JAMES DEAN Y SAL MINEO: UNA PAREJA DE PELÍCULA
Entre los dúos masculinos del cine clásico hay uno que aún despierta pasiones con el paso del tiempo. En los años cincuenta James Dean y Sal Mineo protagonizaron una de las relaciones afectivas más singulares creadas por la factoría de Hollywood. ¿Pudo aquel vínculo haber sobrepasado los límites de la ficción? Probablemente sí, aunque nunca lo sabremos con seguridad.
Que James Dean es un mito, como lo es Marilyn, resulta innegable. Morir trágicamente a los 24 años, cuando la carrera de uno está en su apogeo, bastaría para convertirlo en leyenda. Pero Dean, además, supo dar vida a una nueva tipología masculina, que caló hondo en la juventud americana de aquella época. Para ser sinceros, antes de marcharse de nuestro lado, su nombre ya brillaba con luz intensa en el parnaso de las estrellas.
Dando por sentado su indiscutible talento y esa extraordinaria fotogenia que lucía ante las cámaras, lo que en realidad consagró a Dean fue su capacidad de dar vida a un nuevo ídolo juvenil. Fueron las chicas y, sobre todo, los gays quienes lo convirtieron en su actor-fetiche favorito. Atraído por la notoria ambigüedad de Jimmy, al público homosexual no le pasó desapercibida la tensión erótica latente en algunas escenas, como las rodadas junto a Platón (Sal Mineo) en ‘Rebelde sin causa’.
Don’t ask, don’t tell
La meca del cine no ha parado de echar tierra sobre sus actores y actrices ante el menor indicio de homosexualidad. Dentro de Hollywood, las estrellas habitan un paraíso heterosexual y, si alguna muestra ciertas frivolidades hacia personas de su mismo sexo, se le casa a ser posible y en paz. Así se ha venido haciendo hasta ahora y, al parecer, continúa haciéndose: una rápida boda-tapadera es la mejor forma de devolverles a la ‘normalidad’.
Para los grandes estudios de cine, ningún actor era abiertamente homosexual. Que Errol Flynn y Cary Grant se volvieran locos por un par de pantalones no era motivo suficiente para demostrarlo. Tampoco podía consentirse que galanes de la talla de Rock Hudson siguieran los pasos de directores como Billy Wilder o George Cukor. Por eso, a nadie le extraña que la ambigüedad sexual de James Dean o la abierta homosexualidad de Sal Mineo fueran encubiertas por la Warner.
Rebelde para comérselo
En el año 1955 se estrenaba ‘Rebelde sin causa’, un filme sobre la problemática intergeneracional. Sus ecos llegaron con dos años de retraso a aquella España que tímidamente empezaba a desperezar. La imagen de un Jimmy lánguido, solitario y melancólico caló muy hondo en muchos jóvenes españoles, alterando los patrones de la moda y la estética masculinas. El uso conjunto de camiseta blanca, tejano y chupa de cuero dio paso a una imagen hasta entonces desconocida en el vestir y la pose de muchos chicos.
James Byron Dean había nacido el 8 de febrero de 1931 en Marion, Indiana. Hijo de protésico dental y ama de casa, vivió en la granja de sus tíos tras la temprana muerte de su madre. Estudió arte dramático y debutó en Broadway, lo que le valió para hacer algunos papeles en televisión y publicidad.
Un corto metraje
Sus primeros trabajos culminaron con el estreno de dos éxitos como protagonista: ‘Al este del Edén’, de John Steinbeck (1955), y ‘Rebelde sin causa’ de Nicholas Ray (1955). Aprovechando el tirón, protagonizó un año después ‘Gigante’, de George Stevens, acompañado nada menos que por Liz Tylor y Rock Hudson. Antes, ya había intervenido de figurante en ‘Fixed Bayonets’ (1951), ‘Sailor beware’ (1951), ‘Has anybody seen my gal?’ (1952) y ‘Trouble along the way’ (1953). Igualmente protagonizó una treintena de series para televisión y alguna obra de teatro.
