¿Quién se acuerda de los cines de barrio? Casi todos los cines se perdieron, y quizá ya no se recuperen jamás
Cine Arenal, en Marianao
León Padrón Azcuy | La Habana | CubanetEl cine llegó a Cuba el 15 de enero de 1897, tras el arribo a La Habana del francés Gabriel Veyré, representante de los hermanos Lumière. Se sabe que unos meses antes los habaneros y los españoles ya habían comenzado a disfrutar del quinetoscopio (el precursor del proyector de películas) desarrollado por el fotógrafo e ingeniero Dickson mientras trabajaba con el inventor Thomas Alva Edison.
Gabriel Veyré alquiló un local en Paseo del Prado, al lado del Teatro Tacón, donde montó su salón oscuro, al que llamó Cinematógrafo Lumière, con capacidad para unos ochenta espectadores. La entrada costaba “50 centavos para las personas mayores y veinte para los niños y militares sin graduación”.
Incluso, el 7 de febrero de 1897 se tomaron las imágenes de una maniobra del Cuerpo de Bomberos de La Habana. Dicha cinta, titulada “Simulacro de incendio”, de un minuto de duración, se considera “la primera película del cine cubano”. Al mes siguiente, el 16 de marzo, esta sala sufrió un incendio real, quedando inutilizada. Para esa fecha, el francés ya había obtenido en nuestro país ganancias ascendentes a unos veinte mil pesos.
Antes que el teatro Payret funcionara también como cine en los primeros tiempos del siglo XX, con el advenimiento de la República de Cuba (1902) se construyó en el Cerro el primer salón cinematográfico como tal, y no un teatro que sirviera lo mismo para exhibir películas. Estuvo emplazado en la Calzada del Cerro, esquina a Palatino. Su nombre fue el Florodora, renombrado como Alaska. Luego, en esa misma dirección, surgiría el Maravillas, que se mantuvo funcionando hasta la década de los 90.
CubaNet conversó con varias residentes de este territorio y recorrió el municipio para indagar el estado actual de los siete cines con que contaba.
“El cine Maravillas, comenta Sierra, un anciano de 82 años, era propiedad de Valentín Díaz, español, dueño también del cine Valentino, ubicado en la Esquina de Tejas, y derribado en 1960. Recuerdo que a veces los domingos en el Maravillas se daban funciones artísticas; por aquí pasaron Olga y Tony, Tintán, y Tongolele (Yolanda Montes), actriz y bailarina exótica, muy celebrada como rumbera”.
También Catalina, nacida en el Cerro hace 88 años, asevera: “Este barrio fue uno de los más industrializados de Cuba hasta 1959”. Cuando este reportero le recordó que el Cerro poseía siete cines, contestó apurada: “¿Quién se acuerda ya de los cines de barrio? Esta gente lo ha dejado destruir todo. Yo llevaba a mis jimaguas a la matiné de los domingos, para ver los muñequitos en el Valentino, que fue demolido por este gobierno. Pero mi preferido era el City Hall, porque tenía aire acondicionado, unas cómodas butacas forraditas con terciopelo rojo, y no se formaba esa gritería como pasaba en los otros”.
En el mencionado “City Hall”, situado en la Calzada de Ayestarán, pero es ahora un cine-teatro donde exhiben filmes de video y de 35 milímetros. También posee una videoteca para alquilar DVD y VCD, y se ponen obras a cargo de la Compañía de Teatro Caribeño de Cuba.
En cuanto al resto de los cines: el “México”, en la calle Salvador, esquina a San Anselmo, es la sede de un grupo teatral infantil. El “Edison”, sita en Calzada del Cerro #1951, esquina a Zaragoza, pertenece al grupo de teatro “Cimarrón”, pero como la instalación corre peligro de derrumbe, no pueden trabajar en él. “El Principal”, Calzada del Cerro, esquina a La Rosa, cerró hace más de 25 años. Por el frente, donde antes estuvo la entrada, vive una familia, y al lado, en lo que fue la cafetería, hay una casita habitada por un cerrajero. La techumbre del cine desapareció, y el espacio de los asientos y la pantalla, se transformó en patio que sirve de carpintería y reparación de autos. “El Coloso” se levantó en Las Cañas, y pasó a ser una discoteca, pero los vecinos protestaron por los problemas que generaba en derredor, y fue clausurado. Con el paso del tiempo se desplomó y la gente se fue llevando los ladrillos y todo aquello que le fuera útil. Entonces les dieron el terreno a cuatro funcionarios del Ministerio de la Agricultura que levantaron sus viviendas. Finalmente, el “Maravillas” está desactivado.
El fenómeno parece ir más allá de la tendencia global a la desaparición de los cines producto de las nuevas tecnologías que hacen la estancia en casa más atractiva para muchos. En Cuba, aunque quisieran recuperar el circuito de cines que existió en otra época, tendría éste que competir con “el paquete” semanal y todas las demás opciones de audiovisuales.
Juan Carlos, conocedor del séptimo arte, comenta que los críticos de la cinematografía cubana únicamente aluden a las 80 películas producidas antes del 59 y a los filmes cubanos Lucia, Memorias del subdesarrollo, los documentales de Santiago Álvarez u otros materiales, pero jamás se pronuncian sobre el deterioro generalizado de la mayoría de los cines del país.
San Rafael y Consulado (Boulevard de San Rafael)
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