Colmillos y aullidos abren el Halloween a la cubana
Una panadería estatal mostraba esta mañana su decoración por Halloween (14yMedio)
Esta noche aullarán los lobos y el Malecón se convertirá en una pasarela de fieras y vampiros. Los festejos por Halloween se abren paso en la sociedad cubana y cautivan a los más jóvenes, bajo la reticencia del oficialismo que no ve con buenos ojos la irrupción de esta tradición foránea. A pesar de la falta de promoción en los medios nacionales, los monstruos están listos para hacer de este sábado una jornada entre divertida y terrorífica.
Para la familia de Mauro, de 16 años, los preparativos comenzaron desde hace semanas. Un tío radicado en Miami envío los disfraces con tiempo y hasta los chocolates con los motivos de fantasmas y calabazas. "Hemos embullado a algunos amigos para hacer una fiesta juntos y que todos vengan disfrazados", comenta el padre de la familia.
El primer Halloween que se celebra en Cuba después del anuncio de restablecimiento de relaciones con Estados Unidos, en diciembre pasado, promete ser en grande.
Así, de manera viral, se va contagiando la fiebre de esta noche de brujas, cuyos orígenes se pierden en la cultura celta, pero que está indisolublemente vinculada hoy en día a la sociedad estadounidense. Con más de dos millones de cubanos radicados en ese territorio, era de esperar que las escobas voladoras llegaran también a la Isla.
"Al principio no nos gustaba mucho", comenta Mauro, quien en su aula de preuniversitario también organizó para llegar esta noche después de las nueve al pedazo de Malecón frente al Hotel nacional. "Pero después le fuimos cogiendo la vuelta y es de lo más divertido", apunta.
Los vendedores del mercado ilegal tienen un montón de pedidos para la ocasión. "Lo que más se venden son los colmillos", refiere un vendedor de productos importados que esta semana ofrecía su mercancía a las afueras del céntrico mercado en los bajos del edificio Focsa.
En un auto cercano, el hombre tenía su "almacén del horror". Un muestrario que incluye capas oscuras, sombreros de bruja, uñas de zombi y hasta una careta del Chapo Guzmán, el narcotraficante mexicano. "Esa no ha tenido tanto éxito porque la gente aquí no lo conoce tanto, pero en México y Estados Unidos está arrasando", comenta el hábil comerciante, quien gracias a su pasaporte español viaja frecuentemente a Panamá para "cargar mercancía".
Quienes cuentan con menos recursos sencillamente echan mano de pintura para hacerse unas profundas ojeras o simular la sangre sobre el rostro y el cuerpo. "Iba a disfrazarme de momia envolviéndome en papel sanitario, pero mi madre puso el grito en el cielo porque nada más que quedaba un rollo", comenta Jessica, una jovencita radicada en Marianao que espera este sábado "encontrar al monstruo de mis sueños".
A diferencia de otros lugares donde la ocasión es propicia también para burlarse de los políticos de turno, aquí no se vende una sola máscara con el rostro de Fidel y Raúl Castro. "¿Se imaginan? Hubiera sido un exitazo una con la cara de Furry, que acaba de renunciar porque está más muerto que vivo", bromea el vendedor furtivo, cuando alguien indaga por las caretas.
Norita, vende su mercancía de manera más segura. A través de sitios de clasificados alquila "por solo 10 pesos convertibles disfraces traídos de Disney, especiales para su fiesta de Halloween". Por seis veces ese precio, se pueden lograr "decoraciones acabadas de traer de Estados unidos, con colgantes, monstruos, fantasmas, brujas y carabelas", se anuncia en uno de esos portales de compra y venta. Una opción promueve tres caretas por el precio de dos, si se llevan a casa la cara de un extraterrestre, una criatura malévola o un personaje de película.
Los detractores del fenómeno también se hacen sentir. "La gente se vuelve como loca cuando se disfraza y le da por cualquier cosa", comenta un jubilado, presidente de un Comité de Defensa de la Revolución en la barriada de San Leopoldo, en La Habana. Para el anciano, "esto no debería permitirse, porque no tiene nada que ver con nuestra cultura", concluye con molestia.
Sin embargo, los más jóvenes parecen no hacer caso de las críticas. "Una amiga me prestó un disfraz de conejita y voy a aprovechar para maquillarme mucho, que normalmente mis padres no me dejan", narra Jessica, quien no se amilanó con tener que cambiar su idea original de vestuario.
El viernes en la tarde una señora hablaba con su hija a través de la aplicación IMO en la zona wifi de La Rampa. Al otro lado del estrecho de la Florida, los nietos le mostraba los disfraces y decoraciones por Halloween. Contagiada, la señora exclamó: "Tú vas a ver que cuando yo llegue a la casa me pongo a inventar y celebramos aquí también".
Los negocios privados también han aprovechado la ocasión para aumentar sus ventas. Globos de colores oscuros, calaveras que brotan de una pared y motivos pavorosos, conforman parte de la decoración de muchos restaurantes, cafeterías y demás servicios por cuenta propia. En algunos locales estatales, los empleados han colgado tímidamente globos y alusiones a fantasmas y monstruos.
El Malecón será esta noche un nido de brujas y criaturas pavorosas, una fiesta del terror que unos disfrutarán al máximo y otros condenarán por su "perversa frivolidad".