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General: Un estudiante gay colombiana recibe peligrosas amenazas en su telefono celular
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De: Emilio Ferrer  (Mensaje original) Enviado: 07/11/2015 18:07
Amenaza en la red Grindr
Joven activista de derechos humanos de la comunidad LGBTI denuncia amenazas a través de una red social para homosexuales. El sujeto detrás de la intimidación sería estudiante de la Universidad de los Andes.Habría al menos cinco casos.

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Sebastián y Alejandro Lanz, hermanos, activistas y defensores de derechos humanos de la ONG Parces y de la comunidad LGBTI. 
           Por Natalia Herrera Durán / ELESPECTADOR
Es fácil saber quién es Sebastián Lanz en la Universidad de los Andes. Es estudiante de antropología y derecho, y activista y defensor de derechos humanos de la ONG Parces y de la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas (LGBT). Sus días los ha dedicado a luchar por los demás. Pero esta vez son su vida y su integridad las que están en riesgo. En las manos tiene la evidencia de las amenazas que ha recibido en los últimos meses, que tienen en jaque su tranquilidad y la de su familia.

Lo que más preocupa es que hay indicios para creer que el criminal detrás de la intimidación estaría en la misma universidad. También, que no sería la primera vez que amenaza con deformar con ácido el rostro de algunos estudiantes del centro educativo. Sus víctimas tienen una cosa en común: son gais y utilizan la aplicación Grindr en su celular, reconocida red social entre la población homosexual. El panorama se complica cuando la universidad asegura que no puede hacer nada para identificar al responsable de las amenazas o evitar que esto siga sucediendo.

Esta historia empezó el viernes 28 de agosto. Sebastián Lanz estaba en la Quinta de Bolívar, en los alrededores de la Universidad de los Andes, en el centro de Bogotá. Su celular vibró. “Loca, drogadicta, afeminada”. Fueron las primeras agresiones que recibió a través de su Grindr, popular sitio web que tiene como fin cruzar mensajes y acordar citas de amor, trabajo y amistad entre homosexuales.

Lanz contestó que lo denunciaría ante las directivas de la universidad, porque a través de esta aplicación se puede conocer la ubicación y esta persona estaba a pocos metros de él. Su interlocutor desconocido, sin foto de perfil, contestó que no le importaba. Dos días después las agresiones se convirtieron en amenazas. “¿Cuando te desfigure la cara irás a seguir actuando como una mongaloca?. Eso va a pasar cuando te mande a tirar ácido. Sebastián Lanz, tus días están contados si me echan de la universidad, lo mato. Su hermano y usted son unos hijos de puta”.

“Manifieste a esta unidad de investigación de la Fiscalía si las amenazas tienen relación directa con su labor como activista de derechos humanos”. “La persona que me amenaza, menciona que soy un activista de tres pesos, se mete con mi vida sexual, con mi apariencia, con mi vida laboral y con mi hermano, que también es activista”, dice la denuncia que Lanz interpuso en la Fiscalía y que sigue a la espera de reparto, como se dice cuando el caso no ha sido asignado a un investigador.

Pero su hermano, Alejandro Lanz, también abogado de los Andes y defensor y activista LGBTI, no sólo terminó involucrado en los mensajes, también pasó a ser el enlace que podría contextualizar un poco más esta historia. Un año atrás, también a través de la aplicación Grindr, desde un perfil desconocido y con un lenguaje muy similar, le habría escrito esta persona, muy preocupada por saber si alguien conocía su identidad: “El semestre pasado amenacé una gente gay de la U con tirarle ácido, ¿sabías? .. Esa gente entró en pánico y se empeñaron en encontrar mi identidad  yo soy un man de clóset, uniandino”, decía, y rogaba por saber si Alejandro o su pareja sabían quién era él y sobre estas amenazas. Alejandro Lanz intercambió un par de mensajes más, lejos de imaginar que un año más tarde, el amenazado por “El Loco”, como decía llamarse, sería su propio hermano. En la conversación se identifican al menos cuatro estudiantes de la misma universidad amenazados, uno de derecho, otro de antropología, otro de ingeniería y uno más de economía.

