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De: cubanet201 (Mensaje original) |
Enviado: 01/11/2015 14:51 |
Día de los Muertos
En algunos lugares del mundo, el 1 de noviembre se celebra el
Día de Todos los Santos y el 2 de noviembre la Conmemoración de los Fieles Difuntos
La eterna discusión en México en los últimos días del mes de octubre es: ¿celebrarás Día de Muertos o Halloween? La primera es una tradición mexicana centenaria y está llena de símbolos relacionados con la muerte, pero lo cierto es que, por la cercanía de México con Estados Unidos, desde hace algunas décadas en el país se celebra también el Halloween. Los disfraces para la noche de brujas han comenzado a convivir con los altares para los fallecidos. Sin pretensiones nacionalistas, te dejamos algunos motivos en defensa de la celebración del Día de Muertos.
Historia El Día de Muertos es una celebración mexicana que honra a los ancestros durante el 2 de noviembre, coincidiendo con la celebración católica del Día de los Fieles Difuntos. Aunque se ve primariamente como una festividad mexicana, también se celebra en muchas comunidades de los Estados Unidos donde existe una gran población México-americana, y en una menor medida también se celebra en algunas partes de Latinoamérica.
A pesar de ser un tema morboso, esta festividad se celebra alegremente, y aunque ocurre en fechas cercanas al Día de Todos Los Santos, y al Día de todas las Almas, en lugar de sentirse temerosos de espíritus malévolos, el humor en el día de los muertos es mucho más relajado, similar al Halloween, con un mayor énfasis en la celebración, pero honrando las vidas de los difuntos.
Aunque la celebración anglosajona de Halloween se ha popularizado entre la población, en la mayoría de los hogares mexicanos la tradición perdura y se colocan ofrendas con elementos muy particulares. A continuación te mostramos cinco de los principales aspectos de esta festividad.
Los orígenes de la celebración del Día de Muertos en México, pueden ser trazados hasta la epoca de los indígenas de Mesoamérica, tales como los Aztecas, Mayas, Purepechas, Nahuas y Totonacas. Los rituales que celebran las vidas de los ancestros se realizaron por estas civilizaciones por lo menos durante los últimos 3,000 años. En la era prehispánica era común la práctica de conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento.
El festival que se convirtió en el Día de Muertos cayó en el noveno el mes del calendario solar azteca, cerca del inicio de agosto, y era celebrado durante un mes completo. Las festividades eran presididas por el dios Mictecacihuatl, conocido como la "Dama de la muerte" (actualmente corresponde con "la Catrina"). Las festividades eran dedicadas a la celebración de los niños y las vidas de parientes fallecidos
Cuando los conquistadores españoles llegaron a América en el siglo XV, ellos estuvieron aterrados por las practicas paganas de los indígenas, y en un intento de convertir a los nativos americanos al catolicismo movieron el festival hacia fechas en el inicio de noviembre para que coincidiesen con las festividades católicas del Día de todos los Santos y Todas las Almas. El Día de Todos los Santos es un día después de Halloween, donde este último fue también un ritual pagano de Samhain, el día céltico del banquete de los muertos. Los españoles combinaron las costumbres de Halloween con el festival similar mesoamericano, creando de este modo el Día de Muertos.
Cercana a esta celebración se encuentra el Día de Todos Los Santos, Día de Todos Los Santos, fiesta religiosa que se celebra en muchos países de tradición cristiana. En los países de tradición católica, se celebra el 1 de noviembre; mientras que en la Iglesia Ortodoxa se celebra el primer domingo después del Pentecostés. En ella se veneran a todos los santos que no tienen una fiesta propia en el calendario eclesial. Por tradición es un día feriado no laborable.
Existen versiones que señalan que esta fecha fue establecida como una respuesta ante la celebración pagana del 31 de octubre. Pero estas versiones no resultan muy sólidas por cuanto la celebración del "Halloween" o "día de las brujas" es una festividad proveniente de los Estados Unidos de América. En España, dentro de la tradición católica se realiza una visita donde yacen los seres queridos. En Cataluña se celebra la denominada castanyada en la que se comen boniatos, castañas y panellets. En México se hacen ofrendas para agasajar a los fallecidos y celebrar esos dos días, que se quitan el día 2 por la noche, pudiéndose consumir en ese momento. Ofrendas como bienvenida La creencia popular es que las almas de los seres queridos que se nos fueron regresan la madrugada del 1 y 2 de noviembre de ultratumba durante el Día de Muertos por algunas horas a este mundo para volver a disfrutar de las cosas que más les gustaban. Por tal motivo, se les recibe con una ofrenda donde se coloca su comida y bebida favorita, fruta, calaveritas de dulce cigarros (si es que fumaba), tequila, cervezas… en fin, todo lo que disfrutaba y, si fuese el caso, juguetes para los niños. No faltan las fotografías de los difuntos y las coloridas flores de cempasúchil, también es importante poner velas, flores, agua y sal .
