Hoy muchos piensan que salvar al planeta es una tarea de
Superhéroes, frente a los fanáticos que amenazan nuestra civilización
Superman protagonizado por Matt Bomer, orgullo gay. Casado en el 2011 con el publicista, Simon Halls
Por Angelica Mora | Nueva York | Cubanet
La Tercera Guerra Mundial está ahí, al frente nuestro, aunque muchos todavía quieran negar esa realidad. Sin embargo, esta nueva conflagración es aún peor, porque se presenta en una forma diferente a los anteriores conflictos mundiales. Se debe a que el enemigo está disperso, camuflado en células invisibles y presente en todas partes. Por eso mismo no hay un país, ciudad o territorio, por distante que esté, que pueda decir que está a salvo.
En la Segunda Guerra Mundial existió el Holocausto y la mayoría de las naciones no supieron de su existencia hasta el final del conflicto. Hoy, debido al auge en las comunicaciones, los gobiernos y pueblos del mundo se han enterado de la existencia del Estado Islámico que secuestra y ejecuta en la forma más cruel posible a sus víctimas: hombres, mujeres, niños y ancianos.
Un hecho resaltante es que muchos de sus integrantes son europeos que se unieron al grupo. El reclutamiento es despiadado; pero también hay voluntarios, tan fanáticos como los jefes que dirigen las sangrientas acciones.
Pero estos terroristas no se limitan a los territorios ya conquistados, sino que quieren adueñarse del mundo entero, a sangre y fuego, como lo han demostrado últimamente con los atentados contra el avión ruso, con los trágicos sucesos de París, el ataque en Mali, (ex colonia francesa) y con las amenazas de seguir atacando a los aliados, especialmente en el Reino Unido, Italia y los Estados Unidos.
Estos terroristas han dicho, y lo demuestran con hechos, que quieren adueñarse del mundo. Para controlarlos los gobiernos en peligro deben emplear la unión, por encima de ambiciones políticas; y para tratar de acabarlos se debe ser tan implacable como lo son estas bandas, que asesinan sin piedad a los “infieles”.
Los yihadistas, y en especial el Estado Islámico, quieren someter, aniquilar y adueñarse de Occidente para establecer su supremacía en un Califato Mundial, donde todas las libertades quedarían anuladas.
El peligro está presente y los terroristas podrían tener incluso armas químicas, elemento que no ha sido destacado lo suficiente por los que ocultan muchos factores de esta nueva guerra, posiblemente con la idea de no causar alarma y pánico en la población. Pero esta cautela no se puede mantener por más tiempo frente a la amenaza real de cada día.
Ni un autor de ciencia ficción hubiera pensado que surgiría en la Tierra un grupo tan radical y despiadado como lo son los integrantes del Estado Islámico, cuya ambición es adueñarse del planeta entero.
Incluso en la historieta de Superman, el cientifico Jor-El, padre del ficticio superhéroe –quien puso en una cápsula espacial a su hijo cuando estaba a punto de estallar el planeta Krypton, y lo envió a salvo a la Tierra– no pensó que con los años iban a surgir en este planeta energúmenos citando el Corán y asesinando cruelmente a sus semejantes.
Desde el debut de Superman han transcurrido siete décadas, durante las cuales el personaje ha sido recreado y renovado en múltiples ocasiones. Hoy muchos piensan que salvar al planeta es una “tarea de Superman” y quisieran tener la protección del Hombre de Acero frente a los miembros del Estado Islámico y otros fanáticos, que amenazan nuestra civilización.

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