Dos repúblicas, dos tiempos
¿Por qué la república de 1902 iba en tren, y la actual va a pie?
Un tanque ocupado por los rebeldes camina bajo los anuncios de negocios (foto tomada de taringa.net)
Rafael Alcides | La Habana | Publicado en Cubanet
Con la reanudación de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, es ahora un buen momento para detenerse a comparar, con lo que tenemos en esta, lo que nos dejó aquella república de 1902, fundada por Máximo Gómez y todos los de la histórica foto en el Morro izando la bandera cubana en una mañana de clamores y tristezas.
Cuando cuatro años antes el ejército español recoge sus andariveles de la guerra y se marcha, después de cuatrocientos años de coloniaje, deja a la Isla alumbrándose con velas de cera, o con carburo, acetileno, kerosén. La república, sin embargo, sin conjuros ni nada por el estilo, sólo con los estímulos que suele obrar la libertad de empresa, logra enseguida ver sus ciudades alumbradas con electricidad.
No obstante las guerritas que le saldrán al paso, seguirá adelante al ritmo del progreso de su tiempo en todo el mundo. Conocerá la debacle económica de las “vacas flacas”, y la mundial de los años ’29 y ’30, pero se recuperará. Por cierto, que es en los años de “la quiebra del 29″ cuando completa la construcción del Capitolio Nacional y de la entonces monumental Carretera Central que une la Isla de extremo a extremo.
En lo económico, arrancó en cero. La tea libertadora había convertido en cenizas ingenios y cañaverales. Pero en veinte años levantó la gran riqueza que en el ’21 devastaría, más que la repentina caída de los precios del azúcar, la Ley de Liquidación Bancaria sugerida por Washington y aceptada por un presidente obediente.
No obstante haber conocido dos grandes, tortuosas dictaduras, y haber nacido y vivido durante más de tres décadas luciendo la onerosa coyunda que ya sabemos, cuando en el ’58 colapsa, había vuelto a ser dueña de la mayor parte de los bienes nacionales en tierras, banca, industria azucarera, comercio y otros renglones industriales importantes.
Siempre al ritmo de su tiempo, fue el segundo país en el continente en introducir la televisión; en materia de prensa y técnicas de publicidad se tuteaba con Estados Unidos, su música viajaba por el mundo a bandera desplegada, destacaron sus pintores y sus grandes poetas y narradores de hoy ya existían entonces.
Pareciera cosa de brujería, pero no menos del ochenta por cierto de las viviendas y edificaciones que hoy vemos en el país, acueductos y hospitales incluidos, fueron construidos en los cincuenta y seis años de aquella zarandeada república.
Pudo ser tiempo, honradez administrativa y justicia social lo que le faltó para realizarse. Tenía todavía pendiente el millón de analfabetos, cuya desaparición en menos de un año se ha acreditado la nueva república sin tener en cuenta que eso ha sido, sobre todo, la hazaña de un pueblo. La nueva república puso la convocatoria entusiasta, el material escolar y el transporte, pero el resto, es decir lo más importante, lo pusieron los padres y madres que autorizaron a sus hijos a formar en aquel ejército de cien mil niños de ambos sexos, de once años en adelante, que hasta donde “el diablo dio voces y nadie lo oyó” iría a enseñar con cartilla y farol; así como lo pusieron las humildes familias que albergaron a aquellos niños mitológicos, a cambio de ser alfabetizadas.
La actual república ha añadido a la anterior su ingeniosa continuidad, con parlamento y elecciones presidenciales, pero en ella durante casi medio siglo el hombre al mando no cedió sino hasta hace poco, cuando por razones de salud la dejó al cuidado de su hermano y ministro de las Fuerzas Armadas.
La república sustituta ha graduado gratis a un millón de universitarios que alquila o están en Miami; o que, por no tener trabajo, “bisnean” o viven soñando llegar a México y pasar la frontera. También ha reducido la mortandad infantil y se ocupa de sus enfermos sin cobrarles. Fuera de esto, y de reprimir, ¿qué más ha hecho? Porque ya ni produce sus alimentos.
La de antes tenía desempleo y falta de viviendas, la de ahora también. Es cierto que sobre esta pesa “el Bloqueo” que sabemos, pero durante treinta años vivió a toda leche, amancebadita ahí con la Unión Soviética.
Y en treinta años, como demostró la primera república, se pueden hacer muchas cosas. Y en menos. Europa misma, la Europa que ocuparan los nazis, ya era Europa de nuevo, y Japón ya era Japón no obstante lo de Hiroshima y Nagasaki, cuando en 1959 surgió la república del Comandante. O sea, a catorce años de terminada la Segunda Guerra Mundial.
Cuando en 1958 la República colapsó, tenía cincuenta y seis años de edad. Igual número de años cumplirá en diciembre la que, para sustituirla, crearan en 1959 los rebeldes.