El deshielo y San Lázaro se disputan una fecha: el 17D
Una imagen de San Lázaro en una calle habanera. (14ymedio)
Por Orlando Palma | Desde La Habana | 14yMedio
Cientos de peregrinos y pagadores de promesas amanecieron este jueves en el santuario del Rincón, al sur de La Habana. Las portadas de los periódicos del mundo celebran el primer aniversario del anuncio del deshielo entre Cuba y Estados Unidos mientras la población de la Isla enciende velas a una figura con llagas y muletas. El 17 de diciembre se ha impuesto como una fecha diplomática, pero en esta tierra sigue siendo el día de San Lázaro, el santo de los enfermos y los marginados.
Ramón Zulueta es uno de los peregrinos que esperó la medianoche en la abarrotada capilla donde algunos rezan a la imagen católica que otros llaman Babalú Ayé. Hace unos meses que Ramón vio partir hacia Ecuador a su único hijo, que ahora forma parte de los miles de cubanos varados en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua. "Vengo a pedirle al santo que me lo ayude", explica a 14ymedio sosteniendo en sus manos un pequeño avión de madera que lleva como ofrenda.
Una pareja de adolescentes, que ha llegado desde Matanzas, reza muy cerca del altar para que "no vayan a cerrar", en referencia a la posible eliminación de la Ley de Ajuste Cubano que otorga a los residentes en la Isla privilegios migratorios para ingresar en territorio estadounidense. "Ya le dije al 'viejo' que si me ayuda a llegar, del lado de allá le voy a mandar a levantar una imagen a tamaño natural", promete el joven besando su puño cerrado.
A pocos metros se encuentra una pareja acompañada de sus hijos pequeños, entre ellos un bebé de apenas seis meses. "Queremos un 2016 con salud y prosperidad", pide la mujer, que regenta una cafetería privada en el cercano poblado de Santiago de las Vegas. "Para nosotros no ha cambiado mucho la cosa", responde cuando se le pregunta sobre las repercusiones del restablecimiento de relaciones entre Washington y La Habana, pero agrega "ya nos tocará algo".
Junto al color morado y las prendas confeccionadas con saco de yute para agradar al santo leproso, se alternan las barras y estrellas del país del norte estampadas en la ropa de algunos de los congregados. Una de las transformaciones más evidentes de estos últimos 12 meses es la proliferación de la enseña del Tío Sam sin que genere el rechazo oficial de antaño.
Los cubanoamericanos también se hacen presentes en el lugar. "Ahora nos resulta más fácil viajar", cuenta Victoria, hija de padres exiliados que nunca han regresado a la Isla pero a quienes les lleva de vuelta una colección de fotos de "los lugares que amaron". Las medidas de flexibilización adoptadas por Barack Obama sobre el envío de remesas han ayudado mucho a los más ancianos de su familia "que están del lado de acá", asegura.
Entre la avalancha de las declaraciones diplomáticas y reuniones en que participan ambos Gobiernos, la población cubana trata de sacar partido a los acuerdos más prácticos, que hasta ahora "son pocos", reflexiona Victoria. La subida del monto de las remesas y la ampliación a 12 categorías para los viajes a Cuba son hasta ahora "las medidas más populares".
"A mi me ha ido muy bien", asegura Esteban, un joven de 32 años que trabaja como mesero en un restaurante privado del habanero municipio Playa. "Ahora van muchos yumas a comer y dejan buen dinero", comenta. Para Esteban, lo mejor de este año de restablecimiento de relaciones entre los sempiternos enemigos es "que se va colando en Cuba la costumbre de dejar el 10% de propina", dice sonriente.
Un hombre entra temprano a rastras a la parroquia con una enorme piedra a cuestas. Los rayos del sol apenas dejan todavía identificar las sombras alrededor. Se calcula que cada año más de 15.000 peregrinos arriban en menos de 48 horas a este poblado en el municipio de Boyeros para pedir por más salud o mejor fortuna. La mayoría son gente muy pobre, aunque también la nueva clase media emergente se deja ver por el lugar.
"El año pasado vine caminando como cinco kilómetros, pero esta vez he hecho un sacrificio más grande. Pagué un Panataxi desde Centro Habana hasta el entronque", bromea un hombre que luce una camiseta con el rostro de Barack Obama. "Estoy pidiendo para que San Lázaro nos ilumine y abra los caminos de este país, porque si no el próximo 17 de diciembre no pienso pasarlo aquí", dice mientras coloca una vela roja junto a las otras ya encendidas.
Los familiares de presos también llegan a raudales. "Mi hijo ya ha halado cinco años y le quedan tres", comenta una señora que prefiere no dar su nombre y lleva en sus manos una estampa del anciano con sus dos perros que le lamen las heridas . "Vengo a pedirle a Babalú que se abran las rejas de las cárceles para mi hijo y para tantos jóvenes que lo único que han hecho es intentar sobrevivir en este país".
En el santuario, algunos se toman las manos y rezan en voz baja. Otros sacan los móviles y las cámaras para hacer fotos. Yassiel, de 27 años, ha filmado una decena de pequeños videos a la entrada del lugar con los pagadores de promesas cargando pesados brazos o piernas de madera. "Si hubiera una zona wifi aquí, los subiría enseguida", comenta.
Sin embargo, las conexiones a internet quedan muy lejos del tradicional santuario que parece detenido en el tiempo. Ni Barack Obama, ni Raúl Castro, ni siquiera el piadoso San Lázaro han logrado que en este año los cubanos disfruten plenamente del milagro de la conectividad. "Solo de promesas no vive el hombre", comenta Yassiel y no queda claro si se lo dice a la imagen de ese hombre con llagas y rostro dolorido que hoy ha vuelto a recuperar su 17D.
Orlando Palma