Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Cuba Eterna
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 BANDERA DE CUBA 
 MALECÓN Habanero 
 *BANDERA GAY 
 EL ORIGEN DEL ORGULLO GAY 
 ALAN TURING 
 HARVEY MILK 
 JUSTIN FASHANU FUTBOLISTA GAY 
 MATTHEW SHEPARD MÁRTIR GAY 
 OSCAR WILDE 
 REINALDO ARENAS 
 ORGULLO GAY 
 GAYS EN CUBA 
 LA UMAP EN CUBA 
 CUBA CURIOSIDADES 
 DESI ARNAZ 
 ANA DE ARMAS 
 ROSITA FORNÉS 
 HISTORIA-SALSA 
 CELIA CRUZ 
 GLORIA ESTEFAN 
 WILLY CHIRINO 
 LEONORA REGA 
 MORAIMA SECADA 
 MARTA STRADA 
 ELENA BURKE 
 LA LUPE 
 RECORDANDO LA LUPE 
 OLGA GUILLOT 
 FOTOS LA GUILLOT 
 REINAS DE CUBA 
 GEORGIA GÁLVEZ 
 LUISA MARIA GÜELL 
 RAQUEL OLMEDO 
 MEME SOLÍS 
 MEME EN MIAMI 
 FARAH MARIA 
 ERNESTO LECUONA 
 BOLA DE NIEVE 
 RITA MONTANER 
 BENNY MORÉ 
 MAGGIE CARLÉS 
 Generación sacrificada 
 José Lezama Lima y Virgilio Piñera 
 Caballero de Paris 
 SABIA USTED? 
 NUEVA YORK 
 ROCÍO JURADO 
 ELTON JOHN 
 STEVE GRAND 
 SUSY LEMAN 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 
 
  Herramientas
 
General: CUBA, UN ANTES Y UN DESPUÉS DE OBAMA
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 26/03/2016 16:51
basura_de_la_habana.jpg (960×960)
Cuba: un antes y un después
Nunca antes en el último medio siglo quedó una huella tan profunda tras un paso tan breve
      Por Miriam Celaya | Desde La Habana | Cubanet
Pese a los malos augurios y peores interpretaciones que los detractores de la nueva política de diálogo entre EE.UU. y Cuba han dado a la visita del Presidente Barack Obama a la capital cubana, lo cierto es que ésta ha causado un impacto sin precedentes en el habitualmente abúlico escenario nacional.
 
No hubiese podido ser de otra manera. En 57 años de autoritarismo jamás los cubanos comunes habían disfrutado el espectáculo de una actitud y un discurso que retó en pocas palabras todo el catecismo castrista. Obama se saltó el protocolo diplomático y la anunciada agenda oficial en varias ocasiones desde su primeras horas en La Habana, al acudir sin previo aviso a un restaurante privado, en pleno corazón del popular –y populoso– municipio de Centro Habana, provocando inmediatamente la espontánea aglomeración de lugareños que le expresaban su admiración y simpatía.
 
Iguales manifestaciones recibió en cada escenario en que se presentó, pese al cuidadoso control que hicieron las autoridades cubanas, que habían organizado una meticulosa selección de sus fieles para colmar los auditorios. En vano. El éxito de escena del presidente estadounidense fue arrollador, influyendo incluso sobre una buena parte de esos fieles. Sin ánimo de exagerar, nunca antes en el último medio siglo quedó una huella tan profunda tras un paso tan breve.
 
Un gesto audaz que evidencia el compromiso político de Barack Obama con el tema de los derechos humanos y del reconocimiento a la sociedad civil independiente de la Isla fue el encuentro que sostuvo con activistas y periodistas independientes durante una hora y cuarenta minutos en la Embajada de EE.UU., donde se produjo un diálogo franco con los invitados a la reunión, que devino una lección magistral de política para los presentes. Gesto que constituye un claro mensaje a las autoridades cubanas y una legitimación de la lucha prodemocracia en la Isla.
 
Pero sin dudas, lo más relevante de esta visita fue el discurso pronunciado por Obama para el pueblo cubano en el Gran Teatro de La Habana, frente a un auditorio “políticamente correcto”, formado fundamentalmente por militantes del PCC y otros obedientes corderos del rebaño, y en presencia del General-Presidente, su hijo, su Canciller y otros simpatizantes de sangre azul de la casta –como la primerísima bailarina Alicia Alonso–, quienes ocupaban un palco a prudencial distancia de la disciplinada plebe. Todo lo cual no fue óbice para la ovación que acogió la entrada de Obama en el escenario hasta el podio desde el que hizo su alocución.
 
