televisores viejos; o para vender celulares o remendar zapatos. Algunos bares antiguos se han convertido en agromercados donde la tierra colorada mancha pisos y paredes sin discriminación.
En Reina hay yerberos y tiendas de ropa para quienes se hagan santo. Gente que vende cualquier cosa: hebillas de pelo, medicinas, almohadillas sanitarias, jabón, soga de yute, botas de agua, tacones y aguacate. Hay negocios de discos pirateados donde además te llenan la memory flash. Un lugar para la artesanía y otro para practicar artes marciales.
Pero todo de la puerta para adentro. A esos negocios aún no les han dicho nada sobre cuál será su destino. Sin embargo, a las cafeterías que la gente había acondicionado desde sus ventanas les han puesto fecha límite.
"Y ahora sacaron una resolución que dicen ellos que existía ya, y que prohíbe utilizar las ventanas como mostradores", cuenta Susana, vendedora de helado de la calle Reina. La realidad que esto es una imposición más, como sucedió con la gente de los catres", añade refiriéndose a cuentapropistas que usaban los portales de la calle Reina para comercializar sus productos.
"Te dan un ultimátum, lo que significa que al día siguiente no puedes vender más", dice una vendedora que ha logrado escabullirse, por el momento, de los inspectores. "Pasan a cualquier hora y puede ser cualquiera. Pero todavía a mí no me ha tocado. No hemos coincidido", señala.
Los inspectores ya han hecho su trabajo en las calles Zanja y Monte.
"A mí no me parece tan mal que pinten", opina Octavio. La medida lo favorece porque su negocio es de puerta para adentro. "Las ruinas pintadas tienen su encanto también. Lo que pasa es que la gente es muy mal agradecida".
Calle Obispo de La Habana