La respuesta de la universidad
“La Universidad de los Andes es una institución de carácter académico, y por ende, no le compete realizar investigaciones conducentes a identificar sujetos que lleven a cabo acciones presuntamente intimidatorias a sus miembros. Si bien, uno de sus objetivos comprende velar por el bienestar de la comunidad, las acciones encaminadas a lograrlo tienen una aplicación que se circunscribe al ámbito universitario. Lo anterior es importante por dos razones: la primera, porque las amenazas no se llevaron a cabo en la Universidad de los Andes, como lo enuncia Alejandro en el encabezado de su correo; la segunda, porque el medio en el que se manifestaron no es institucional; es una red social (Grindr) a la que las personas se vinculan voluntariamente”.

Esa fue la respuesta que dio la universidad a las denuncias de Sebastián y Alejandro Lanz, a través de la ombudsperson, Margarita Gómez, como se conoce el cargo de la persona que tramita estos requerimientos. La respuesta, según los Lanz, no tiene en cuenta la solicitud de investigación de estos hechos, sobre todo teniendo en cuenta que en 2013 una persona, con un lenguaje muy similar, les dijo lo mismo a otros tres estudiantes uniandinos a través de la misma plataforma.

Por lo pronto, sin mucho más que hacer, los hermanos Lanz esperan que las amenazas en su contra no sean más que eso.

La historia de una red social para gais
La ubicación de la persona, su edad, peso, estatura y una foto de perfil son los datos básicos que están disponibles en la mayor red social móvil para gais en el mundo, con más de 4,5 millones de usuarios: Grindr. “Como cualquier otro hombre gay, yo quería saber quién más era gay a mi alrededor. Yo sabía que no era el único hombre gay con este problema, por lo que quería encontrar una manera simple y divertida para que los hombres se conocieran entre sí”, aseguró Joel Simkhai, el fundador y actual presidente ejecutivo de esta plataforma que surgió en marzo de 2009.

En América Latina, Grindr empezó específicamente en Brasil, el noveno país donde la aplicación es más popular. En enero de 2011 ganó el premio al mejor sitio web de citas para móvil. Hoy, tras el éxito que ha tenido, existen otras aplicaciones, como Scruff y Hornet —también para hombres gais—, Brenda —para lesbianas— y, más recientemente, Tinder, que nació en 2012 y también está dirigida a heterosexuales.

Luego de publcado este artículo, el rector de la Universidad de Los Andes reaccionó con esta carta:
                 De la Universidad de Los Andes
No soy amigo de solicitar rectificaciones ni aclaraciones, y esta carta claramente no tiene ese objetivo.
Lo que sí considero importante es no dejar pasar desapercibidas algunas afirmaciones y suposiciones desafortunadas —unas claramente erróneas y otras distorsionadas— publicadas bajo el título “Amenazas en la red Grindr” (El Espectador, 09/27/15).

El mensaje que transmite la citada noticia puede llevar a conclusiones equivocadas sobre un tema que es muy sensible para la Universidad. El respeto y la tolerancia a la diversidad son pilares básicos en los que siempre ha descansado la filosofía de esta institución y la manera como se dirimen este tipo de situaciones en Los Andes dista mucho de lo descrito en dicho artículo.

Esta Universidad está haciendo importantes esfuerzos por contribuir con acciones específicas en este nueva etapa de reconciliación, que afortunadamente comienza para todos los colombianos. Artículos como este no corresponden a la realidad del trabajo diario de nuestros estudiantes, profesores y empleados y resultan nocivos para su imagen.

Muy brevemente comento aspectos que me parecen pertinentes:
1- La universidad sí atendió y dio apoyo directo y personalizado a los estudiantes desde un principio. La periodista no llamó a autoridad alguna de la universidad para contrastar esta información.

2- Hasta ahora no hay indicio evidente que lleve a suponer que la intimidación provino de un estudiante de la universidad.

3- Las amenazas fueron anónimas y en una red social. La universidad no puede excederse en sus atribuciones investigativas, que son resorte de las autoridades competentes.

4- La periodista menciona los “casos similares que han ocurrido desde 2013”. La universidad no tenía conocimiento de ellos.

La realidad es tan distinta a la expresada en el artículo, que la decana de Estudiantes recibió una carta firmada por los dos estudiantes involucrados, en donde aseveran: “queremos expresarte nuevamente nuestro agradecimiento por tu apoyo y solidaridad en el caso”.

Finalmente, quiero compartirles que un grupo grande de profesores uniandinos está circulando una carta que confirma la posición de la universidad sobre estos temas, a la cual he pedido que se adhiera mi nombre.

