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General: Édith Piaf, hace cien años que llegó al mundo y su leyenda y mito sigue vivo
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 18/12/2015 18:33
Nació el 19 de diciembre de 1915
 La voz de Edith Piaf sigue enamorando cien años después de su nacimiento
 
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La mítica voz de Edith Piaf habría cumplido cien años y aún sigue vibrando en todo el mundo
En su Francia natal se recuerda estos días a la artista con la publicación de biografías, cartas y nuevas grabaciones
 
Uno de los gandes nombres de la música francesa cumple 100 años. Édith Giovanna Gassion, su auténtico nombre, cumple un centenario de su nacimiento en el número 72 de la calle Belleville de París, donde hace más de 50 años existe una placa conmemorativa."En las escaleras de esta casa nació el 19 de diciembre de 1915, en medio de la indigencia, Édith Piaf, cuya voz conmocionó más tarde el mundo", dice la incripción.
  
Robert Belleret, autor del libro "Edith Piaf, vivir para cantar", explica que "Al mismo tiempo es verdad que gracias a su voz casi sobrenatural esta niña de París, esta flor del asfalto, conquistó el planeta y todavía vibra en nuestras memorias", asegura el biógrafo.
  
Las canciones de Piaf siguen vigentes y en las últimas semanas se escucharon en los homenajes a las víctimas de los atentados del 13 de noviembre.
  
Coincidiendo con el centenario de su nacimiento se han publicado numerosos libros que recuerdan su carrera, sus amores y sobre todo las canciones de la "Môme" Piaf ("Pequeño gorrión" en francés).
  
El libre de Belleret reproduce documentos oficiales, entre ellos el certificado de nacimiento, pero también carteles, cartas y artículos de periódico.
  
Piaf también protagoniza un libro de recuerdos de su amiga Ginou Richer ,"Piaf, mi amiga", una biografía escrita por Claude Fléouter ("Edith Piaf, diez minutos de felicidad al día no están tan mal") y un libro con un centenar de cartas que escribió a su confidente Jacques Bourgeat entre 1936 y 1959 ("Cartas al amigo de la sombra").
 
2015 ha sido el año de Piaf en Francia. A principios de año hubo una gran exposición en la biblioteca nacional francesa (BNF) de París, en la que se pudo ver entre otros su célebre vestido negro.
 
También se inauguró una nueva estatua en el museo de cera de la capital y la cantante fue protagonista en julio del festival de música Francofolies, en la ciudad de La Rochelle.
 
Y Charles Aznavour, que fue su secretario y escribió letras para sus canciones, le rindió homenaje en un disco publicado en mayo, "De la môme à Edith".
 
No hay nada mejor para celebrar su centenario que escuchar de nuevo sus canciones
En principio no quedan canciones inéditas por descubrir desde que en 2003 se publicaron seis. Aún así el sello Warner ha aprovechado el centenario para publicar sus archivos, en este caso canciones grabadas por Piaf a partir de 1946.
 
Se trata de un conjunto de 350 temas, entre ellos los más conocidos, que han sido remasterizados a partir de discos de vinilo nuevos de 78 revoluciones y de grabaciones originales, todas ellas reunidas en 20 CD.
 
Según el director artístico de la edición, Mathieu Moulin, era "un deber" actualizar este repertorio "sin distorsionarlo", como pasó con las primeras grabaciones de Piaf, entre 1936 y 1945.
 
Esta nueva edición, explica Moulin, ha permitido corregir imperfecciones que había en algunas canciones. Es el caso de "Le bal dans ma rue" (1949), de la que sólo se conocía hasta ahora una versión demasiado rápida con relación a la original.
 
El trabajo de la discográfica también ha permitido descubrir que Piaf grabó en algunas ocasiones dos versiones de la misma canción, como en los casos de "Jezebel" (1951), "Les Amants de Venise" (1953) o "Heureuse" (1953).
 
