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En Cuba los números favorecen al presidente Obama Obama es más popular en Cuba que los dictadores
Va a visitar una dictadura que ha durado toda una vida
Por Fabiola Santiago - El Nuevo HeraldEl presidente Barack Obama llegará a la isla en que nací el día en que mi madre cumplirá 87 años, acaso un hecho insignificante si no fuera por la matemática de la historia de Cuba y del exilio.
Cuando Fidel Castro y su hermano Raúl llegaron al poder, mi madre tenía sólo 29 años.
Era una maestra de escuela primaria encinta por primera vez y casada con un distribuidor de alimentos que ganaba dinero extra comprando y vendiendo automóviles. Vivía en un ambiente de abundancia de amor y potencial. En fotos color sepia la pareja aparece reclinada en uno y otro modelo de auto, él vestido de dril 100 y ella con zapatos de tacones altos y a la moda. Procedían de familias humildes, pero ganaron lo suficiente para soñar con construir una casa de vacaciones en la playa de Varadero.
Tres meses después de la revolución de Castro, que destruyó no sólo a los ricos sino también a la clase media, nací yo.
Días antes del viaje de Obama cumpliré 57 años.
Obama es el segundo presidente en funciones que viaja a la isla. El republicano Calvin Coolidge fue el primero, en 1928 y, al igual que Obama, viajó con la Primera Dama. El presidente cubano Gerardo Machado, uno de los generales más jóvenes de la Guerra de Independencia, gobernaba Cuba entonces y favorecía la terminación de la Enmienda Platt que establecía el dominio de Estados Unidos sobre los asuntos cubanos.
Mi madre nació un año después de la visita de Coolidge, quien viajó para hablar ante la Sexta Conferencia Anual de los Estados Americanos en La Habana. Ahora es una bisabuela desde hace casi una década.
Sus nietas tienen ya más de 30 años, y los Castro siguen gobernando en Cuba, como si en 1959 hubieran no sólo ganado la guerra de guerrillas sino también comprado una finca de 780 millas de largo. Y ahora han colocado a familiares en posiciones clave en el gobierno y el comercio, al parecer con intenciones de dejar a la isla como herencia a sus hijos y nietos.
Nuestro exilio es para siempre. Mi padre está sepultado en un mausoleo de Miami con una bandera cubana junto a él. Mi madre está perdiendo la memoria por edad avanzada y enfermedad. Yo tengo ya tres nietos y soy una americana agradecida que sólo consideraría regresar ahora a Cuba, la patria que dejé a los 10 años, como periodista. La Cuba mía ha desaparecido casi totalmente, sepultada en ambas costas del Estrecho de la Florida.
Aunque la dictadura de los Castro fuera la más benigna del mundo, el mandato ha sido demasiado largo.
¿Por qué la dictadura de mayor duración del hemisferio –una que empezó con ejecuciones sumarias y continúa restringiendo las libertades más básicas– ha de merecer el honor de la visita de un hombre cuya histórica presidencia está marcada por principios que el régimen no mantiene?
No es una cuestión de mérito, recompensa o legitimidad. Algunos consideran la visita presidencial una desgracia y describen la apertura de Obama en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba como la vana búsqueda de un legado. Ese tipo de condena prefabricada no ayuda. Obama es más popular en Cuba que el hermano dictador a cargo. Sus palabras, transmitidas a toda la isla, podrían inspirar a generaciones. Y el futuro, en este momento tardío, es lo que verdaderamente importa.
Dos generaciones no han podido arreglar el caótico país que los Castro crearon en complicidad con aquellos que los apoyaron, y ahora, al fin, los norteamericanos intervinieron.
“Estados Unidos siempre defenderá los derechos humanos en todo el mundo”, dijo Obama el jueves.
Los números están de su parte. Yo le tomo la palabra.
