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De: cubanet201 (Mensaje original) |
Enviado: 14/12/2015 14:20 |
Un año después de aquel 17 de diciembre “La única puerta que queda abierta es la de emigrar
Cómo y cuándo no sé, pero ya estoy convencida que mientras gobiernen los mismos, hay que largarse de Cuba”
La génesis del plan Obama, de tender un puente con emprendedores
privados y los cubanos de a pie, ha sido dinamitado por el Gobierno de Raúl Castro.
Por Iván García / Especial para Diario las AmericasEn un sótano ennegrecido por la humedad y el hollín, junto a dos trabajadores, Leonardo Santizo elabora galletas, dulces y turrones de maní para vender.
Al fondo de la habitación, amontonados en sacos de nailon, hay cientos de kilogramos de maní sin tostar, bidones de aceite vegetal y harina. Al otro lado, sobre una mesa estropeada y sucia, hay un termo de café recién hecho. Mientras trabajan, los laboriosos hombres fuman un cigarrillo tras otro.
“Estamos en pie desde la 5 de la mañana y trabajamos hasta la 4 de la tarde. En cada jornada elaboramos 600 pasteles, 100 paquetes de galletas y 400 tabletas de maní molido. La ganancia promedio es de 400 pesos diarios (unos 16 dólares al cambio). A veces un poco más. Vendemos las galletas y dulces al por mayor a negocios privados minoristas”, relató Leonardo.
Como en todo negocio privado, aplican una doble contabilidad y compran la materia prima en el mercado negro. “Hay un balance financiero amañado para la ONAT (institución que gestiona el trabajo privado en Cuba) y otro que lleva el dueño del negocio, con los gastos y beneficios reales. Eso funciona así en todos los negocios particulares”, añadió.
Más tarde recordó como el 17 de diciembre de 2014, los tres estaban almorzando y escuchando música salsa en un radio de batería, cuando un locutor anunció que Raúl Castro pronunciaría una importante alocución.
“Nos quedamos sin palabras. Después de tantos años con la matraca del imperialismo yanqui, ambos presidentes cuadraban sus diferencias. Por la tarde hicimos una colecta y compramos un litro de ron Havana Club Añejo siete años, y nos pusimos a hacer planes. Pensábamos que las cosas mejorarían y podríamos adquirir materias primas en el norte. Ha pasado un año y las cosas siguen igual de jodidas", confesó Leonardo.
Luego de tomar un poco de café, continuó su descarga. "Y nosotros le podemos dar gracias a Dios que en un día ganamos lo que un profesional gana en un mes. No soy optimista. Estos tipos (el Gobierno) no tienen la intención de que la gente viva mejor. Todos los negocios los quieren administrar ellos”.
El 17 de diciembre fue un parteaguas en la vida nacional. Es muy difícil que las personas en Cuba no recuerden qué estaban haciendo, justo al mediodía cuando estalló la bomba informativa.
Luis Carlos, taxista privado, estaba manejando uno de los miles automóviles híbridos que circulan por La Habana, con chasis de coches facturados en los talleres de Detroit en la década de 1940-50 y ahora ruedan con motores y piezas de autos modernos.
“Como todo el mundo en Cuba, creí cosas. Me dije, coño, ya se acabó la jodedera y el dime que te diré entre los yanquis y el Gobierno cubano. Esa noche, ya en la casa, pensé que pronto llegarían los restaurantes de comida rápida, bajarían los precios del billete aéreo a Miami y las tiendas se desbordarían de alimentos y pacotillas de la Yuma. Un año después, el juego de dominó sigue trancado”, dijo Luis Carlos.
Si usted charla con los cubanos que desayunan solo café, más o menos ése es el registro de opiniones. En doce meses se ha pasado de las expectativas exageradas al peor de los pesimismos.
El balance tras un año de relaciones diplomáticas y la hoja de ruta del presidente Obama para empoderar al pueblo cubano y extender el uso de las nuevas tecnologías es magro.
Apenas contamos con cuatro decenas de plazas públicas, donde por dos pesos convertibles la hora (el salario de dos jornadas de un profesional), se puede acceder a internet de manera inalámbrica.