Iluminando el camino de regreso a casa Una parte importante de ésta tradición implica visitar los cementerios. Ya sea durante el día o la noche, las familias acuden y colocan velas sobre las tumbas como una forma de iluminar el camino de las almas en su regreso a casa. Muchos pernoctan en los panteones que abren las 24 horas durante esas fechas. Otros más contratan grupos musicales que interpretan las canciones preferidas de los difuntos al pie de su sepulcro.
El humor mexicano frente a la muerte En México se percibe a la muerte de una manera muy peculiar. Los mexicanos utilizan la sátira para burlarse de ella. Ejemplo de ello es la popular “Catrina”: una calavera vestida con diferentes atuendos como muestra de la presencia de la muerte en todo lo cotidiano.
Fiesta, incluso en los cementerios.
La música aquí está ligada a todos los buenos momentos y este no es la excepción. Pero nada de música funeraria. En Día de Muertos es tradición llevar mariachis al panteón para que entonen las canciones preferidas de quienes ya no están o, en su defecto, una radio con sus grupos favoritos.
Las calaveras literarias En la celebración del Día de Muertos las calaveritas de dulce no son las únicas protagonistas. La cultura popular mexicana encuentra diversos medios de expresión para mostrar su sentir por estatradición. Entre las más populares se encuentran las famosas calaveras literarias; se trata de versos rimados que ironizan situaciones de personajes populares e impopulares usando el tema de la muerte con una intención humorística. Cada año se promueve ésta actividad cultural mediante concursos en los que se premia la creatividad y la picardía de las composiciones.
El pan de muerto que se comen los vivos Algo infaltable en cada cena y ofrenda es el delicioso pan de muerto. Los hay de diferentes estilos y formas. El más popular es redondo, cubierto de azúcar blanca o roja, con tiras que simulan huesitos. También están aquellos con formas de esqueletos o animales. Los ingredientes pueden varían dependiendo de la región, como es el caso de los panes cubiertos con ajonjolí, típicos de Xochimilco.
Datos interesantes sobre el Día de Muertos Se dice que el azúcar pigmentada con colorante rojo, utilizada para recubrir una de las variedades de pan de muerto, fue idea de los colonizadores españoles para disuadir simbólicamente a los indígenas y hacerlos renunciar a los sacrificios humanos en honor a sus dioses.
El color de la muerte en el México prehispánico era el amarillo. Por ello, la flor de cempasúchil es utilizada tradicionalmente en la ofrenda del Día de Muertos.
En algunas regiones de Michoacán, los niños son los encargados de velar en los panteones el día primero de noviembre. El popular "trick-or-treat", utilizado por los niños estadounidenses durante Halloween, fue adaptado culturalmente en México mediante la frase: "¿me da mi calaverita?".
Algunos de los sitios más atractivos para visitar durante el Día de Muertos, por el colorido y la emotividad con que llevan a cabo ésta tradición, son Janitzio, Mixquic y Xochimilco.
En algunos lugares del mundo.
El 1 de noviembre se celebra el Día de Todos los Santos y el 2 de noviembre la Conmemoración de los Fieles Difuntos. En los países de tradición católica, se celebra el 1 de noviembre, mientras que en la Iglesia Ortodoxa se celebra el primer domingo después de Pentecostés. En este día, se venera a todos los santos que no tienen una fiesta propia en el calendario litúrgico.
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El panteón donde coexisten vivos y muertos
Con la idea de no olvidar a sus difuntos, los habitantes de Pomuch, Campeche, exhuman los cuerpos y los depositan en un nicho a la vista de todos
La familia Poot Tuz después de limpiar los restos de sus familiares
Claudia Altamirano / Campeche (México) / El PaísLa señora María Esther tiene 45 años y lleva 30 limpiando a su tatarabuelo muerto. Antes lo hacía su madre, a quien ella acompañaba al panteón para acicalar a sus difuntos, que para el momento ya son 10: tres hermanos (cuates) que murieron de niños, ambos padres, el tatarabuelo, dos abuelos y dos tíos. Ahora a ella la acompañan dos sobrinas, un tío y dos niños pequeños, que ya están aprendiendo y tienen muchas ganas de hacerlo, pero aún no los dejan por temor a que rompan algo. Algún día ayudarán en la labor: Esther empezó a los 10 años.
Con la idea de no olvidar a sus muertos y seguir teniéndolos cerca, los habitantes de Pomuch, Campeche exhuman los cuerpos al cumplirse tres años del fallecimiento; los limpian, los depositan en una caja de madera envueltos en un manto blanco y los colocan en un osario: un nicho de un metro cuadrado en el que los restos quedan a la vista de todos para que sigan acompañándolos.
