Fidel Castro cumplió 89 años este jueves y a nadie le extraña su longevidad –pese a la grave enfermedad intestinal que le obligó a entregar el poder a su hermano Raúl en 2006– por la placentera y cuidada vida que disfruta en el espectacular entorno de Siboney, su lugar de residencia en La Habana.
El líder de la revolución cubana dedica sus días al columnismo político, al estudio de cultivos milagrosos que resuelvan los problemas de producción del país y –de paso– del mundo entero, a recibir visitas ilustres, navegar por internet en sus horas de insomnio, gozar de losmejores tratamientos médicos de la isla y alimentarse con productos cultivados solo para él. Su exguardaespaldas, Juan Reinaldo Sánchez, explicó en un libro que Castro posee una fábrica que produce quesos, yogures y helados para su consumo exclusivo.
En Cuba aseguran que del día a día del régimen se ocupa Raúl Castroy su entorno militar, aunque le consultan las decisiones más trascendentales para el país, como el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos.
Las alarmas se disparan cuando llegan semanas de silencio epistolarFidel Castro, mientras tanto, puede dedicarse al columnismo político y «científico». A veces escribe textos cortos, y en otras ocasiones largos, como los discursos de antaño. A veces son más frecuentes, luego llegan semanas de silencio epistolar y las alarmas se disparan.
En su artículo de este jueves, titulado «La realidad y los sueños», el exmandatario reclamaba a EE.UU. indemnizaciones millonarias por los daños que ha causado su política hacia Cuba. Un texto para recibir este viernes en La Habana al jefe de la diplomacia estadounidense, John Kerry.
Pero uno de los artículos que tuvo mayor repercusión mundial fue el que dedicó al cultivo de la cultivo de la «moringa y la morera», publicado en Cubadebate el 17 de junio de 2012. En una «reflexión» de cinco líneas, Castro aseguraba que en el país «están las condiciones creadas» para el cultivo «masivo» de «moringa oleífera y morera», «fuentes inagotables de carne, huevo y leche», así como de «fibras de seda».
En chándal El casi nonagenario Fidel Castro recibe además a líderes extranjeros en el salón color lila de su casa, generalmente con la compañía de su segunda mujer, Dalia Soto del Valle. Nicolás Maduro –a quien aconseja a menudo– y François Hollande han sido algunas de las últimas visitas. De vez en cuando aparece fotografiado con gremios cubanos, como el de los maestros queseros, o con oficiales y civiles del Ministerio del Interior y las Fuerzas Armadas, como el pasado julio. Casi siempre viste chándal o una camisa de cuadros. Cómodo, placentero.