Un domingo reciente por la tarde, abuelos, recién nacidos y adolescentes que se tomaban selfies en sus ropas más a la moda estaban reunidos en los escalones, junto a los muros y los alrededores de una plaza en el vecindario de Playa.
Pero no estaban allí para una actividad social, sino en busca de una conexión a la internet. El gobierno cubano comenzó a implementar en julio 35 puntos de acceso Wi-Fi nuevos y mejorados. En la mayoría de los casos, los cubanos en el punto de acceso de Playa prestaban más atención a sus teléfonos móviles y otros dispositivos que los unos a los otros.
Decir que los cubanos se han lanzado de lleno a la internet no comienza a describir su nueva pasión por Facebook, una aplicación de video llamada “imo” y conexiones lo suficientemente robustas para enviar fotos y selfies a amigos y familiares en toda Cuba y en el extranjero. Se les ve sentados en los parques escribiendo en sus computadoras portátiles, recostados a las paredes de edificios ensimismados en sus tabletas o sentados en el contén de las acera con sus teléfonos, ajenos a los vehículos que les pasan cerca.
Lo que le resulta interesante a Ted Henken, profesor del Baruch College que ha estudiado la situación de internet en la isla, es que los cubanos están viviendo sus momentos más personales –reuniones familiares, presentación de hijos recién nacidos y cónyuges– no en la intimidad de sus hogares sino en las plazas y parques públicos. “Todo sucede en los lugares públicos”, dijo.
La bloguera Yoani Sánchez dice que los 35 nuevos puntos de acceso son un “fenómeno social”.
Marlene Velarde, su esposo y su nieto visitaron recientemente la oficina de ETECSA –el monopolio estatal de telecomunicaciones– en Playa y pagaron seis pesos cubanos convertibles (alrededor de $6) por tres horas de internet. Dedicaron la primera hora a aprender la aplicación imo, para hacer una llamada por video a Miami.
Los nuevos puntos de acceso Wi-Fi han probado ser muy populares en toda la isla.
“Qué bueno que trajeron la internet”, dijo Armando Aguilera, un estudiante universitario de 19 años en la plaza principal de Holguín, ciudad del oriente de Cuba, mientras enviaba mensajes por Facebook y trataba de establecer una llamada por video con su madre en Angola. “Aquí estamos a mil años luz de otras tecnologías”.
Imo, la aplicación de video que usan los cubanos porque no tienen acceso a Skype, ha abierto nuevas oportunidades a los que antes sólo podían comunicarse con sus amigos y familiares por teléfono, o quizás un correo electrónico ocasional.
En el Parque de la Flores de Holguín, Beatriz Ricardo caminaba de un lado a otro a la sombra de un árbol, tratando de evitar que el resplandor oscureciera la pantalla de su teléfono, protegiéndola con una mano. Ricardo habló 25 minutos con su esposo, que recientemente se mudó a Nicaragua, quien le mostró en el video el nuevo lugar donde vivía.
“Vi su cocina, la habitación, todo”, dijo Beatriz radiante al final de la conversación. “El correo electrónico es más barato, pero no puedes ver dónde vive”.
Sin embargo, imo tiene sus limitaciones, dijo Xiulee Ochoa, una estudiante de Medicina de 21 años quien trataba de comunicarse con su novio en Canadá desde la acera que bordea el Parque de las Flores, uno de dos nuevos puntos de acceso en una ciudad de unos 300,000 habitantes. “Es obsoleto”, dijo. “Tampoco puedes descargar una película o un video musical”.
Briseyda De Leinia, una dentista de 32 años, hizo un viaje de 45 minutos a Santiago, las segunda mayor ciudad del país, para conversar por video con su esposo, que hace poco se fue a vivir a Miami. “Todo el mundo está encantado con estos lugares”, dijo, mientras trataba de conectarse desde el Parque Céspedes de Santiago, uno de los tres puntos de acceso públicos de la ciudad. Pero la demanda es tan elevada, dijo, que la gente necesita más conexiones Wi-Fi. “Algunas veces tienen que hacer un viaje largo para llegar aquí”, se lamentó.
El nuevo servicio está disponible para cualquiera con una cuenta en Nauta.cu, que permite a los cubanos recibir correos en sus teléfonos celulares, tabletas o computadoras personales. En vez de un servicio completamente nuevo, el acceso Wi-Fi de ETECSA es una nueva vía de conexiones relativamente más rápida que las que ofrecen la mayoría de los hoteles o cafés de internet estatales. Cada conexión permite a entre 50 y 100 personas navegar al mismo tiempo, y el gobierno dice que las velocidades llegan a 1 megabite por usuario.
Aunque los precios todavía están fuera del alcance para la mayoría de los cubanos (un poco más de $2 por hora), son la mitad de antes. “Al menos es más barato que por teléfono”, dijo Aguilera, el estudiante de Holguín, quien comparó el costo de la conexión por internet con los $1.60 el minuto que cuesta una llamada a Angola.
