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General: El presidente Barack Obama, viajara a Cuba el 21 y 22 de marzo
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 18/02/2016 16:30
Barack Obama se convertirá en marzo en el segundo ocupante de la
Casa Blanca que viaja a la isla. Jimy Carter lo hizo ya como expresidente en 2011
 
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Visita de Coolidge a La Habana el 16 de enero de 1928
Coolidge, el primer presidente de EE.UU. que visitó Cuba y rechazó un daiquiri
            Por S. Gaviña -  ABC
Es indiscutible que a Barack Obama le gusta protagonizar hitos, realizar actos que no llevaron a cabo sus antecesores en el cargo. Dejando aparte que en 2008 se convirtió en el primer presidente afroamericano de Estados Unidos, hay muchos otros hitos que jalonan sus casi ocho años de mandato. Al deshielo, después de medio siglo, de las relaciones de Estados Unidos con Cuba, la firma del acuerdo nuclear con Irán o el primer discurso realizado por un presidente estadounidense ante la Unión Africana, se suma ahora su próxima visita a la isla caribeña.

En diciembre de 2014, cuando se hizo pública la intención de restablecer puentes diplomáticos con la isla, Obama declaraba que no descartaba visitar Cuba. Unas palabras que en la boca del mandatario parecían una promesa, una promesa que está a punto de cumplir en el que es su último año de legislatura.

Si bien es la primera vez que un presidente estadounidense -en funciones- viaja a la isla desde 1928 (en 2011 la visitó Jimmy Carter), no es el primero de la historia que lo hace. Aquí le arrebataron el mérito. Esta hazaña le corresponde al republicano Calvin Coolidge, que no sólo fue el primero, al parecer también ha sido el único, según la Calvin Coolidge Presidential Foundation, como señaló la ABC News, poco después de conocerse la intención de Obama. De ser cierto esto, se podría decir que el actual inquilino de la Casa Blanca se convertirá en el primer presidente demócrata que visita Cuba.

John Calvin Coolidge fue el trigésimo presidente de EE.UU., gobernando el país entre 1923 y 1929. Viajó a Cuba en enero de 1928 para participar en la VI Conferencia Internacional de Estados Americanos, que se celebraba en La Habana el día 16. Coolidge se trasladó con su esposa, en el que fue su único viaje al extranjero durante su mandato, y tuvo un encuentro con el entonces presidente de la isla, Gerardo Machado, que estuvo en el poder entre 1925 y 1933, año en el que tuvo que exiliarse.

En aquel año, Benito Mussolini dirigía Italia; esos mismos días de enero, Stalin mandó detener a León Trotsky, que posteriormente sería deportado a Alma-Atá, en Kazajistán, y un año después sería expulsado de la Unión Soviética; y en España gobernaba el dictador Miguel Primo de Rivera (1923-1930). Meses después tendría lugar el drástico crack del 29.

Ley Seca en La Habana
Coolidge condujo su coche presidencial, sin aire acondicionado, hasta Key West, donde embarcó en el buque de guerra en el que navegaria durante toda la noche hasta alcanzar las costas de Cuba. Según las crónicas de la época, le esperaba «entusiasmada» una multitud que se agolpaba junto al coche que trasladaba al matrimonio y «les lanzaba flores y besos», recordaba sobre ese viaje en un artículo, publicado en 1958, el reportero del «Saturday Post», Beverly Smith Jr.

Entre las anécdotas de aquel viaje, recuerda cómo afrontó Coolidge el ofrecimiento, en una recepción de Machado, de una bebida alcohólica (en aquel momento todavía estaba en vigor la Ley Seca en Estados Unidos, que no fue derogada hasta 1933), sin desairar al anfitrión. «Cuando la bandeja de bebidas -entre la que había daiquiris-, se aproximaba a él, Coolidge comenzó a girarse para admirar un cuadro en la pared. La bandeja se acercó un poco más, y Coolidge se volvió a girar otros 90 grados, señalándole a Machado la belleza de la vegetación tropial. Cuando hubo girado 360 grados, el peligro había pasado. La bandeja había pasado por detrás. Su maniobra fue una clase maestra de cómo evadir una situación», señala Smith.