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Argentina, el otro viaje del presidente Obama Obama llegará a Buenos Aires el 23 de marzo
Desde hace 25 años un presidente estadounidense no hacía una visita de estado a Argentina
Por Franco Ordonez - Washington - Aunque la visita del presidente Barack Obama a Cuba el mes próximo recibirá mayor atención, su escala posterior en Argentina podría ser igualmente importante y más significativa, al menos a corto plazo.
En un viaje de cuatro días por América Latina, Obama visitará el 23 de marzo Buenos Aires para reunirse con el nuevo presidente argentino Mauricio Macri, quien ha prometido poner fin a década y media de aislamiento financiero y político de Estados Unidos.
“Argentina está de nuevo abierta a los negocios”, dijo el secretario argentino de Comercio, Miguel Braun, a un grupo de inversionistas potenciales y otros directivos interesados en un foro internacional del martes organizado en Washington por el grupo de estudio Atlantic Council.
La administración Macri ya ha realizado varias acciones para abrir sus mercados, incluyendo la rebaja de los impuestos de exportación en los productos agrícolas y otros. También ha hablado de facilitar las restricciones a la importación.
La presencia de Braun en Washington, la primera de un funcionario argentino desde la juramentación de Macri en diciembre, es otro paso. Braun se reunió, entre otros, con funcionarios de los departamentos de Estado y del Tesoro, y sostuvo comparecencias encaminadas a fomentar negocios potenciales.
Ex alcalde conservador de Buenos Aires, Macri es visto como parte de un cambio hacia el centro de la política sudamericana, el primero en la llamada “ola rosada” de gobiernos izquierdistas latinoamericanos que se habían alejado mucho de los intereses estadounidenses a favor de una economía más estatal encerrada en sí misma.
Después de la elección de Macri, la coalición opositora de centro derecha Mesa de la Unidad Democrática de Venezuela recuperó por primera vez en 16 años el control de la Asamblea Nacional de ese país.
En Brasil, se hacen llamados para un juicio político a la presidenta Dilma Rousseff. En Ecuador, el presidente Rafael Correa ha demostrado en público su preocupación de que los líderes opositores de su país ganan mayor poder electoral. Durante el fin de semana, los votantes bolivianos aparentemente rechazaron una enmienda constitucional que le hubiera permitido al presidente Evo Morales aspirar a su cargo por un cuarto término.
Han pasado más de 25 años desde la última visita de estado de un presidente estadounidense a Argentina, la tercera mayor economía de América Latina después de Brasil y México.
El subasesor de Seguridad Nacional, Ben Rhodes, dijo que Obama y Macri discutirán cómo aumentar la cooperación diplomática, económica y otras.
“Creemos que esto es realmente un nuevo comienzo y una nueva era en nuestras relaciones con Argentina”, dijo Rhodes, “y refleja el sentimiento que vemos a lo largo de la región, particularmente desde nuestra apertura hacia Cuba, donde hay mucha más receptividad a trabajar con Estados Unidos”.
La bienvenida de Argentina a Estados Unidos y una economía global más amplia es un cambio significativo de las políticas previas de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su fallecido esposo, Néstor Kirchner, que aisló a Argentina de la economía mundial.
Un 50 por ciento de las importaciones vienen de compañías estadounidenses que tienen su sede en otras partes del mundo, dijo Braun. La administración Macri desea que esas compañías traigan sus instalaciones de producción a Argentina.
Braun dijo que también está interesado en buscar pactos comerciales a través de Mercosur con Europa, Canadá y Estados Unidos, y que Argentina está abierta a unirse al controversial Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica.
“Esperamos ser parte del acuerdo Transpacífico ... eventualmente”, dijo Braun. “Va a tomar algún tiempo”.
Braun enfatizó que los cambios serán graduales, con un énfasis en asegurar que son sostenibles. El espera que al introducir gradualmente los cambios, Argentina pueda atraer inversiones a largo plazo, y no un interés a corto plazo que a menudo aumenta la volatilidad.
“Hemos visto que muchos de estos ajustes profundos terminan no siendo sostenibles”, dijo Braun. “Deseamos evitar el movimiento perpetuo del péndulo en Argentina”.
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