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General: Cuba y la Ceiba que se les muere sin remedio.
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: administrador2  (Mensaje original) Enviado: 19/11/2015 17:55
bandera_cubana_corazon.gif (100×88)CUBA EN UNA CEIBAbandera_cubana_corazon.gif (100×88)
 
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El Templete de La Habana. 
Quien morira primero: El Fifo (Fidel) o La ceiba? He ahi la cuestion. Je,Je,Je..
              Por Regina Coyula  | Desde La Habana  | 14yMedio
Los babalawos y los señores del Gobierno han de estar preocupados por razones diferentes pero con igual intensidad. La ceiba de El Templete se les muere sin remedio.
  
La ceiba ya era considerada sagrada entre los mayas y el pueblo náhuatl, pero la connotación que tiene para los cultos sincréticos de origen africano este majestuoso árbol oriundo de Centroamérica es enorme. En la Regla de Osha, la ceiba es el asiento de Iroko, o es Iroko mismo cuando la ceiba está consagrada. Los abakuás no inician sus liturgias sin antes rendirle tributo. Muchos de sus rituales se desenvuelven bajo su fronda y, al fundarse una nueva potencia, plantan una ceiba y le hacen ofrendas mientras se expresa: "Si prospera, prospera nuestra nación, si se seca, nuestra nación será destruida".
  
La historia de la ceiba de El Templete es confusa. Los españoles, con toda seguridad, la encontraron al fundar por tercera vez la ciudad, y hay quien, en contra de toda la tradición popular, considera ese árbol símbolo del escarnio a que eran sometidos los transgresores de la ley colonial y los esclavos, víctimas de latigazos, atados al formidable tronco.
  
Por decisión de Juan Manuel Cagigal y Martínez, capitán general de Cuba entre 1819 y 1821, la ceiba primigenia fue removida y en su lugar se levantó el obelisco conocido como Columna de Cajigal. Sus múltiples sucesoras no parecen haber tenido tampoco una muerte natural. El Cabildo decidió cortar la ceiba en vísperas de la construcción de El Templete, en 1827, con el argumento de los perjuicios que traería a la construcción de monumento y que luego podría sembrarse otra u otras donde fuere conveniente en el propio lugar. Finalmente, el Ayuntamiento no vio la necesidad de reponer esa ceiba, pues decidió que con el monumento se perpetuaba la memoria de la primera misa y el primer cabildo.
  
Por otra parte, el historiador Emilio Roig de Leuchsenring sostiene la muy razonable hipótesis de que la remoción de la Plaza de Armas al menos tres veces entre 1559 y 1577 no permite asegurar que el sitio que conocemos en la actualidad fuera el mismo donde creció la ceiba bajo la que se supone que tuvo lugar el ritual que define el momento de la fundación de la ciudad.
 
En el caso de la ceiba más visitada de La Habana ‒la actual, la que las personas rodean tres veces y tocan mientras piden un deseo, una ceremonia con la resonancia de las leyendas de Iroko y Aggayú‒, cuando comenzó a perder follaje, se mandó buscar a los especialistas de flora y fauna y del Jardín Botánico, quienes la revisaron y no encontraron la causa. Habría hecho falta un geriatra forestal a pesar de que la ceiba es un árbol que vive largos años. No obstante, la han atendido con esmero y, aunque se encuentra libre de plagas y se limitó el acercamiento del público, en la actualidad sus ramas secas y el tronco grisáceo anuncian que está en las últimas.
 
Ya sea por superstición, por orientación de instancias superiores o por ambas, la vida de la ceiba de El Templete debe alargarse. Además de los babalawos, quienes buscarán sus respuestas en Ifá, a los cubanos descreídos de dientes para afuera, a falta de información ‒y no sobre la salud de la ceiba precisamente‒ les dará por hacer interpretaciones y establecer la relación entre la muerte del árbol venerado y otras muertes, ya sean físicas o sistémicas.
 
Para más inri, muchos vecinos de la Habana Vieja aseguran que la ceiba actual, en la emblemática esquina norte de la Plaza de Armas, fue plantada en 1959.
 