A esto sumamos, un contrato de la empresa de telecomunicaciones estadounidense IDT con ETECSA y el aluvión de estadounidenses famosos que han visitado Cuba, y poco más.
Del atasco porque en un año no haya habido un intercambio comercial más amplio, el régimen verde olivo culpa al embargo económico, a la base militar de Guantánamo, a Radio Martí y TV Martí, a la Ley de Ajuste Cubano o cualquier otro comodín.
En estos 12 meses, la autocracia en la Isla solo ha sabido quejarse. O escuchar solo propuestas de futuros negocios con agrupaciones estatales. Casi todas en la órbita de empresas militares.
La génesis del plan Obama, de tender un puente con emprendedores privados y los cubanos de a pie, ha sido dinamitado por el Gobierno de Raúl Castro.
No es un secreto que el ejecutivo isleño no sienta simpatía por los pequeños negocios familiares. En uno de los primeros acápites de la biblia económica del régimen, los llamados Lineamientos Económicos, se expresa que el Estado no admitiría concentración de capitales en manos de particulares.
De ahí parte la estrategia de no permitir que los cubanos de la Isla puedan invertir en su propio país o los trabajadores privados establecer importaciones o negocios con empresas extranjeras.
Mientras los negocios privados sean percibidos como nidos de delincuentes, las buenas intenciones tras el 17 de diciembre se quedan solo en las buenas intenciones.
La mayoría de los cubanos se sienten preparados para una reforma económica de calado, acceder al capitalismo moderno y la economía de mercado.
La ingeniera Yohanna creció convencida de los beneficios del socialismo marxista y creyó en las utopías del comunismo científico. La noche que antecedió al 17D, caminaba de rodillas a la entrada del santuario de San Lázaro, al sur de La Habana, para pagar una promesa a uno de los santos más populares en Cuba.
“Le pedí al viejo (San Lázaro) que además de salud nos bendijera, pues mi esposo y yo teníamos planes de marcharnos a Estados Unidos por vía terrestre desde Ecuador. A la mañana siguiente, tras escuchar la noticia del restablecimiento de relaciones, aplazamos los planes pensando que las cosas mejorarían. Pero viendo el panorama actual, la única puerta que queda abierta es la de emigrar. Cómo y cuándo no sé, pero ya estoy convencida que mientras gobiernen los mismos, hay que largarse de Cuba”.
Es evidente el divorcio entre el deseo popular y la narrativa oficial. Mientras las optimistas noticias oficiales nos dicen que el país crece, un segmento amplio de cubanos decepcionados se sienten atrapados en un callejón sin salida.
La economía sigue haciendo agua, los salarios son un chiste y hacer dos comidas calientes necesita un acto de prestidigitación. Y el Gobierno no se entera.
Iván García Desde Cuba
Embajada de EE.UU. en Cuba
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Un año después del 17-D
LA VIDA SIGUE IGUAL O PEOR PARA OTROS
El 17 de diciembre se cumplirá el primer año del anuncio de una política de llamada normalización de las relaciones entre Cuba y EEUU. Aún sin saber con algún grado de rigor en qué consiste la normalización, cabe preguntarse en qué dirección va el proceso, cuánto se ha avanzado y sobre todo quiénes se han beneficiado hasta ahora. En lo que sigue me enfoco en los cambios económicos que pueden haberse logrado en este período y en los beneficios correspondientes que pueden haberse derivado para los ciudadanos cubanos que no ostentan cargos importantes en el país.
Con la información disponible, que como siempre es escasa, se puede afirmar que el cambio de mayor importancia ha consistido en un aumento significativo del número de visitantes norteamericanos a Cuba. Esto representa un aumento de los ingresos en divisas principalmente para el Gobierno cubano y los operadores extranjeros de instalaciones turísticas. Se puede suponer que una parte del aumento de los ingresos puede haber beneficiado al sector cuentapropista, formal e informal, que brinda servicios al turista, pero no hay manera de saber en qué magnitud.