En la víspera del tradicional Día de Muertos mexicano (1 y 2 de noviembre) los familiares limpian a los suyos para esta festividad: sacan los huesos, cambian el manto por uno nuevo -bordado o pintado-, retiran polvo e insectos de cada pieza con una brocha y los colocan de nuevo en su caja, primero los huesos largos, luego el tórax y en la cima el cráneo. Los devuelven a su osario, les cambian las flores y las veladoras. Pero no todos limpian a los muertos con sus propias manos: algunos pagan 20 pesos a los trabajadores del cementerio.
Se trata de una tradición maya que, mezclada con la religión católica, afianza y legitima el muy mexicano deseo de no dejar ir a quienes mueren. Al fallecer un pomucheño, familiares y amigos lo llevan al cementerio en caravana pero no lo entierran: lo introducen a una bóveda, el sepulturero la tapia y tres años después -a veces un poco más- el cuerpo ya perdió toda su materia degradable y está listo para ser reubicado en el osario, donde descansará al lado de sus familiares, a veces incluso en la misma caja, en el caso de los matrimonios. A algunos, ni la muerte los separa.
La limpieza de huesos empieza alrededor del 26 de octubre y concluye el 30, pues el 31 las familias se dedican a preparar en sus casas la ofrenda, cuyo plato principal es el pibipollo: una especie de tamal con pollo y cerdo, tomate, cebolla, pimientos y chile habanero, condimentado con achiote; envuelto en hojas de plátano y cocido en un hoyo en la tierra. Una vez que los huesos y las ofrendas están listos, los pomucheños abren sus puertas para recibir a las ánimas de los que se fueron y a los visitantes, a quienes se convida la comida de la ofrenda.
"Es la veneración, el cariño hacia nuestros parientes", dice un hombre mientras retira con una brocha el polvo del fémur de su padre, que aún está adjunto a su pie. Antes venía con él a limpiar a sus abuelos, hoy lo hace él y un día será limpiado por alguno que hoy es niño. "A algunos no les gusta, sienten feo", dice María Esther refiriéndose a sus hermanas. Pero yo lo hacía con mi mamá y ahora lo hago con gusto", comenta mientras coloca el tórax de su tío Venancio dentro de su caja. La niña pequeña que la acompaña le pasa un pedazo de piel que se quedó fuera, para que lo meta.
El panteón de Pomuch está saturado. El encargado de Catastro, Francisco Panti Tuz asegura que no se ha vendido un espacio más para construir bóvedas u osarios desde hace seis años, y para los nuevos fallecimientos se habilitó otro cementerio a 20 minutos del primero. Los espacios solían venderse en siete mil pesos, cantidad que muchos no pueden pagar, por lo que los propietarios de bóvedas las alquilan para que permanezca el muerto tres años y después se vaya a su osario, cuyo costo es mucho menor: sólo lo que cobre el albañil por construirlo.
Sin embargo, nadie sabe con exactitud cuántos muertos hay en el panteón principal. Ni el encargado del lugar, Alfonso Hernández, ni el gobierno municipal. Y ello pese a que en México la exhumación de cadáveres es una práctica regulada por el Poder Judicial: se requiere un permiso de Ministerio Público y la persona que desea exhumar debe argumentar la razón por la que se extraerá el cuerpo, así como contratar servicios de fumigación durante la exhumación. Pero en Pomuch es mucho más sencillo: sólo se requiere un acta de defunción al morir y una constancia de exhumación que expide el gobierno municipal. Durante los últimas dos administraciones (2009-2015), el Catastro municipal tiene registro de 234 fallecimientos y 103 exhumaciones, lo que significa que no todos exhuman a sus muertos. Es una tradición, pero depende de las preferencias de cada uno: algunos creen que el muerto no descansará si se manipula su cuerpo, otros simplemente temen el robo de sus restos, por lo que optan por dejarlos emparedados.
Pomuch demuestra que Guanajuato no es el único estado en México que tiene momias. Las del panteón de Pomuch son pocas, pero con un notable grado de conservación, como Mónica, a quien Alfonso Rodríguez llama cariñosamente "la mudita": desde la cintura hasta el cabello, está casi intacta. Para poder meter a las momias en sus osarios es necesario que quepan en su caja, así que don Alfonso corta los cuerpos cuando quedan enteros, con un cuchillo simple de cocina. "Aquí está el corte, mire", dice mientras levanta con delicadeza pero con confianza el medio cuerpo de Mónica.
A la pregunta "¿por qué algunos se momifican y otros no?", el sepulturero de Pomuch responde: "Es su destino".
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