Me atrevo a asegurar que muy pocos de los que en silencioso fervor circundan tres veces el árbol sagrado conocen esta poco divulgada frase de Fernando Ortiz: "A esa ceiba debiera concurrir nuestro pueblo habanero en peregrinación, cada vez que sienta mermadas sus libertades". ¿Quién se atrevería hoy a dudar que en muchísimos de los devotos del añoso árbol no esté presente el espíritu de la frase de Don Fernando?
             cuba.gif CUBA image by morniagfxmonster
La verdadera Historia de la Ceiba del Templete de San Cristobal de La Habana.
Los textos mayas del Postclásico hablan de cinco ceibas que fueron colocadas por los dioses al principio del mundo: la roja, al este; la blanca, al norte; la negra, al oeste; la amarilla, al sur y la verde, al centro. La ceiba central, llamada Yax -Imix- Che, es el eje del mundo; las otras cuatro, son sus proyecciones.
 
Esta nuestra ciudad de San Cristóbal de la Habana , fue fundada por Diego Velázquez el día 25 de julio de 1515, festividad de San Cristóbal, en la costa Sur de la Isla de Cuba, cerca de la boca del río Onicajinal, que desagua en la ensenada de Batabanó. A fines del año siguiente se le trasladó a la costa Norte, junto al puerto que Sebastián de Ocampo hubo de denominar Carenas, cuando fondeó y carenó en él sus dos frágiles y gallardas carabelas.
 
Árbol sagrado para los abakuás, al igual que para los practicantes de la Regla de Osha, la ceiba, a la que llaman Ukano benkosi es representación material de Abasí (Dios Supremo). Al pie de una ceiba que hundía la mitad de sus raíces en el río sagrado Oddán, fue sacrificada Sikán; de la madera de esa ceiba fabricó Nasakó el primer tambor Ekwé, portador de la Voz.
 
En todo baroko o casa templo abakuá debe existir una ceiba. Sin rendirle tributo a este árbol, no se realiza ningún rito. Bajo su sombra se preparan los iniciados. Antes de la iniciación la ceiba es incensada y rayada. Al fundarse una nueva potencia, se planta una ceiba y se le hacen ofrendas mientras se dice: "Si prospera, prospera nuestra nación, si se seca, nuestra nación será destruida".
 
A poco de fundada se la dotó de un Ayuntamiento, colocándosela bajo el mando de un delegado de Velázquez, Pedro Barba, que ostentaba el título de teniente-a-guerra. Y asegura la tradición, con todos sus prestigios venerables, que junto al puerto, a la sombra de una hermosa ceiba, se dijo la primera misa y se celebró el primer cabildo. La crítica histórica, a este respecto, se muestra llena de reparos.
 
Cronista ha habido – nos referimos al erudito Dr. Manuel Pérez Beato – que luego de negar el hecho, consigna este otro extremo: “Allí sí hubo una ceiba pero la cual en vez de veneración, le guardarían horror los vecinos de la villa porque en ella se azotaban a los que caían en pena por alguna causa, como evidencia el acta municipal de 8 de febrero de 1556”. (Inscripciones cubanas de los siglos XVI, XVII y XVIII. – Habana. – 1915.) A la postre la afirmación habría que probarla cumplidamente para no destruir, sin embargo, el bello y amable recuerdo; que no basta negar las leyendas para condenarlas a muerte. La historia sería un libro muy árido, sin ese gran poeta que es el pueblo y se encarga, a cada paso, de adornarla con remembranzas más o menos ciertas, pero casi siempre felices.
 
