A un turista llamado Barack Obama
Participantes en la campaña #TodosMarchamos. (ÁNGEL MOYA)
Por Vicente Morín Agudo| La Habana | Diario de CubaSr. Barack H. Obama, presidente de los Estados Unidos de América, sinceramente le deseo éxito en sus objetivos políticos al visitar mi país. Siendo costumbre de nuestros gobernantes entretener a sus huéspedes de alto nivel con una cargada dosis de turismo, le sugiero algunas localidades fuera del protocolo oficial, considerando los 20 años de experiencia que me avalan como guía profesional de turismo.
En la capital puede caminar por la Quinta Avenida y evocar a las Damas de Blanco, mujeres que, flor en mano, son atacadas cada domingo por turbas y policías bajo las órdenes del Gobierno que lo invita.
No estaría mal evocar los comienzos del proceso revolucionario en el muelle de la bahía habanera de donde zarpara el buque español Covadonga, con más de un centenar de sacerdotes expulsados por el naciente gobierno de Fidel Castro. Ya ni el papa se acuerda de eso.
"Viñales en Pinar del Río le ofrece un paisaje pintoresco de valles intramontanos, cercados por mogotes calcáreos, tierras rojas donde se cultiva el mejor tabaco del mundo", así le dirán los guías oficiales. Sin embargo, en la misma provincia encontrará los poblados López Peña y Briones Montoto, a los que miles de campesinos del Escambray fueron trasladados bajo coacción en los años 60, considerados desafectos al nuevo gobierno.
Ah, y no olvide exigir un paseo hasta los emplazamientos de los famosos SR-12 y 14, equipados con cabezas nucleares 100 veces más destructivas que la tristemente célebre Fat Man, detonada en Hiroshima. Los tenientes matemáticos soviéticos de turno, calculaban parábolas cuyo punto final eran populosas ciudades de su país.
Cuba es una isla larga y estrecha, podría viajar sobrados mil kilómetros recibiendo el calor de nuestro pueblo, que le aplaude en calidad de esperanza ante el desastre sin visible solución que es la vida diaria de los cubanos.
Por ejemplo, saltándose el monumento al paradigma de las aventuras guerrilleras —Che Guevara, en Santa Clara— Camagüey le reserva una prisión donde inició su huelga de hambre el declarado como prisionero de conciencia por Amnistía Internacional Orlando Zapata Tamayo, quien, firme en sus convicciones, terminó inmolándose ante la insensibilidad de las autoridades.
Tenga especial cuidado en la carretera de solo dos carriles rumbo al oriente, no olvidar que en el tramo Las Tunas-Bayamo ocurrió un no esclarecido accidente de tránsito que privó de la vida a dos opositores, cristianos católicos, uno de ellos Oswaldo Payá Sardiñas, premio Sajárov de los Derechos Humanos.
De regreso a la capital, si le sugieren el muy atractivo tour de pesca por las cálidas aguas que frecuentaba Hemingway, sería bueno arrojar flores en el sitio donde murieron 41 personas, 10 niños incluidos, al ser hundido por fuerzas militares el remolcador 13 de marzo, cuando los cubanos a bordo pretendían alcanzar las costas de su país.
De paso estaría rindiendo honores al desaparecido comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán, el más popular de los barbudos bajados de la Sierra Maestra. Su muerte es otro misterio por esclarecer en los últimos 57 años de nuestra atribulada historia.
Lástima de solo dos días entre nosotros, considerando el tiempo que usted gastará en el Estadio Latinoamericano, la plaza deportiva más importante del país, casi en ruinas, ahora remozada parcialmente gracias a su anunciada presencia en el partido de exhibición que jugarán los chicos del Tampa Bay con nuestra selección nacional.
Al menos quedaremos agradecidos por este, último e inesperado regalo involuntario de su parte. Gracias.
Este texto está basado en un artículo publicado por el Instituto Cubano de la Memoria Histórica Contra el Totalitarismo.
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