Todo el mundo se va, interminable éxodo de cubanos hacia EEUU - Cuba Eterna

'Todo el mundo se va':

Interminable éxodo de cubanos por la frontera de EEUU y México

Cientos de cubanos cruzan el río que separa a Guatemala de México en su largo periplo hasta la frontera con Estados Unidos. La mayor parte de ellos viajan en grupo y pagan miles de dólares a las redes organizadas de contrabando

El río Suchiate separa a Guatemala de México. Diariamente lo cruzan numerosos cubanos rumbo a Estados Unidos.

La solución no es escapar, sino hacerle frente en Cuba a la dictadura más vieja de las América, la de los Castro -JORGE-

Nancy San Martin -
Ellos hacen fila junto al agua, siluetas apenas visibles en las horas que preceden la salida del sol. Grupos de entre 10 y 12 suben a balsas reforzadas con plywood y pagan menos de $2 para ser llevados a la otra orilla. En el transcurso de 20 minutos, por lo menos 60 de ellos han cruzado a bordo de seis balsas.

Todos ellos son inmigrantes cubanos en camino a Estados Unidos. Los cruces ilegales en el Río Suchiate — el cual separa a Guatemala de México — tienen lugar todos los días al abrigo de la oscuridad.

Un nuevo éxodo de cubanos está en proceso en este río en Ciudad Hidalgo, en el estado mexicano de Chiapas. Durante el último mes, cientos de personas han cruzado desde el poblado fronterizo de Tecún Umán, Guatemala, y aquellos que están llevando a cabo ese viaje dicen que han muchos más en camino.

“Demasiados”, dijo un cubano mientras se apresuraba a alejarse del río y a subir a un van que llevaría a su grupo al centro de inmigración más cercano en Tapachula, a unas 18 millas de distancia. “Todo el mundo esta saliendo”.

“Hay cien más esperando para cruzar”, gritó otro joven mientras se bajaba de la balsa proveniente de Guatemala y se unía al grupo de los recién llegados a México.

Los inmigrantes vienen de todas partes de la isla, principalmente entre los 20 y 40 años. Muchos viajan con niños. La mayoría se dirigen hacia el sur de la Florida.

Los inmigrantes son cubanos que han pasado algún tiempo en terceros países tales como Ecuador, o que están viajando directamente desde la isla como turistas a un tercer país e inmediatamente emprenden el viaje a través de Sudamérica y Centroamérica hacia la frontera EEUU-México.

Esta ruta migratoria no es nueva para los cubanos. Pero la cantidad de los mismos que han estado atravesándola durante el último mes han crecido al punto de que activistas por los derechos humanos en México la consideran una “crisis migratoria”, añadiéndola a las cifras ya altas de inmigrantes centroamericanos que también están usando la tierra mexicana como un puente hacia Estados Unidos.

“Sí, están entrando bastantes”, dijo la hermana María del Carmen, quien ayuda a dirigir un refugio católico para inmigrantes en Tapachula. Desde que el refugio abrió sus puertas a principios de septiembre, más de 500 cubanos han sido atendidos en él.

“Pero la cifra es mucho mas grande”, dijo María del Carmen. “El centro de inmigración esta lleno de cubanos”.

Datos oficiales muestran un aumento significativo en el número de cubanos que están pasando por la frontera EEUU-México .

Según las cifras más recientes del Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza de EEUU, al menos 27,413 cubanos han entrado por la frontera EEUU-México frontera desde el 1 de octubre del 2014 hasta el 31 de agosto. Otros 9,056 llevaron sin visado al Aeropuerto Internacional de Miami durante el mismo período.

Los cruces de la frontera están en su punto más alto desde el 2005, y han aumentado en cada año fiscal durante los últimos cuatro años: 5,316 cruces de frontera en el 2011; 10,315 en el 2012; 11,932 en el 2013 y 17,459 en el 2014.

En la mañana de un miércoles reciente en el centro de inmigración en Tapachula, docenas de inmigrantes cubanos recién llegados recogieron sus pasaportes y esperaron afuera para ser procesados y recibir un salvoconducto que les da 20 días para salir de México. Había muchos más dentro de la institución. Las autoridades de inmigración no quisieron hacer declaraciones al respecto.

Los cubanos cruzan el río que separa a Guatemala de México en su largo periplo hasta la frontera con Estados Unidos.

Entre los que esperaban a ser procesados estaba el residente de Guantánamo Angel Reyna Rojas, de 30 años, quien viajaba con su esposa Yudisleidi Pérez y su hijo de 3 años Angel Fabián.

Reyna Rojas y su esposa salieron de Cuba en agosto del 2013 y viajaron a Quito, Ecuador con visado de turistas, y empezaron a establecer raíces allí. Reyna Rojas regresó a Guantánamo en diciembre para recoger a su hijo.

“Siempre el propósito de salir de Cuba fue para mejorar”, dijo. “Hay algunos cubanos allá, amigos míos, que sí les ha ido bien en Ecuador, pero a nosotros no”.

La familia trató de emigrar legalmente a través de las embajadas de México y Nicaragua, pero sus peticiones fueron denegadas.

“Entonces decidimos coger la gran travesía”, dijo Reyna Rojas.

Lo mismo que muchos otros cubanos que han tomado la misma ruta, la familia Reyna Rojas se puso en contacto con una red de contrabando humano bien organizada, se las arregló para llegar a Cartagena, Colombia y comenzó su odisea rumbo a Estados Unidos el 26 de septiembre a bordo de un barco de vela que los llevó a ellos y otros inmigrantes cubanos en un turbulento viaje de 36 horas a Panamá.