Un discurso que evidencia la existencia de un movimiento oculto tras bambalinas. Quizás los cambios que han comenzado a producirse lentamente en los últimos años y que no se han traducido en una mejoría para los cubanos, podrían estarse acumulando para –en un lapso de tiempo indefinido– desembocar en un escenario muy diferente al actual, aunque aún no alcancemos a vislumbrarlo. Un discurso, en fin, que pocos años atrás –y especialmente bajo la égida de Castro I– hubiera sido tan imposible como impensable.
 
“He venido aquí para enterrar el último resquicio de la Guerra Fría en el continente americano. He venido aquí para extender una mano de amistad al pueblo cubano”, expresó el Presidente del Imperio enemigo, casi al inicio de un discurso que duró 34 breves minutos y mantuvo atrapada la atención de todos los cubanos.
 
A lo largo de su presentación, Obama colocó frases e ideas tan subversivas para los oídos nacionales como “derechos individuales”, “no debemos temer al cambio”, “creo en el pueblo cubano”.
 
A nadie, que no fuera el Presidente estadounidense en el marco de las nuevas relaciones, le hubiese sido posible declarar ante los micrófonos y televisado directamente por los medios oficiales de la dictadura: “… aunque levantáramos el embargo mañana, los cubanos no podrían alcanzar su potencial sin hacer los cambios necesarios aquí, en Cuba”, y dejó claro que los límites a la prosperidad de los cubanos –como el monopolio de la fuerza de trabajo, la doble moneda, la falta de acceso a Internet– no los impone EE.UU.
 
Obviamente, para entender el calado del discurso de Barack Obama en el espíritu de los cubanos es preciso conocer antes cuánta frustración y desesperanza se ha acumulado en décadas de carencias materiales justificadas en virtud de estériles batallas ideológicas. Obama ha ofrecido a los cubanos un capital valioso: Esperanza. No una esperanza en abstracto o basada en quimeras ni falsas promesas, sino sobre “una base en el futuro que ustedes pueden elegir; que ustedes pueden moldear; que ustedes pueden construir para su país”.
 
Miles de luchadores por la democracia han sido encarcelados en Cuba por defender ideas como estas, ahora pronunciadas con toda impunidad en presencia de un tolerante y mudo General Gris: “Yo creo que los ciudadanos deberían ser libres de expresar sus ideas sin miedo, de organizarse, y de criticar a su gobierno y protestar pacíficamente, y que el estado de derecho no debería incluir detenciones aleatorias de las personas que hacen uso de esos derechos yo creo que los votantes deberían de elegir sus gobiernos en elecciones libres y democráticas”.
 
No faltó el reto dirigido al propio Castro II, utilizando los mismos argumentos que éste opone para justificar su tozuda renuencia a una apertura política: “Teniendo en cuenta su compromiso con la soberanía y la autodeterminación de Cuba, también estoy seguro de que no tiene que temer las diferentes voces del pueblo cubano y su capacidad para hablar, y reunirse, y votar por sus líderes. Tengo la esperanza para el futuro porque confío en que el pueblo cubano tomará las decisiones correctas”.
 
No por casualidad, inmediatamente tras la partida de Barack Obama hacia Argentina en la tarde del martes 22 de marzo, los medios oficiales del régimen se lanzaron a tratar de minimizar los posibles daños causados por los discursos y presentaciones públicas del carismático visitante sobre la conciencia revolucionaria del pueblo.
 
La visita de Obama a Cuba fue una “demostración de marketing político” con todo el montaje de un escenario y discursos cuidadosamente calculados para llegar a todos los públicos, afirmó el alabardero de turno, Oliver Zamora, en la emisión del noticiero de TV del mediodía; mientras la emisión estelar (nocturna) se esforzaba en contrarrestar el “efecto Obama” a través de un patético reportaje que mostraba imágenes del ex Invicto en Jefe, Castro I, durante sus cinco viajes a EE.UU. Nada más pueril y contraproducente que intentar sepultar un presente deseado por los cubanos apelando al pasado que rechazan.
 