Las únicas palabras públicas del presidente estadounidense durante aquel viaje pertenecen al discurso que dirigió durante la cumbre de Estados Americanos, ya que al parecer no se celebró ninguna rueda de prensa. «Hace treinta años Cuba era una colonia extranjera desgarrada por la revolución y devastada por los enfrentamientos. Hoy Cuba es su propio soberano. Su gente es independiente, libre y próspera, pacífica y disfruta de las ventajas de autogobierno».

Tras cumplir un primer y exitoso mandato, en el que destacaron sus reformas económicas, Machado cambió la constitución para poder continuar en la presidencia. La medida, muy impopular y que generó muchas criticas en amplios sectores, marcó el inicio de su declive que culminó con su derrocamiento, por parte del Ejército, en 1933.

Por su parte, Coolidge decidió no presentarse a unas nuevas elecciones presidenciales en EEUU y ocupó el cargo hasta 1929. Murió en 1933.
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El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, viajará a Cuba el 21 y 22 de marzo en compañía de su esposa y antes de llegar en visita oficial a Argentina. La presencia de Obama en la Isla le convertirá en el primer mandatario en activo estadounidense en pisarla en más 80 años.
 
"El próximo mes, viajaré a Cuba para avanzar en nuestros progresos y esfuerzos que pueden mejorar la vida de los cubanos", explicó este jueves el mandatario en un mensaje a través de su cuenta Twitter. Agregó que "aún existen divergencias" con La Habana, que se abordarán en el encuentro. "EE UU siempre apoyará los derechos humanos en el mundo", añadió.
 
El asesor adjunto de seguridad nacional de Obama, Ben Rhodes, ha recordado en unpost que la situación en la Isla "no cambiará de la noche a la mañana, ni desaparecerán las divergencias entre ambos países", sobre todo en materia de derechos humanos. El funcionario, sin embargo, destaca que la prioridad de la política de EE UU sigue siendo "mejorar la vida de los cubanos".
 
Rhodes adelantó que Obama se reunirá con su homólogo, Raúl Castro, y con representantes de la sociedad civil.
 
El asesor del presidente ha valorado la oportunidad que surge en el resto de América Latina a partir de la mejora de las relaciones con Cuba, puesto que el continente se ha opuesto históricamente a la política estadounidense hacia la Isla. De hecho, el viaje a Cuba precederá la visita del presidente Obama a Argentina.
 
La visita a Cuba será la culminación del proceso de normalización de relaciones anunciado por las administraciones cubana y estadounidense en 2014, y la primera vez que un presidente de Estados Unidos en activo pisa territorio cubano desde el viaje de Calvin Coolidge en enero de 1928.
 
En el marco de este restablecimiento de relaciones, ayer mismo Cuba y Estados Unidos rubricaron un histórico acuerdo sobre aviación civil que permitirá una conexión regular de vuelos comerciales entre ambos países por primera vez en más de cinco décadas.
 
El acuerdo representa un potencial de decenas de conexiones diarias de ida y vuelta, con veinte vuelos al día a La Habana y diez vuelos diarios al resto de aeropuertos en la Isla, unas rutas que durante cinco décadas sólo han sido operadas por compañías chárter, que podrán seguir funcionando como hasta ahora.
 
A partir de la firma del acuerdo se abre el proceso de licitación para que las aerolíneas estadounidenses presenten sus solicitudes al Departamento de Transporte para las rutas que les gustaría operar, proceso que los funcionarios norteamericanos esperan que culmine lo antes posible.
 
Desde el anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas, en diciembre de 2014, el número de ciudadanos estadounidenses autorizados a viajar a EE UU se ha incrementado en un 54%.
 
Además, en el último año Cuba y Estados Unidos también reabrieron sus respectivas embajadas y firmaron convenios sobre protección medioambiental y para restaurar el servicio postal directo.
 
Por su parte, Obama ha flexibilizado restricciones al comercio de algunos bienes y a los viajes, pero todavía sigue vigente el embargo y la prohibición del turismo a la isla, que sólo se podrán levantar con la autorización del Congreso.
 
