El Papa no es ni Dios ni cubano
Crónica de una jornada intensa para muchos cubanos en la Plaza de la Revolución.
Misa del Papa, el 20 de septiembre de 2015. (A.S.)
"Cuando vino Juan Pablo la gente tenía más necesidad de creer en algo", dice Miguel Lázaro, vecino de la plaza. Él nota las diferencias entre las visitas papales a través de la reacción de la gente. "En los 90 había una crisis de fe por la necesidad y por tantos años de religiosidad escondida. Así que no sé de dónde sacan los 80 años de relaciones ininterrumpidas con el Vaticano. Queríamos esperanza y el derecho a no esconder los sagrados corazones ni las vírgenes. De Benedicto ni nos enteramos. Pero de Francisco esperamos hechos concretos y a la vez, nada."
Tres días antes ya la gente andaba preocupada. Mary, chofer de Cubataxi, se preguntaba cómo recogería a un cliente del aeropuerto el mismo domingo. "Pasaron los vuelos de la terminal 1 para la 5, pero así y todo no se qué haré porque Boyeros estará cerrado".
El control sobre los boteros aumentó considerablemente. "El gardeo es tremendo. No nos dejan en paz tratando de que haya menos almendrones en la calle", cuenta un taxista de la ruta Víbora- Habana. Lo mismo aseguran otros choferes de la ruta Alamar-Habana.
El dependiente del DiTú de Vía Blanca y Primelles dice que "este Papa es la candela, pero yo no sé por qué se detiene la ciudad, si ya los tiempos de matar Papas y presidentes pasaron". En el Cuerpo de Guardia de la clínica veterinaria están de acuerdo con él. "Ni que fuera a venir Dios", comentan quienes esperan, preocupados por no poder llevar a sus mascotas a tiempo para los tratamientos.
Para Miguel Lázaro, lo peor de la misa fue la frase "quien no vive para servir no sirve para vivir", porque la encuentra excluyente. Asimismo, no se explica cómo los periódicos oficiales han promovido algunos temas que implican vetar libertades sociales como algo positivo. Un grupo de turistas mexicanos, a la salida de la plaza de la Revolución se cuestionan la política del Papa hacia el matrimonio gay. "¿Y si no me quiero casar por lo civil? ¿Dónde queda mi derecho a casarme según mi fe? ¿Es que no somos también hijos de Dios?".
Una monja misionera polaca, que apenas hablaba español decidió que era un buen día para conocer la ciudad y a su gente. Justo hoy que, cuando a las 9 y 35 de la mañana, detenían a un grupo de cinco opositores que iban a participar de la misa, la gente comentaba: "Estos siempre están en lo mismo"; una mujer vestida de rojo reía a carcajadas mientras contaba cómo le habían dado golpes a la Dama de Blanco, otros pasaban como si no estuviera sucediendo nada, y se destaparan de la nada un ejército de policías vestidos de civil para "atajar" cualquier otra reacción.
"Los comunistas no aguantaron la misa entera", sigue contando Miguel Lázaro, que no se ha perdido detalle: "No había empezado la misa y ya estaban desfilando 20 de mayo abajo. Muy preocupados porque nada más había un quiosco vendiendo galleticas dulces".
"Mijo, no. Si ese tipo acaba de empezar a hablar ahora mismo", dice un hombre que se queja porque tuvo que parquear el carro demasiado lejos.
"El Papa vino a coger su tajá de la historia. Fíjate que de aquí va pal Yuma", analiza un desconocido en una esquina.
La movilización estatal comenzó a partir de las 10 de la noche. Cada ómnibus del Centro Félix Varela desde la noche anterior, tenía asignado a cinco miembros del partido. Un policía en la esquina del Estadio Latinoamericano, que debía estar apostado, dijo desde el muro que encontró para descansar: "Llevo tantas horas aquí que ya no me queda ni cuerpo ni alma".
Un grupo de jóvenes se divertía, con mucha discreción, identificando a los policías entre los fieles: "Tú ves a ese que esta allí, ese es policía: pullover de raya y el manos libre prendido a la oreja. Ese de allá es un funcionario, se ve que no cree en nada".
Apenas empezaba la misa y ya había gente sentada en los ómnibus esperando el regreso. Algunos que parecían realmente creyentes aprovecharon la salida para comprar en el agromercado más cercano algunas viandas.
Una pareja buscaba desesperada la guaguas que los llevaría de regreso a Bauta.
Aunque no había transporte para los que decidieron no ir a la misa, las tiendas abrieron en sus horarios habituales. Una dependienta del mercado de Carlos III narra como "por poco no llega temprano" al trabajo: "He estado toda la mañana recostada al mostrador sin vender nada, pero aunque fuera creyente y hubiera estado interesada en ir a misa no hubiera podido porque esta gente no cree en nada. Si falto me descuentan."
El parque de La Normal estaba lleno de ómnibus amarillos. Las calles infanta y Carlos III tenían ómnibus de las rutas p11, p15, p3 y p13 con rumbo a sus destinos habituales a disposición de los que quisieran tomarlos.
Las torres de la iglesia del Sagrado Corazón en la calle Reina, junto a gigantografia del Papa y la calle semidesierta hubiesen sido una buena fotografía. Aun así ya había gente esperando detrás de las vallas de contención a que el Papa llegara, y los balcones estaban llenos de supuestos vecinos identificados con solapines que decían "protección de la vía".
La iglesia bautista de Reina cantaba su liturgia como cualquier domingo. Una mujer que dijo tener una niña enferma salió a "luchar" una banderita del vaticano: "Es que son los mismos colores de la bandera de la letras del año y como yo soy hija de Oshún todo los días salí a luchársela a mi hija y de paso a que se me pegara un poco de la bendición que trae el Papa para todo el mundo. Porque la verdad es que aquí hay mucha envidia y mucha maldad".
Una cederista ingenua que salió a ver el horario en que podía ver al Papa más de cerca se mostró asombrada de cómo habían movilizado a sus vecinos para que fueran a misa: "Yo no pertenezco a ninguna comunidad cristiana, pero ellos tampoco. Lo mío es curiosidad. Pero no entiendo porque tenemos que llenar la plaza con gente si pueden ir solo los creyentes. Bueno, a lo mejor se les pega algo bueno".
Dos borrachos descargaban su borrachera de mañana. Uno se creía con el derecho de estar en medio de la calle mientras un policía vestido con un pulóver de la selección nacional alemana de fútbol, lo empujaba hasta detrás de las vallas. El segundo, se jactaba de su amistad personal con el Papa: "Yo fui a recibirlo al aeropuerto y me dijo que este año habría papa para todo el mundo".
La gente se hace muchas expectativas. Unos en serio y otros en broma. Dos travestis pasaron y provocaron el comentario de un hombre hacia su mujer: "Mira estas dos van para que el Papa las bendiga".
"Estamos acostumbrados a que no resuelvan los problemas", dice otra desconocida, "pero nuestros problemas los tenemos que resolver nosotros mismos. Francisco no es ni Dios ni cubano."
(Con informaciones de María Matienzo y Adriana Zamora desde La Habana)