Mientras, el “paquete semanal”, con varios materiales audiovisuales sobre Barack Obama, ha comenzado circular profusamente por la capital habanera: muchos quieren prolongar el placer alimentando la esperanza.
 
Con seguridad, en los días venideros, la vida en La Habana retornará a sus cauces y seguirá la lucha de la gente humilde por la subsistencia cotidiana, pero los cubanos estarán atentos a las señales. No habrá mejorías en el corto plazo, es cierto; pero cuando miremos en retrospectiva lo acontecido en estos dos días, en la memoria popular cubana quedará jalonado el hito, y comprobaremos que hubo un antes y un después de esta histórica visita de Barack Obama.
Vía Cubanet
 
calle.jpg (1024×768)


Primer  Anterior  2 a 4 de 4  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 26/03/2016 16:54


Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: BuscandoLibertad Enviado: 26/03/2016 16:57
Con esa seguridad que solo tienen quienes se saben en  poder de la
verdad, Obama ha querido despejar de la ecuación Cuba el factor “americano”
 
160321212752_sp_obama_que_bola_640x360_bbcmundo_nocredit.jpg (660×371)
 
Detrás de Obama, ¿el caos?
           Francisco Almagro Domínguez /  Cuba Encuentro
Cuando el presidente estadounidense Barack Obama se despidió de Cuba en la puerta del Air Force One, alguien pudo haber pensado en la frase que se le atribuyó a Gerardo Machado antes de largarse aquel 12 de agosto de 1933: detrás de mí, el caos. Máxima premonitoria, por cierto. Cuba vivió varios gobiernos, alguno tan breve como de 24 horas, y no volvió a estabilizar su vuelo de gobernanza hasta la Constituyente y las elecciones de 1940.
  
De ese modo que hay varias preguntas en el tintero. ¿Valió la pena el viaje cuasi turístico del presidente norteamericano? ¿Estaba todo “fríamente calculado” desde la ausencia de Raúl Castro al aeropuerto a las desinfladas conferencias de prensa posteriores a las conversaciones privadas entre ambos mandatarios? ¿Fue durante el juego de pelota donde en realidad se cerraron los acuerdos? ¿Y el “daño colateral” para los dos líderes? ¿Podrá ser controlado por los demócratas del Congreso, y los comunistas del Politburó?
 
Los efectos de esta visita, según los analistas, no serán visibles hasta dentro de unos meses; y para hacer un juicio justo, equilibrado, deberán pasar años. Por lo pronto, y previendo los efectos inmediatos, la propaganda castrista se ha centrado en hacer visible el embargo y la ocupación de la Base de Guantánamo. Es el mismo discurso de medio siglo pero esta vez se ha declarado, tácitamente, que el desarrollo cubano depende del fin de ese “bloqueo”.
 
Hay cosas que no engañan. Los norteamericanos le dicen body language, lenguaje corporal. Porque hay emociones y pensamientos que son muy difíciles de ocultar o simular. Añadiremos lenguaje corporal ambiguo, para adjetivar algunos momentos críticos de la histórica visita.
 
Los analistas se lanzaron a especular sobre el no recibimiento por parte del presidente cubano al presidente Obama. Pero todo parecía estar acordado por ambos: Obama y familia tomaron sus sombrillitas y bajaron del avión más famoso del mundo como cualquier familia de vecino. Ellos sabían que no había nadie importante al pie de la escalerilla. ¿Fue Obama quien pidió bajo perfil, o Raúl quien prefirió darle poca importancia? Tal vez fueron los dos. No hacer ruido, no provocar “caos”. Y por eso, el paseo bajo la lluvia por La Habana Vieja, y el tránsito por el Malecón, sin banderitas ni molotes.
 
El estrechón de manos de Raúl Castro y Barak Obama no tenía para cuando acabar al siguiente día. Obama, que puede tener la edad de los hijos del jerarca cubano, lucia elegante, diríase que hasta con la humildad aristocrática de quien nada teme; en cambio el cubano, parecía cansado; no solo fatigado por los más de 80 años, sino porque habrá tenido que desafiar a los disidentes de su propio Partido, probablemente muchos de los cuales opinan que este es el inicio del fin de la Revolución.
 