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PRENSA CUBANA DE LA EPOCA DE LOS 50
 
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OLGA GUILLOT,  OLGA DE CUBA CON EDITH PIAF EN LA HABANA


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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 18/12/2015 18:46
Édith Piaf, cien años sin arrepentirse de nada
 
edith piaf main-m.jpg (720×405)
Foto Bibliothèque Nationale de France
Hija de un acróbata y de una obrera de la canción de origen
italiano, sus 47 años de vida estuvieron magullados por la sordidez y la necesidad
  
           ABC
Hace un siglo que Édith Piaf llegó al mundo, en el número 72 de la calle de Belleville, según la leyenda que ella misma alimentó, o en el hospital Thenôn de París, como prueba su acta de nacimiento. Sea cual fuera el punto exacto que la vio nacer, no hay duda de que el 19 de diciembre de 1915 marcó el inicio de la biografía de una cantante enorme atrapada en un cuerpo minúsculo, de solo 1,47 metros: Édith Giovanna Gassion. Más tarde le llegaría el sobrenombre artístico de «Piaf», que en argot francés significa «gorrioncillo».
 
Hija de un acróbata y de una obrera de la canción de origen italiano, sus 47 años de vida estuvieron magullados por la sordidez y la necesidad, incluso en sus días de gloria, cuando toda Francia y medio mundo se emocionaba al son de «Milord» o «La Vie en Rose». La infancia de Édith Piaf transcurrió entre la miseria, la enfermedad, los prostíbulos que regentaba su abuela y los circos ambulantes donde trabajaba su padre, quien la crió cuando se ausentó su madre.
 
Miseria y éxito
A los 14 años cambió el hogar familiar por los cabarés de Pigalle y, todavía adolescente, dio a luz a su única hija, Marcelle, que murió por una meningitis a los dos años y medio. Su primer éxito le llegó cuando tenía 20 años, gracias al empresario Louis Leplée, quien la bautizó como «La Môme Piaf» («La Muchacha Gorrioncillo») y le ayudó a grabar su primer disco. Pero el extraño asesinato de su mentor volvió a empujarla a los desfiladeros de la miseria.
 
Entonces conoció a dos de las personas que más marcarían la vida artística y personal de la diva de la «chanson française»: el compositor Raymond Asso, su nuevo mentor y amante, y la pianista Marguerite Monnot, que le acompañaría durante toda su carrera. Por fin Piaf saboreaba el éxito que tanto se le había resistido, amplificado tras la Segunda Guerra Mundial como símbolo de la Resistencia —sin demasiados méritos— para una Francia que necesitaba recuperar el orgullo perdido al claudicar ante la Alemania nazi.
 
En 1946 grabó «La Vie en Rose», probablemente la gran canción de su vida y la melodía que recientemente ha servido de banda sonora para muchos de loshomenajes a las víctimas de los atentados yihadistas del 13 de noviembre en París, que dejaron 130 muertos. Una canción parisina transportada en una voz que resiste al paso de «los años, las décadas y sobre todo las fronteras», explica a Efe Robert Belleret, autor de la biografía «Piaf, un mythe français».
 
Pero la tragedia nunca se despegó de Édith Piaf, que un par de años después conoció en Nueva York al boxeador Marcel Cerdán, de quien se enamoró locamente y que falleció un año después en un accidente de avión. A él le escribió «Hymne à l'amour». Convertida en una estrella internacional en los cincuenta, se casó con el cantante Jacques Pills y se lanzó al amor furtivo con Charles Aznavour y Georges Moustaki, mientras multiplicaba las curas de desintoxicación para desengancharse de la morfina.
 
Salvar el Olympia
Su diminuto y delicado cuerpo, maltratado por una vida montada en un carrusel de necesidad y exceso, empezó a encajar mal las embestidas de la vida y en 1960 los médicos le recetaron que dejara los escenarios. Pero Piaf prefería morir a dejar de cantar, o sabía que moriría si no podía cantar, que es casi lo mismo, y en 1961 ofreció un histórico concierto para sacar de la ruina al legendario Teatro Olympia de París.
 