Mucho se ha hablado de su vida sentimental, aunque es poco lo que se conoce de ella. Pese a la relación que mantuvo con la actriz Pier Angeli, su ambigüedad sexual estaba en boca de todos. Se sabe que Dean llegó a experimentar con otros hombres en la cama, como al parecer hizo con su íntimo amigo el productor Rogers Brackett y William Bast, su antiguo compañero de habitación en el colegio y también amigo. El mismo Jimmy alimentaba esta imagen, como sucedió en una entrevista en la que le preguntaron si era gay y tuvo la ocurrencia de responder: “Bueno, no voy andando todo el día con una mano pegada al trasero…” Para muchos lo ambiguo de personaje y actor le añadía un atractivo aún mayor si cabe.
Amor platónico
Que a Platón (Sal Mineo) le atraían los hombres se veía venir desde el inicio de ‘Rebelde…’. Y si no, ¿a qué venía la foto de Cary Grant guardada en su taquilla?. También saltaba a la vista que bebía los vientos por su compañero Jim Stark (James Dean), por más que los censores intentaran enmascararlo bajo una relación que aparentaba suplir la carencia afectiva del menor. El público gay, en cambio, lo detectó al primer impulso. A muy pocos pasó desapercibida la forma en que Platón se comportaba con su amigo, las miradas, los gestos y hasta un beso que se llegaron a dar los dos en una escena eliminada por la censura. Muchos nos sentimos identificados con aquel jovencito de aspecto latino, y envidiábamos su privilegiada proximidad junto al rubio actor. Además, por primera vez un adolescente gay no era caricaturizado en la pantalla.
Lo que no todos sabían es que Salvatore Mineo Jr. amaba en silencio a James Dean. De esta fascinación fue consciente el propio Nicholas Ray, quien la aprovechó para dar mayor intensidad a la cinta. Cuando su biógrafo Paul Jeffers le preguntó si se había acostado con Jimmy, Sal contestó: “De habérmelo pedido, habría ocurrido al momento”, añadiendo: “Si hubiera comprendido entonces que un chico podía enamorarse de otro…, pero no lo comprendí hasta años después, cuando ya era demasiado tarde para Jimmy y para mí”.
Las tetillas de Mineo
La muerte de Dean afectó profundamente a Sal. Con los años el enamoradizo adolescente se había convertido en galán con cuerpo de chulazo latino, lo que le vino de perlas para los papeles de sus nuevas películas. Tras el éxito de ‘Rebelde…’ participó en ‘Marcado por el odio’ (1956), ‘Gigante’ (1956) y ‘Éxodo’ (1960). También lució palmito haciendo de indio en dos ocasiones y actuando en una escabrosa obra teatral, titulada ‘Fortune and men’s eyes’.
Terenci Moix dejó impresas las más ardientes muestras de admiración hacia Sal de que tenemos noticia. Lo compara con un mártir gay y pondera el desarrollo de su torso, “que ya lo querrían los chicos del yogur famoso”, y sus tetillas, que en su opinión “dieron todo su sentido al ‘warnercolor’”. Terenci confiesa cómo de joven intentaba parecerse a Mineo. Su fetichismo llegó al punto de exhibir en su funeral una chapa del actor prendida en el pecho. Lo definió como “picantón, lindo como un bibelot y muy pinturero si hacía de rockerillo universitario”.
The end
Dean y Mineo tuvieron en común un final trágico. Jimmy no pudo escapar a la fatalidad del asfalto, aunque en ‘Rebelde…’ lograra salir ileso en la famosa escena del ‘gallinero’ del acantilado. El 30 de septiembre de 1955 el rubio galán se estrelló cerca de San Francisco con su ‘Little bastard’, un Porsche 550 Spyder que acababa de comprarse. Tenía tan sólo 24 años.
La muerte de Sal fue tan repentina como dramática, más propia de un violento thriller. Nacido en 1939 en el Bronx neoyorquino, fue hallado sin vida en el garaje de su casa un 12 de febrero de 1976, apuñalado por un repartidor de pizza, uno de tantos delincuentes juveniles que el actor solía emular en sus películas. Aún no había cumplido los 38 años.
Nos queda la duda de saber si en una sociedad menos falsa e hipócrita, como la de los años cincuenta, la relación afectiva entre Jimmy y Sal habría llegado a tener otro final. Aunque la ucronía no es nuestro fuerte, estamos casi seguros de que hoy día probablemente los dos actores habrían llegado a algo más que una fuerte amistad. Pero esto es algo que no importa a estas alturas. Decididamente preferimos quedarnos con aquel par de chicos tan singulares, con su forma de andar, de vestir, de mirar y enamorarnos desde la pantalla.