Fuente  ABC.es  
 
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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: SOY LIBRE Enviado: 19/02/2016 15:37
El presidente Barack Obama
podría no ser tan complaciente con sus anfitriones
  
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Preludios de una visita anunciada
             Miriam Celaya  | La Habana Cubanet
 Con fecha 18 de febrero de 2016, los medios oficiales cubanos han confirmado lo que se ha estado especulando desde que los gobiernos de EE.UU. y Cuba declararon el restablecimiento de relaciones tras más de medio siglo de confrontación y diferendos: el presidente Barack Obama visitará la Isla durante los días 21 y 22 del mes de marzo próximo.
 
Como era de esperarse, y tal como sucedió con la inopinada noticia del 17 de diciembre de 2014, este anuncio de la visita oficial del presidente estadounidense en funciones al país bajo la égida de la más larga dictadura del Hemisferio occidental, ha levantado muy variadas reacciones en grupos e individuos de la sociedad civil independiente al interior de Cuba. Reacciones éstas que van desde el abierto rechazo, por considerar el hecho como una legitimación del régimen represivo del clan Castro, hasta una moderada aprobación, sustentada en el supuesto de que el mandatario estadounidense –lejos de ofrecerle apoyo a la autocracia antillana– pondrá mayor presión en cuestiones relacionadas con el respeto a los derechos humanos y las libertades.
 
Algunas opiniones, con razonable reserva no exenta de optimismo, creen que Barack Obama sabe lo que hace, y confían en que el proverbial carisma, la frescura y el don de la palabra del distinguido visitante marcarán un saludable contraste con el gastado discurso y el habitual talante sombrío y regañón de los octogenarios dirigentes cubanos, granjeándole a aquel la simpatía de los cubanos comunes, hartos de penurias, decadencia y de la perspectiva de miseria eterna.
 
Por su parte, los medios de difusión del régimen cubano evidencian el nerviosismo propio de quienes esta vez no cuentan con todo el control de la situación. Obviamente –y más allá de los estrechones de mano y sonrisas de cortesía que impondrá la ocasión–, el presidente Obama podría no ser tan complaciente con sus anfitriones como los jerarcas eclesiásticos, Francisco y Cirilo, u otras figuras de la política internacional que nos han visitado. Los mandatarios de la primera potencia mundial no suelen mostrarse al público como sujetos mansos y manejables.
 
La señora Josefina Vidal, en una “conferencia de prensa” donde otorgó la oportunidad de preguntar solo a dos profesionales de los medios –un reportero de AP y una periodista del oficialista periódico Granma– fue parca y críptica en las respuestas antes de abandonar con visible apremio la sala.
 
Echando mano a lugares comunes y frases manidas, la funcionaria expresó que “el presidente Barack Obama será bienvenido a Cuba”, donde “conocerá la realidad cubana”, y repitió que para una normalización de las relaciones se impone “solucionar el levantamiento del bloqueo y la devolución del territorio ilegalmente ocupado por la base naval de Guantánamo”.
 
En cuanto al tema de los derechos humanos y las declaradas intenciones del presidente estadounidense acerca de apoyar una mejoría en las condiciones actuales de los cubanos, Vidal hizo una confusa referencia a las “decisiones soberanas” del pueblo, añadiendo que “Cuba está abierta a hablar de cualquier tema, incluyendo los derechos humanos, aunque tenemos diferentes puntos de vista”. Aseguró que ha estado ocurriendo así en todo el proceso de conversaciones entre ambos gobiernos, “sobre bases de respeto, reciprocidad y la no intervención en los asuntos internos”. “Para nosotros forma parte de ese esfuerzo que estamos realizando para construir una nueva relación con EE.UU.”, concluyó.
 
No obstante, será una cuestión peliaguda impedir que Barack Obama haga uso de los micrófonos en algún acto público, o prohibir que los medios de difusión oficiales transmitan sus discursos o sus presentaciones en las propias ceremonias oficiales en que participe, por más que las autoridades cubanas intenten copar su programa o traten de limitar a la mínima expresión los escenarios donde se presente.
 
Tampoco hay que olvidar que La Habana, últimamente convertida en sede para la solución de conflictos foráneos, podría sacar bajo la manga el as de la firma de acuerdos de paz definitivos entre las narco-guerrillas colombianas y el gobierno de ese país suramericano. Todo valdría a la hora de restar brillo y relieve a la innegable estrella del espectáculo, que todavía el Palacio de la Revolución cuenta con viejos aliados latinoamericanos cargados de resabios y complejos contra el Tío Sam, capaces de prestarse para una conjura semejante.
 