La ceiba precolombina, desafiando el furor de los huracanes tropicales y resistiendo a la hostil impiedad de los hombres,pudo conservarse hasta el año 1753 en que, gobernando la isla el capitán Francisco Cagigal de la Vega, ordenó fuera reemplazada por un pobre monumento en forma de pilastra triangular, de nueve varas de alto. La simbólica ceiba había desaparecido. ¿Cómo? Afirman unos que se esterilizó por vieja o maltratada. Otros acusan al gobernador Cagigal de su destrucción. Llegó a decirse que el Virrey, enojado porque el árbol le impedía contemplar el panorama del puerto y el arribo de los bajeles españoles, fue su verdugo y por su orden hacha vulgar le derribó en tierra. Aseguróse, también, que el representante de la Gran Bretaña en la Habana – a lo que parece el único que en aquellos días sospechaba el valor del árbol – adquirió un pedazo con destino al Museo Británico; y que el resto, comprado como leña por anónimos industriales, fue quizá a alimentar los hornos de los panaderos de entonces para cocer el pan destinado al impío vecindario de la ciudad.
 
La inculpación hecha al gobernador Cagigal no tiene ningún fundamento sólido. Lo de la adquisición por un cónsul extranjero, de un fragmento de la ceiba derribada, se registra en algunos papeles viejos. Por ejemplo, el doctor Domingo Rosain en su extraño libro “Necrópolis de la Habana. – Historia de los cementerios de esta ciudad” (Habana 1875) manifiesta: “En 1753 derribada la que existía (la ceiba) sus fragmentos se vendieron para leña, comprando algunos el cónsul de los Estados Unidos para el Museo de Washington”.
 
En nuestros días ha defendido la memoria de Cagigal de aquel atentado, el Dr. Eugenio Sánchez de Fuentes en su libro “Cuba monumental, estatuaria y epigráfica” (Habana, 1916) sosteniendo la opinión de que el árbol fue derribado por un huracán o se esterilizó a consecuencia de los trabajos realizados, cerca de él, para la erección de la pilastra. “¿Cómo es posible asegurar – arguye – que Cagigal de la Vega, por la satisfacción de un mero capricho personal, inocente inclusive, desoyera la voz serena de la razón y realizara semejante atentado a la historia patria, prescindiendo no ya de nuestro ayuntamiento, representación legítima de la ciudad, que de seguro al conocer su propósito, se hubiera realmente opuesto, así como su procurador el ilustre don Manuel Felipe de Arango; sino de justísimos cargos que contra él, todo nuestro pueblo, hubiera formulado cívicamente, por tan bárbaro proceder? Además, es cosa averiguada, con absoluta certeza, que poco tiempo después de la erección del obelisco, tres nuevas ceibas fueron sembradas. Y a la verdad, la lógica inflexible de los hechos, nos hace deducir que el supuesto sacrificio de la precolombina, resultó completamente inútil toda vez que con la columna y el sembrado de los nuevos árboles, el campo de la visualidad quedó mucho más limitado que antes.”
 
Todo indica que la Ceiba inicial contenía  juramentos de Tainos de la zona  , y fue utilizada como base de azotes y  de una conquista dolorosa y cruel. Siendo a la vez fundamento religioso de esas tierras , otrora Taínas.
 
La traducción la ha dado el doctor Juan Miguel Dihigo, latinista y catedrático de Nuestra Universidad, que le hizo a la leyenda ciertas modificaciones . Dice así en castellano: “Detén el paso caminante, adorna este sitio un árbol, una ceiba frondosa, más bien diré signo memorable de la prudencia y antigua religión de la joven ciudad, pues ciertamente bajo su sombra fue inmolado solemnemente en esta ciudad el autor de la salud. Fue tenida por primera vez la reunión de los prudentes concejales hace ya más de dos siglos: era conservado por una tradición perpetua; sin embargo cedió al tiempo. Mira pues y no perezca en lo porvenir la fe habanera. Verás una imagen hecha hoy en la piedra, es decir el último de Noviembre en el año 1754.”
 
La ceiba está también presente en el habla del cubano. Así lo atestiguan algunos refranes: “Dios está en la ceiba, y la ceiba no la tumba el viento”,  “El que sacude una ceiba sólo sacude su cuerpo”.
 
      *Massiel Rodríguez desde Miami

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 Cubanos hacen rituales  bajo su fronda 
 



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