Nunca es tarde para aprender idiomas, no importa la edad que tengas.
Muchas veces creemos que cuando hemos soplado cierta cantidad de velas en nuestra tarta de cumpleaños, ya no tenemos “derecho” a algunas cosas, como estudiar una carrera o aprender idiomas. Sin embargo, esto no es así: todo depende de cómo nos sentimos y cuánto deseamos superarnos.
No tienes que estar en la “flor de la vida” para adquirir conocimientos. Tampoco tener “toda la vida por delante” como se dice a las personas jóvenes. Contar con un par de años cumplidos no quiere decir que tengas que quedarte sentado sin hacer nada.
Quizás sea cierto que las capacidades para aprender no sean las mismas que cuando estabas en la escuela, pero, a tu ritmo, podrás aprender lo que se te ocurra. Como hemos dicho en varias ocasiones, ¡sólo es cuestión de proponértelo!
En primer lugar, debes confiar en tus habilidades. Claro, porque si tu no crees que tienes todavía la capacidad para memorizar un vocabulario o aprender estructuras gramaticales nuevas, nadie lo hará por ti. Nunca es tarde para comenzar a estudiar, no importa lo que sea ni la edad que tengas.
En el caso de los idiomas, la buena noticia es que te ayudarán bastante a mejorar las funciones cerebrales. Tal vez, creas que serás una especie de tortuga en la clase mientras tus compañeros más jóvenes corren como liebres, sin embargo, eso no quiere decir que no puedas aprender. Es más, existen muchos cursos para adultos mayores, para que todos vayan más o menos al mismo ritmo.
El cerebro (el tuyo, el mío, el de todos) es capaz de hacer miles de cosas, hasta las que menos te imaginas. Todo lo que quieras lo puedes desarrollar de una manera maravillosa, no lo dudes.
Entonces, es momento de quitarte todos esos tabúes y preconceptos y al menos, hagas la prueba (o asistas a clase) a ver qué tal te va. Puede que se trate de un idioma que siempre te ha llamado la atención, la lengua nativa de tus familiares o una manera de mantenerte informado o de conocer personas.
¿Por qué podemos aprender idiomas a cualquier edad?
A diferencia de lo que se creía hasta hace algunos años atrás, nuestro cerebro es maleable, como si fuera de goma o de un plástico muy ligero. Se solía pensar que lo que no se aprendía en la niñez, después no se podía incorporar porque se olvidaba o se “perdía”.
Un estudio llevado a cabo en el año 2000, examinó la materia gris de un grupo de conductores de taxis de la Ciudad de Londres. Los que pasaban más tiempo conduciendo tenían más materia gris en el hipocampo (la parte encargada de la memoria espacial), debido al aprendizaje de las calles y las maneras de llegar a uno u otro sitio. Esta prueba determinó lo que en medicina y psicología se conoce como “neuroplasticidad” es decir, la capacidad que tiene el cerebro para establecer nuevas conexiones entre las neuronas.
Como consecuencia, se realizaron otras pruebas, llegando a la conclusión de que el cerebro puede cambiar si se ejercita, lo mismo que ocurre con los músculos de los brazos o piernas al ir al gimnasio.
En pocas clases en la Universidad, por ejemplo, los avances de la mente son maravillosos. Cuántas más veces a la semana vayas a clase, más potentes y duraderos serán los efectos. Es decir, que podrás recordar más palabras y comprender más con el paso del programa de estudios. Así que, si en las primeras dos o tres clases te sientes perdido, ten paciencia.
En el año 2010, un grupo de científicos de Suecia se dedicó a examinar a dos grupos de personas, uno de jóvenes (entre 21 y 30 años) y otro de mayores (de 65 a 80 años). No pudieron detectar ninguna diferencia en lo que se refiere a la plasticidad de la materia gris. Entonces, el cerebro de los adultos también puede transformarse.
Por último, vale la pena destacar una investigación donde se estudió a un grupo de personas de edad avanzada que estaban aprendiendo el idioma chino. La conclusión fue que la materia blanca (lo que conecta las células neuronales) tenía una mayor cohesión y una mejor conexión. Esto quiere decir que cuánto más estudiaban el idioma, más saludable estaba su cerebro.
Si tu excusa para no aprender idiomas era porque estás demasiado viejo, mejor será que te busques otra, porque ésta se ha refutado ¡y en más de una oportunidad!