Ellos pasaron un mes para atravesar Sudamérica y Centroamérica, gastando dinero en pago a contrabandistas, sobornos a los agentes fronterizos y la policía, costos de transporte, tarifas de visado y otros gastos. Por el camino, han ido reponiendo sus disminuidos fondos con transferencias bancarias de familiares suyos en Estados Unidos. El jueves, tras cruzar siete países y gastar alrededor de $7,000, ellos llegaron a su destino final: la casa de su familia en Hialeah.

“Gracias a Dios que ya esta pesadilla acabó”, escribió Reyna Rojas en un correo electrónico a su llegada. “Volví a nacer”.

Reyna Rojas dijo que el número de cubanos que están haciendo la misma travesía es increíble.

En Panamá, durante la primera parte de su viaje, Reyna Rojas comentó que las autoridades de inmigración le habían dicho que, para cuando su familia llegó allí, miles de cubanos ya habían pasado por ese lugar.

“Eso es sin contar la cantidad de personas que se han quedado [en Panamá] sin dinero”, dijo.

En Choluteca, en el sur de Honduras, donde pasaron un fin de semana esperando por documentos que les permitirían continuar viaje, Reyna Rojas dijo que los hoteles del lugar estaban repletos de cubanos que iban por la misma ruta.

“Imagínate, todos los hoteles allí estaban llenos”, dijo. “Todos, todos, todos. Más de 800 cubanos”.

Los fugitivos dieron diversas razones por haber abandonado la isla, incluyendo dificultades económicas y temor de que la restauración de los lazos diplomáticos entre Washington y La Habana ponga fin a la Ley de Ajuste Cubano, la cual permite a la mayoría de los cubanos que llegan a suelo de EEUU permanecer en este país. Pero la razón principal por la que los inmigrantes dijeron estar huyendo es simplemente porque ahora tienen la posibilidad de hacerlo.

Nuevas regulaciones que se pusieron en vigor en el 2013, las cuales suavizaron los requisitos de la visa de salida y permiten a los cubanos viajar más libremente, han abierto una nueva vía para aquellos que quieren abandonar la isla.

“Mientras que existe el libre visado y haya la posibilidad de salir de Cuba, las personas salen”, dijo José Angel Jordán, de 30 años, procedente de La Habana.

El también llegó a Miami en la noche del martes, en un vuelo desde Houston tras haber cruzado la frontera a Texas desde Matamoros, México, y se está quedando con su familia.

“Estamos contentos porque no es fácil llegar aquí pasando por tantos países”, dijo el primo de Jordán, Dayron Orlando Álvarez, quien salió de Cuba hace ocho años . “Es un poco arriesgado. Pero el que lo hace, lo hace para mejorar su vida”.

Yeniset Hernández Deschapelles✔, de Matanzas, quien viajaba con su esposo Rafael Pino Espinosa y el hijo de ellos, Shairas Zakir Pino, de dos años, salió de Cuba en el 2014 para ir a Guyana. Ellos pasaron 10 meses en Guyana, y luego viajaron a Brasil, donde pasaron otros 10 meses ahorrando para hacer el viaje a través de Centroamérica hasta EEUU con ayuda de familiares suyos que viven en Canadá.

“Todo el mundo quiere ir a Estados Unidos”, dijo Hernández Deschapelles frente al centro de inmigración en Tapachula. “Muchas personas tienen grandes problemas en Cuba… Los sueldos son muy bajos, así que todo el mundo quiere buscar un futuro mejor, también para sus hijos, para su familia. Todo el mundo aquí quiere ayudar a su familia en Cuba”.

“Por eso es que la gente quiere hablar a otros países como Ecuador, Panamá, Colombia”, dijo. “Ellos hacen la gran travesía… Es un poco peligroso ir en busca del gran sueño, el sueño cubano: ir a Estados Unidos”.

Hernández Deschapelles dijo que durante su viaje había encontrado a cientos de otros viajeros cubanos, incluyendo niños.

Carmen Ordaz, de 33 años, oriunda de Pinar del Río, también se dirigía a Miami para unirse a su esposo Orlando Catá. El era un médico asignado a hacer servicio comunitario en Venezuela que desertó a través de Colombia e hizo el mismo viaje hace unos cinco meses.

Ordaz lo siguió, y llegó a Miami en ómnibus hace una semana tras cruzar la frontera EEUU-México en Reynosa, Texas.

“El temor es que quiten la ley de ajuste”, dijo Ordaz. “Por eso la gente ha salido”.

Muchos de los entrevistados después de entrar a México dijeron que tenían pocas esperanzas de que hubieran cambios significativos en Cuba bajo el régimen de los Castro, a pesar del restablecimiento de las relaciones diplomáticas y algunas aperturas económicas en la isla aprobadas por el gobernante cubano Raúl Castro.

“Todo el mundo que sale de Cuba, ya se da cuenta que eso no va cambiar”, dijo Reyna Rojas. “Y si va cambiar, sería en 30 ó 40 años. Y yo digo que más.

“Ahora con las nuevas relaciones que hay, yo pienso que se va a flexibilizar un poco. Pero eso de Cuba, no va cambiar “, dijo. “Eso es de ellos, y ellos no van a cambiar. Y los culpo a ellos por todo lo que estamos pasando nosotros: a Fidel y a Raúl”.

El periodista de el Nuevo Herald Alfonso Chardy contribuyó a este reportaje.