En cualquier caso, es presumible que tanto la parte cubana como la estadounidense tengan interés en conservar lo que –según se dice– se ha avanzado en materia de diálogo y entendimiento.
 
La anunciada visita, sin embargo, ha despertado el interés entre los cubanos. Transcurrido más de un año de reuniones e intercambios a puertas cerradas entre representantes de ambos gobiernos, donde pese a los muy cacareados “avances” en el proceso y a las medidas de flexibilización del Embargo por la Administración norteamericana, nada se ha concretado en materia de bienestar o libertades dentro de la Isla, sino todo lo contrario, es de esperarse que la atención de la opinión pública nacional se centre en las señales que pueda ofrecer el presidente de la nación que es paradigma de prosperidad y futuro para decenas de miles de cubanos, como lo demuestra el incesante flujo migratorio hacia ese país.
 
“Vamos a ver qué tiene para decirnos (Barack) Obama, ya que el de aquí no dice nada nuevo”, comentaba Alexis, un cuentapropista vendedor de artículos de limpieza. “Yo quisiera que él dijera con su boca si de verdad existe ese Bloqueo tan fuerte que no permite que se avance en Cuba o si es que ‘esta gente’ siguen viviendo del mismo cuento”.
 
En horas de la tarde de este jueves, en medio de la animación de la avenida Carlos III, en pleno Centro Habana, un vendedor ambulante de tarjetas telefónicas compartía con un grupo de taxistas y parqueadores de los alrededores del Mercado sus expectativas en torno a esta esperada visita. “Yo creo que ‘el Moreno’ le va a subir la parada a los de aquí. ¡Oye, hasta cuándo van a estar viviendo del cuento y la mentira!”.
 
A lo largo de los portales de la avenida y en los comercios privados o estatales menudeaban los comentarios. Algunos se manifestaban a favor, otros eran menos entusiastas, pero ni los más escépticos eran indiferentes. En ninguno de los corrillos hubo manifestaciones de desconfianza hacia “el imperialismo yanqui” o preocupación alguna por cuestiones de “injerencia” u otro asunto presumiblemente lesivo a la “soberanía nacional”. El ambiente apunta a que al menos una parte significativa de la población cubana sigue esperando descubrir en el discurso del mandatario norteño las señales positivas que no puede encontrar en los dirigentes vernáculos.
 
Es por esto que, con independencia de lo que ocurra en esas 48 horas que estará en Cuba el señor Barack Obama, la atención que está acaparando el simple anuncio de su visita ya constituye por sí sola una derrota para el gobierno cubano. Medio siglo sembrando en este pueblo el odio y la hostilidad hacia EE.UU. y solo han conseguido incentivar la admiración y el respeto de los cubanos hacia esa nación y hacia lo que representa. El poder de convocatoria y el liderazgo de Obama deben saber muy amargo a la gerontocracia.
 
En cuanto al saldo final de esta visita, será seguramente positivo, incluso en el peor de los casos, porque dejará claramente establecido hasta qué punto el presidente Barack Obama está dispuesto a comprometerse con el tema de los derechos humanos y la democracia en la Isla. Sin ánimo de profesar una fe ciega, que nunca he practicado, es de esperarse que, a diferencia de sus homólogos del viejo continente tan proclives a evitar disgustos a la gerontocracia insular, el presidente de EE.UU. se permita la libertad de reunirse con los representantes de la sociedad civil que considere pertinente, si va a ser consecuente con lo que ha manifestado antes de que fuese confirmada su visita a Cuba.
 
Incluso los más renegados al restablecimiento de relaciones entre los gobiernos de EE.UU. y Cuba tendrán que reconocer que la agenda que desarrolle Obama durante su breve estancia entre nosotros disipará cualquier duda en un sentido o en otro, y las cuestiones que hoy son meras especulaciones quedarán suficientemente esclarecidas. Al menos algo se ganará en materia de transparencia y sabremos a qué atenernos en ese punto. ¡Bienvenido pues, el presidente Obama! Porque en realidad los que coadyuvan al éxito de la dictadura decadente son quienes eligen ver como una derrota de los demócratas lo que es una conquista de la democracia.
                 Fuente  Cubanet
 
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