Pero ante la escasez de nuevos puntos de acceso Wi-Fi, los hoteles –donde los cubanos compran acceso o tratan de engancharse a la señal desde afuera– todavía son los que más conexiones ofrecen.
La piratería de señales no es nada segura. Algunos descubrieron la clave de una conexión especial del gobierno para los periodistas durante la visita del papa Francisco a Holguín el 22 de septiembre, y ETECSA tuvo que cambiar la clave.
En La Habana, los clientes de la oficina de ETECSA en Playa hacían fila para comprar tarjetas con el código de acceso a internet. La mayoría llevaba sus teléfonos, tabletas o computadoras portátiles porque las 18 computadoras que hay dentro de la oficina para los clientes estaban ocupadas.
Algunos usuarios sabían manejar bien sus dispositivos, pero otros aprendían a enviar selfies, conectarse con imo y crear una cuenta en Facebook. “Ningún país va a prohibir Facebook, y con Facebook se puede hacer mucho”, dijo Henken. “Me parece que es seguro”.
A propósito, ETECSA tiene su propia página de Facebook.
Algunos se quejaron de llamadas caídas y la necesidad de reconectarse una y otra vez con tierras lejanas, o dijeron que les gustaría contar con conexiones de Wi-Fi más rápidas. Tantas personas trataron de entrar a la red durante las horas pico, como las noches de los días de entre semana, que los puntos de acceso se sobrecargan y los sacan de la red.
Pero en general, les gusta el servicio.
“Esto es maravilloso”, dijo Velarde mientras se conectaba por su teléfono móvil con su hijo, Erick Corredera, en Miami. Aunque lo podía ver y escuchar, la imagen en su teléfono se congeló. “En Miami, cuando no puedes ver la imagen, llamamos a la compañía y lo arreglan”, dijo Corredera a través del teléfono de su madre en La Habana.
“Esto es un pasito. Antes ni siquiera podíamos vernos”, agregó Corredera.
“Adiós papi”, le dijo Samuel, su hijo de 4 años, antes de terminar la llamada. Entonces, con un poco de aliento de los adultos, dijo en inglés: “I love you”.
Cerca de allí, un hombre llevaba en los brazos a un recién nacido que la familia esperaba poder presentar a la familia a través de imo.
Otro fin de semana, Gilberto Rafael Pérez Cabrera, de 13 años, y su tío Francisco Romar estaban sentados sobre un muro en la misma plaza mientras compartían unos audífonos. Estaban hablando con la madre de Gilberto, quien acababa de llegar a Nigeria para reunirse con su esposo, que está en ese país africano en una misión médica. Pero la llamada se caía una y otra vez, y ellos seguían llamando por un teléfono móvil con una cubierta verde limón.
Estel “Merci” Rodríguez Ortiz hacía su primera llamada por video. Le pidió prestado el teléfono celular a la esposa de su ex marido para llamar a su hijo, Jorge Michel, en Hungría. Él trabaja en Herceghalom, en las afueras de Budapest, como chofer de montacargas y ha regresado a la isla sólo dos veces en 18 años.
“Es la primera vez que los hago [hablar por imo], y verlo es tremendo para una madre. Me he quedado sin palabras”, dijo, mientras las lágrimas le corrían por las mejillas. “Y gracias a Dios, el Papa también viene hoy”.
La separación ha sido dura para ella. “Tengo nietos que no conozco”, dijo Rodríguez. “Todas las noches miro la luna y sé que mi hijo está en el sol por allá. Pero no importa. Es la misma luna allí que aquí”.
La comunicación entre las familias tiene que mejorar, dijo la mujer, pero las nuevas conexiones Wi-Fi son “un enorme logro. Imagínese, estamos dando un pequeño paso hacia el desarrollo que no hemos tenido”, dijo Rodríguez. “Poder ver un poco más del mundo exterior es muy importante”.
Aunque la mayoría usa las conexiones Wi-Fi para navegar por la internet o mantenerse en contacto con amigos y familiares, otros se las han arreglado para ganar dinero: compran una tarjeta de ETECSA y usan programas como Connectify Hotspot, que permite varias conexiones, y las venden con descuento.
Entre los que andan con una tableta encima está Miguel Díaz Canel, primer vicepresidente del Consejo de Estado y heredero aparente del gobernante Raúl Castro.
Aunque algunas compañías estadounidenses, entre ellas Google, parecen dispuestas a ayudar a Cuba a mejorar su capacidad de internet, el gobierno todavía no ha decidido cuánta asistencia está dispuesto a aceptar de Estados Unidos.
“Cuba debe saltarse varias generaciones tecnológicas”, dijo Larry Press, profesor de la Universidad Estatal de California en Dominguez Hills. Pero para ello necesita dinero, dijo, y tiene que sobreponerse al temor de perder el control.
*Jim Wyss, redactor de The Miami Herald, contribuyó a este despacho desde Santiago de Cuba. Mazzei reportó desde Holguín.