Ante los ojos amigos de Alain Delon, Louis Armstrong, Paul Newman, George Brassens, Duke Ellington o Jean-Paul Belmondo, Piaf estrenó «Je ne regrette rien» (No me arrepiento de nada), emocionando a un auditorio con un canto hedonista empapado de alcohol, pasiones y opiáceos. Poco después se casó con el cantante Théo Sarapo, veinte años más joven, y el 10 de octubre de 1963 falleció en una casa de campo en la localidad mediterránea de Grasse.
 
Su cuerpo fue trasladado en secreto a París, donde al día siguiente se anunció que había muerto, siguiendo los deseos de Piaf. Flanqueado por medio millón de admiradores, su féretro atravesó la capital francesa hasta llegar al cementerio de Père Lachaise, donde reposan sus restos. No muy lejos de su tumba, en el mismo barrio de París que la vio nacer, hay ahora una pequeña plazuela con su nombre donde una estatua de bronce la recuerda con los brazos extendidos hacia un cielo que tanto le costó conquistar.
 
Un siglo después de su nacimiento en la peana de la efigie suelen sentarsecada día varios mendigos a compartir algo de vino y bastante de la escasez que marcó la vida de Édith Piaf.
                                                                             FUENTE ABC

Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 18/12/2015 19:18
El himno eterno de Édith Piaf
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Una nueva muestra rinde homenaje a la cantante en el centenario de su nacimiento
              Por Alex Vicent- EL PAÍS
En el centenario de su nacimiento y más de medio siglo después de su desaparición, Édith Piaf reaparece entre los vivos. Lo hace en la gran exposición que le dedica laBiblioteca Nacional de Francia hasta el 23 de agosto, en su faraónica sede del este de París. La voz firme y temblorosa de la cantante, nacida en la capital francesa en 1915, se propaga estos días por sus salas, donde cientos de fotografías reproducen su rostro de pájaro triste, recorriendo una trayectoria que la llevará de cabarets de mala muerte al mismo Carnegie Hall de Nueva York. A medio recorrido, se distingue su silueta menuda y de hombros encogidos, metida en su vestido favorito, confección de seda negra diseñada en los cincuenta por Jacques Heim, con el que paseó su particular luto existencial por medio planeta.

La exposición analiza desde casi todas las perspectivas posibles el recorrido de la cantante, a quien erige en icono de la Francia popular. "Piaf fue una mujer fuera de lo común, pero con el aspecto de una cualquiera", sostiene el comisario Joël Huthwohl, director del departamento de Artes del Espectáculo de la Biblioteca Nacional. Pese a que sobreactuara ocasionalmente su filiación con el proletariado, los orígenes de Piaf fueron extremadamente humildes. Era hija de saltimbanquis de un circo ambulante y su juventud transcurrió en los barrios obreros del norte de París, como Belleville, Ménilmontant o Pigalle. "Incluso cuando ganó mucho dinero, nunca se aburguesó", afirma Huthwohl. "Se compró un palacete privado, pero cuentan que se instaló en la portería".

La muestra no evita adentrarse en su ambigua actuación durante los años de la ocupación nazi, cuando mostró cierta connivencia con el poder de Vichy. "Piaf participó en un viaje a los campos de internamiento en Alemania, apoyando así la propaganda del régimen. Pero nunca fue una mujer con conciencia política, lo que también se le puede reprochar, pero es inadecuado cualificarla de colaboracionista. Durante la guerra, también escondió a amigos judíos", apunta Huthwohl. Después del conflicto, sería absuelta por el comité de purga política que examinaba los casos de colaboración. Pocos años más tarde, el director y dramaturgo Sacha Guitry la escogió para encarnar al París sublevado de la Revolución en la película Si Versailles m'était conté... (1954). Piaf aparecía en ella como jefa de filas de los sans-culottes, entonando un canto revolucionario subida a la verja de la residencia real. El icono popular queda redimido.

