Papasordo, Papaciego, Papamudo
Por Manuel Aguilera -- Diario las Americas ... Por eso me ha costado volver sobre este tema. Por un lado, los seguidores del catolicismo me merecen el máximo respeto y no me gusta que se entienda que la crítica al pontífice esconde un sentimiento de aversión hacia la religión o la fe cristiana
La última vez que escribí sobre este tema -la ambigua posición de Francisco ante la dictadura cubana- recibí numerosas críticas en la red, descalificándome por cuestionar las buenas intenciones del Papa en su papel de muñidor del acercamiento entre Washington y La Habana. Ustedes podrían pensar que algunos católicos seguidores de la Iglesia de Roma se habrían molestado conmigo por criticar a su líder, al sucesor de San Pedro, al representante de Dios en la Tierra. Pero no. Los mayores ataques y descalificaciones vinieron desde sitios de internet cercanos al régimen de los Castro. Artículos y comentarios de fervientes seguidores de Fidel y Raúl y su Revolución que ahora tras casi 60 años de fracaso comunista se han vuelto como dice la popular frase "más papistas que el papa".
Por eso me ha costado volver sobre este tema. Por un lado, los seguidores del catolicismo me merecen el máximo respeto y no me gusta que se entienda que la crítica al pontífice esconde un sentimiento de aversión hacia la religión o la fe cristiana. Todo lo contrario. Los valores del cristianismo, de la bondad, el humanismo, la solidaridad me parece que están absolutamente vigentes y que son muy válidos en este mundo loco, egoísta y tecnológico. Pero juzgando las palabras, los hechos y las omisiones de Jorge Bergoglio, un hombre al fin y al cabo, un jefe de estado, también, durante su última visita a la isla, he empezado a pensar que el actual Papa está afectado de una sordera, ceguera y mudez selectiva.
No quiso escuchar a la disidencia pero tampoco les oyó cuando protestaban. No quiso ver a Fidel como lo que es un dictador, de impecable curriculum como violador de los derechos humanos, y lo percibió como un "hombre de paz". Y sobre todo calló. En sus discursos en Cuba resonaron las críticas a las ideologías y al capitalismo pero ni una sola palabra contra el comunismo en su devastadora versión caribeña. Mientras Francisco hablaba, la maquinaria represora del castrismo seguía funcionando con sus espías, sus detenciones, sus presos políticos, su propaganda, su falta de pluralidad en los medios, sus trabas en el acceso a la tecnología para el pueblo. Sus defensores y el grupo de periodistas que lo acompañan se apresuraron a sacar petróleo de todo lo dicho por el pontífice. A leer entre líneas, a buscar críticas veladas contra la dictadura cubana.
Sorprendentemente, el jueves, en el Congreso de los Estados Unidos, en Washington, esta vez, Francisco no se anduvo con medias tintas y criticó con dureza todo aquello que no le gusta del sistema americano. Cuestionó, y todos pudimos entenderlo sin necesidad de que nadie lo interpretara por nosotros, la pena de muerte, el tráfico de armas y el maltrato a los inmigrantes. ¿Es más fácil ver la realidad de los Estados Unidos que la de Cuba? ¿El frío de Washington no afecta a la visión, al oído y al habla como el calorcito de La Habana? La respuesta es mucho más sencilla y hay que repetirla porque a muchos -incluido Francisco- parecen haberla olvidado: en democracia uno puede hablar y criticar de lo que le apetezca sin temor a represalias, justo lo contrario que en las dictaduras.
Seguimos esperando pues que esa cesión al chantaje de los Castro dé sus frutos. El silencio del Papa, las cesiones de Obama son un mal menor a la espera de obtener el ansiado resultado. De eso nos tratan de convencer. Siento no poder darles si quiera el beneficio de la duda. Y me da igual que lo hay dicho el Papa y lo repita el Dalai Lama: Fidel Castro no busca ni ha buscado la paz ni un segundo desde que comenzaran sus andanzas revolucionarias y violentas. Tampoco creo que su hermano Raúl vaya a liderar una transición a la democracia que contemple su salida y la de los suyos del poder. No debemos ser ciegos, ni sordos ni mudos ante esta realidad por mucho que deseemos el acercamiento entre los pueblos de Cuba y Estados Unidos.
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