Cuba parasitaria
Con el falaz argumento del desarrollo de una cooperación de "mutuamente ventajosa" a la que aún hace alusión Raúl Castro mientras su país se descoyunta a gran velocidad, la Cuba comunista consiguió que nuestros gobernantes revolucionarios se prestaran al proyecto que consistió en el otorgamiento al régimen caribeño de un entramado de subsidios de toda índole que no sirvieron a otro fin que a proveerle oxígeno a los líderes de la represión y totalitarismo continental. Nunca tuvo Cuba la intención, a lo largo de los años del chavismo, de usar las facilidades otorgadas por su generoso aliado para fortalecer su economía ni mucho menos proveer a los suyos de una base sólida de desarrollo para los años a venir.
Por el contrario, este régimen de beneficios para lo que ha servido es para hambrear a su población, volver dependiente a la economía insular de las prebendas venezolanas y, en los recientes años, para coquetear con el gobierno de Barack Obama de manera de impedir, a través del acercamiento, el desastre que ya se manifiesta flagrantemente.
Raúl Castro acaba de anunciar el dramático desempeño que está teniendo su economía en el momento actual y con compungida e hipócrita voz le atribuye la descolgada del PIB en 2015 a la crisis internacional, a la desaceleración del consumo internacional- culpable a su vez de sus menores exportaciones de azúcar- y, por último, a las dificultades que atraviesa su gran benefactor, el régimen revolucionario venezolano quien es víctima de una guerra económica imperial encabezada por el mismo nuevo aliado de Cuba, el gobierno americano.
La realidad es que sin Venezuela Cuba no habría sobrevivido y los cubanos habrían conocido horas de penurias inimaginables, como las que les tocará enfrentar en los meses que siguen. Los hermanos caribeños se encuentran en el momento actual en una situación similar a la que ya tuvieron que atravesar cuando fueron obligados a prescindir de la relación preferida que también les ofreció la Unión Soviética.
No ha habido revisión del modelo hambreador que han abrazado por medio siglo y que consiguieron replicar metastásicamente en suelo revolucionario. Mientras lubricaron la perversa y desigual relación con Venezuela, nunca usaron los fondos cuantiosísimos para poner en marcha un modelo que pudiera venir en salvamento de las nuevas generaciones. El panorama va a ser aterrador. Los estudiosos del tema aseguran que en los próximos años la caída de su crecimiento llegará al orden de 4% a 7% interanual.
La situación cubana es dramática ahora que no cuentan ni podrán contar con Venezuela y no tienen otro salvavidas para asirse. Las exportaciones de Cuba se orientaron en un 45% a destinos venezolanos a través de formas exóticas y arreglos corruptos. La mayor parte de sus ingresos de divisas y de energía venían de suelo venezolano.
Una recapitulación es posible pero para Cuba es tarde. Venezuela, quien se encuentra en la similar situación de haber dilapidado los años de bonanza petrolera para organizar una economía cuerda y sana, enfrenta una situación inmensamente compleja. Pero mientras ésta aún tiene cartuchos para reinventarse, a Cuba no le queda ninguno.
Los cubanos de las calles así lo han entendido y las migraciones al norte se han acentuado por falta de confianza en el futuro y por hastío, al igual que los venezolanos de hoy. Ya no hay tabla de salvación. China mira abiertamente para otro lado y, mientras la relación con Estados Unidos no fragüe, los capitales externos no se arriesgarán a arrimarse a las playas caribeñas.
No hay retroceso posible que no sea ordenarse internamente, lo que pasa por aceptar que su estruendoso fracaso le ha costado sangre y lágrimas a los suyos.