De hecho, Piaf no siempre fue la misma. "Antes de la guerra, era una mujer sometida a hombres viriles, soldados, marinos y canallas. Progresivamente, se convirtió en una mujer mucho más liberada, que no tuvo ninguna vergüenza en exponer una vida sentimental muy intensa, con múltiples amantes a los que nunca escondió, pese a que en el fondo siguiera buscando a un hombre ideal que no terminó de encontrar", agrega el comisario. La muestra la sitúa al borde del advenimiento del feminismo. Cuando falleció en 1963, se había convertido casi en un modelo prefeminista: una mujer de sexualidad activa y propietaria de su destino profesional. "No fue una mujer del Mayo del 68, pero sí forma parte del eslabón perdido que precedió a ese movimiento", señala Huthwohl. La muestra repasa sus romances con Louis Dupont, Yves Montand, Marcel Cerdan o Théo Sarapo, con quien contrajo matrimonio un año antes de morir, además de detenerse en el mayor de sus amores –ese Dios al que rezaba antes de salir a escena– y sus conocidas supersticiones.

La muestra también analiza el contenido de sus letras y la universalidad de sus canciones, que ha fascinado a artistas de todo tipo, de Louis Armstrong a Serge Gainsbourg, de Étienne Daho a Patricia Kaas y de Ute Lemper a Anna Calvi. Todos ellos han versionado temas de todos sus periodos, de la llamada canción realista de sus inicios, fundamentada en el costumbrismo parisiense, a los himnos universales sobre la experiencia humana de su etapa final. El insigne semiólogo Roland Barthes pronunció en 1948 una conferencia sobre la chanson popular y el lugar singular que Edith Piaf ocupaba en ella. Barthes hizo una lista de sus características: utilizaba una "poesía directa" y un lenguaje coloquial "pero sin excesos", interpretaba a una mujer con "carácter y coraje" que "nunca retrocedía ante el amor" y se erigía en portavoz de "los débiles, los oprimidos y los infelices". "Es una mujer pequeña, no muy joven ni tampoco muy bella, que expresa la tristeza trágica del pueblo, el alma de un mundo sin corazón y el espíritu de un mundo sin esperanza", afirmó Barthes. La muestra reproduce sus opiniones, junto a las de decenas de expertos y aficionados, desde la musicóloga Catherine Rudent, quien analiza "el mecanismo de su laringe" y la vibración de sus cuerdas vocales, hasta el joven novelista Adrien Bosc, ganador del premio de la Academia Francesa con Constellation, sobre la figura de Marcel Cerdan. La exposición concluye con el Oscar y César que Marion Cotillard recibió por su interpretación en La vie en rose, una forma de recordar su plena vigencia en el imaginario actual.

¿Cómo se explica que Piaf siga fascinando, un siglo después de su nacimiento, mientras otros han caído en el más profundo de los olvidos? Para el comisario, la cantante encarna "la Francia eterna", esa construcción imaginaria que sigue siendo plenamente vigente. "La identificamos con esa imagen romántica de París, como las postales de Robert Doisneau. Es la ciudad del turismo y los grandes monumentos. El París de Piaf está congelado en el tiempo", asegura Huthwohl. "Se trata de un cliché, más que de una realidad". En el barrio de Belleville, algunas placas conmemorativas señalan los lugares donde residió. Pero poco tiene que ver ya con la ciudad en la que vivió Piaf décadas atrás: en la esquina de su primer domicilio ya no hay acordeonistas de barriada, sino supermercados asiáticos. Escuchar a Piaf es, para muchos, una forma de aferrarse a un pasado lejano, si es que existió alguna vez.
FUENTE EL PAÍS

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 19/12/2015 15:29

 
   


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