Pablo Navas Sanz de Santamaría. Rector, Universidad de Los Andes.


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Emilio Ferrer Enviado: 07/11/2015 18:08
Miedo en Los Andes
Desde que la denuncia se hizo pública se ha sabido de, al menos, 22 casos de amenazas con las mismas características contra estudiantes uniandinos. Grindr es una red social creada especialmente para que hombres homosexuales puedan conocerse y encontrarse, con fines que van desde la amistad hasta los encuentros sexuales. En el perfil de cada persona aparecen su nombre (que puede ser seudónimo), edad, peso, estatura, y algunas fotos. Grindr fue la primera aplicación móvil en usar la geolocalización para facilitar estos encuentros y es la precursora de la popular red Tinder, usada mayoritaria —aunque no exclusivamente— por heterosexuales.

El 28 de agosto, cuando el defensor de derechos humanos y activista Sebastián Lanz Sánchez estaba en los alrededores de la universidad, recibió un primer mensaje: “Loca, drogadicta, afeminada”. Según la aplicación, el agresor estaba a pocos metros. Dos días después las agresiones escalaron a amenazas de desfigurarle la cara con ácido, a él y a su hermano Alejandro, también defensor de derechos humanos. Alejandro cuenta que recibió amenazas parecidas hace un año, a través de la misma red y con el mismo lenguaje. En las amenazas previas el agresor declaraba que era “un man de clóset uniandino”. Esta situación es especialmente preocupante dado que los ácidos corrosivos no tienen venta regulada en el país. Por eso, incluso si el agresor no planea cumplir con sus amenazas, obliga a toda la comunidad LGBT de la universidad a asistir a clases con miedo, entorpeciendo su acceso al derecho a la educación.

Sin embargo, ante la denuncias de los hermanos Lanz, la universidad contestó que “las amenazas no se llevaron a cabo en la Universidad de los Andes” y que, como ocurrieron en un medio que “no es institucional”, la universidad no puede hacer nada. Según el artículo 120 del reglamento de la universidad, para que la institución sea competente en lo disciplinario los hechos deben ocurrir dentro de sus instalaciones y, en el momento de la falta disciplinaria, la persona debe tener la calidad de estudiante. Sin duda, la universidad no puede abrir una investigación contra un agresor indeterminado, y encontrar su identidad corresponde a la Fiscalía, pero la universidad no puede pretender que estas amenazas le son ajenas. Con su desafortunada respuesta, lo que están diciendo es que si agreden, violan o atacan a un estudiante de la comunidad uniandina por fuera del perímetro de la universidad, la institución puede lavarse las manos. Además, la respuesta parece asumir el trazado de este perímetro de la manera más anticuada, pues no incluye los espacios digitales, que no por ser “virtuales” son menos reales. Dados los estrictos (y exagerados) controles que tiene la universidad para el ingreso a sus instalaciones, es altamente probable que el agresor haga parte activa de su comunidad y esto es un indicador de un serio problema de homofobia en la Universidad de los Andes. Varios profesores de la universidad circularon una carta rechazando las amenazas (y ésta fue firmada incluso por el rector y la ombudsperson de la universidad, Margarita Gómez, quien emitió la lastimosa respuesta de la institución), y hasta se envió una carta a El Espectador (parece que la universidad está más preocupada por el escándalo), pero a la fecha no hay una respuesta institucional satisfactoria.

Ya en Egipto, el año pasado, y en México, este año, se conocieron casos de amenazas como estas a través de la misma red, es decir: este ataque a los espacios de interacción seguros que tiene la comunidad gay, históricamente perseguida, se está replicando alrededor del mundo. Una universidad como Los Andes, que se ufana de ser de las más avanzadas de Latinoamérica, tiene que crear políticas para investigar y prevenir acoso y amenazas dentro de su comunidad en espacios digitales. Más cuando este tipo de amenazas están caracterizadas dentro de cuadros de homofobia y van en contra de defensores de derechos humanos e incluyen discursos de odio, lo que las convierte en una violación grave a los derechos humanos. La violencia, digital, verbal o física, sigue siendo violencia, y no puede ser que una universidad tan prestigiosa se desentienda de estas amenazas; es inadmisible que un sector de sus alumnos tenga miedo de ir a estudiar.
 
Catalina Ruiz-Navarro


 
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