O sea, lo que hasta ahora es el evento económico de mayor significación en Cuba desde el 17 de diciembre de 2014 es resultado de una decisión unilateral del Gobierno de EEUU, no del cubano. Es importante señalar que este último parece descansar en que EEUU tome todas las medidas que han de mejorar la economía cubana, sin ir más allá de las reformas listadas en los "lineamientos" de hace casi cinco años. Es de notar que tales reformas no se han materializado debidamente o que hasta ahora no han tenido los resultados esperados. En este sentido la reforma más importante es la implementación de la Ley de Inversiones Extranjeras, que hasta el momento no parece haber atraído capitales y proyectos a pesar de las muchas actividades que en tal sentido se han llevado a cabo.
Es cierto que un año es poco tiempo para lograr cambios sustanciales en la economía de un país, pero el mismo viene detrás de los cinco años transcurridos desde la adopción de los llamados "lineamientos". La referencia de Raúl Castro sobre la velocidad de las reformas indicando que las mismas deberán hacerse "sin prisa pero sin pausa" contradice lo que parece ser una verdadera parálisis de la gestión del Gobierno cubano.
Varios factores sugieren que la situación actual de la economía continúa siendo precaria. Por un lado las recientes declaraciones del vicepresidente Machado Ventura, incitando a elevar la producción agropecuaria, son congruentes con los informes que se reciben de manera continua sobre la escasez crónica de alimentos y otros abastecimientos que afecta a todo el país.
Por otro lado, el éxodo de cubanos buscando residencia en EEUU es una expresión de que las expectativas de la población sobre el futuro de la economía no son alentadoras. A esto se le pueden añadir los recientes informes llegados de la Isla sobre la represión de actividades por cuenta propia que no son del agrado del Gobierno. Todo esto indica una hostilidad gubernamental hacia actividades económicas que pudieran mejorar, aunque sea marginalmente, el bienestar de algunos ciudadanos.
En general, el Gobierno de Raúl Castro no parece interesado o es simplemente incapaz de crear un clima favorable a los negocios que en última instancia contribuirían a sacar la economía nacional de su crisis permanente. Un ejemplo muy reciente es la orden dada por Raúl Castro de expropiar 20 viviendas y dos restaurantes en el vecindario de su casa por motivos no declarados, pero que manda un mensaje inequívoco a posibles inversionistas sobre la incertidumbre que rodea cualquier forma de propiedad o derecho de posesión o usufructo en Cuba. O sea, Cuba se sigue administrando como una monarquía absoluta y primitiva (o quizás peor, como un simple presidio) cuando de un plumazo el jefe de Gobierno, sin restricción legal alguna, puede tomar arbitrariamente medidas tan radicales como la expropiación de viviendas.
A pesar de las críticas al estado de la economía cubana que el propio Raúl Castro formuló y alentó hace años como preámbulo a un programa de reformas, la realidad es que la economía no da muestras de estar experimentando mejoras sustanciales, no solo para beneficio de la población sino para el propio Gobierno, lo cual es insólito. ¿Qué es lo que realmente está sucediendo en Cuba? ¿Es que Raúl Castro no se atreve a adoptar las medidas que él mismo patrocinó bajo los llamados lineamientos hace casi cinco años? ¿O será que las burocracias administrativas y del Partido están impidiendo los cambios necesarios para mejorar el estado de la economía nacional?
Mientras tanto, el país sigue su proceso de deterioro continuo, con su dependencia permanente de fuentes externas de ayuda, ahora con la posible adición de EEUU, y la pérdida adicional de su capital humano en forma de trabajadores jóvenes según se puede observar en el éxodo actual. Ese capital es el recurso, posiblemente el último, que le queda a Cuba para recuperarse de este cataclismo económico y social. Pero este deterioro no puede seguir indefinidamente. En algún momento deberá alcanzar un punto de equilibrio, aunque no sabemos cuándo ni cuales serán las consecuencias finales.
La revolución cubana se le vendió a la población y al mundo como un proceso en busca de la independencia económica del país con relación a EEUU. La gran ironía de esta historia es que después de casi 55 años de sufrir el engendro castrista de socialismo para lograr ese objetivo, el futuro de la economía cubana depende ahora más que nunca de las decisiones que emanen de Washington, gracias a la ineptitud e irresponsabilidad de los hermanos Castro, agravadas por la incapacidad de implementar las reformas anunciadas.
FELICES FIESTAS
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