Esas dos formas de percibirse y percibir el mundo, y el futuro, fue muy evidente en la conferencia de prensa, dicen que no pactada con anterioridad. El general no pudo ocultar ni sus arrugas físicas ni mentales, y ante un par de preguntas de periodistas norteamericanos, a las cuales no está acostumbrado, estalló en recriminaciones. Lenguaje corporal ambiguo. Una vez más, Obama demostró porque es un político reelegido para ocho años de mandato: suave, seguro de sí mismo, casi condescendiente con el anciano dictador, ajeno, como es Raúl, a la comparecencia pública. ¿Pudo ser más “duro” Obama? Sin duda, pero, ¿para qué?
 
El discurso en el Gran Teatro de la Habana, recién nombrado Alicia Alonso, es una pieza de oratoria brillante. Una vez más el lenguaje corporal, su respeto al huésped y al mismo tiempo la fuerza en las palabras y las ideas expresadas, deben haber emocionado a muchos en ambas orillas. En los balcones la alta jerarquía seguía con atención al Presidente que los invitaba a no temerle, a construir un futuro común, a respaldar el derecho del pueblo cubano a ser, como había dicho Juan Pablo II, el protagonista de su propio destino. Todos sentados según jerarquía, y lenguajes corporales… ambiguos.
 
Según ha podido conocerse, la reunión con la disidencia interna fue un paréntesis para intercambiar con ideas y proyectos a menudo contradictorios con la estrategia de contención y reconciliación de la administración norteamericana. No podía ser de otra manera. La verdadera democracia es disentir con respeto y oír lo diferente. Podríamos suponer que el Presidente haya alentado a la unidad en la diversidad; y a quienes están en desacuerdo haya pedido un voto de confianza con la humildad que solo una enorme potencia moral y económica puede pedir.
 
Pero fue el juego de béisbol donde, definitivamente, el lenguaje de los gestos y las conductas fueron más que elocuentes. Norteamericanos y cubanos parecieron por primera vez relajados, a gusto compartiendo el pasatiempo nacional de ambos, disfrutando el embrujo único del Estadio Latinoamericano. Raúl Castro en sus risas y estrechones de mano esta vez no fue ambiguo y pareció disfrutar del juego y de la compañía de Obama como si fuera un viejo amigo. Esta vez, quién sabe si tibiamente calculado, acompañó al Presidente en su despedida.
 
Durante la visita la visita del papa Juan Pablo II en 1998 se sintieron unos días de absoluta paz y esperanza. Algo cambió en Cuba, aunque los del vaso medio lleno insistan en negarlo. El cubano de a pie ni hubo que citarlo a la Plaza de la Revolución ni a la calle 31 de Playa para saludar al Papa cada vez que salía de la Nunciatura. Las revistas católicas tuvieron un boom. El laicado se fortaleció. Las personas empezaron a asistir masivamente a las iglesias. Sangre nueva, conversa, llenó los espacios que parecían perdidos. Hubo alguien que dijo que era necesario “despapizar” la Isla. Cuba no se abrió totalmente al Mundo, pero el Mundo más cercano era el norteamericano y tampoco se abrió a Cuba.
 
Barack Obama puede estar equivocado. Él cree que ha hecho lo correcto: abrirle la mano a un pueblo y no a un régimen cuya caducidad de ideas y recursos es un hecho que ni ellos mismos pueden soslayar. Un gobierno que de no cambiar estructuralmente, estará condenado a la anarquía incontrolable en pocos años. Un gobierno que no sabe vivir sin subsidios, para usar un eufemismo. Un gobierno acostumbrado a decir que el embargo es toda su desgracia.
 
Con esa seguridad que solo tienen quienes se saben en poder de la verdad, Obama ha querido despejar de la ecuación Cuba el factor “americano”; dejar que sea la improductiva sociedad socialista subsidiada la que caiga por su propio peso, si no se modifica pronta y radicalmente. El presidente norteamericano ha confiado en que el Gobierno cubano, el de Raúl Castro, podrá evitar que aquellas palabras premonitorias de Machado se hagan realidad otra vez. De evitar eso, y casi nada más, se ha tratado este viaje.
 
el_papa_y_la_cruz_de_los_cubanos.jpg (660×495)

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 26/03/2016 17:00



Primer  Anterior  2 a 4 de 4  Siguiente   Último  
Tema anterior  Tema siguiente
 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados