El naufragio del Titanic es probablemente la catástrofe marítima más conocida de todas las que se han producido. Que un gran transatlántico calificado como insumergible naufragara en su travesía inaugural causando la muerte de más de 1.500 personas fueron motivos más que suficientes para que su nombre pasara a la historia.
Sin embargo, existen otros muchos navíos menos recordados que debido a las extrañas circunstancias en las que se produjeron sus hundimientos merecerían ser tan recordados como el Titanic. Uno de ellos es el S.S. Connaught, un vapor transatlántico naufragado en 1860 cerca de las costas de Boston en unas insólitas condiciones.
Según podemos leer en el blog «Gizmodo», este colosal navío de casco de acero y 115 metros de eslora que unía Europa y América, zarpó del puerto de Galwey, en Irlanda, el 25 de septiembre de 1860. A bordo viajaban 592 personas —50 pasajeros en primera clase, 417 en segunda clase y 125 miembros de la tripulación—, además de un cargamento de 4.500 kilos de oro en monedas, pertenecientes a la familia real británica.
La travesía transcurrió de forma completamente normal, hasta que, cuando apenas faltaban 160 kilómetros para arribar al puerto de Boston, se desató una terrible tormenta. La tempestad abrió una vía de agua en el casco y la nave comenzó a hundirse. Una rápida colaboración entre la tripulación y los pasajeros logró cerrarla. Lejos de alejar la tragedia, esta operación provocó un pavoroso incendio bajo la cubierta.
Aunque el casco del S.S. Connaught era de acero, gran parte de su interior estaba revestido de madera, por lo que el interior del buque pronto se convirtió en un infierno y sus ocupantes se vieron obligados a refugiarse en cubierta. El capitán ordenó bajar los botes salvavidas y evacuar el barco, pero la fuerza del temporal los destrozó.
Cuando parecía que la suerte de los pasajeros del transatlántico estaba ya echada, un pequeño carguero que navegaba por la zona divisó el barco en apuros y acudió a su rescate. Con grandes dificultades, los casi 600 pasajeros embarcaron en el pequeño carguero. Aunque no se produjo ningún fallecimiento, no pudieron evitar que el vapor se hundiera con toda su carga. Los testigos del naufragio aseguraron que instantes antes de sumergirse, debido al calor provocado por el incendio, el casco estaba al rojo vivo y las olas se transformaban en vapor al impactar contra él.
Durante más de 150 años, el paradero de los restos de este barco ha sido un auténtico misterio. Muchas expediciones han inspeccionado la zona, tratando de localizar al ya conocido como el «Titanic del siglo XIX», pero todos los intentos habían sido infructuosos.
Al menos, hasta ahora, ya que justo cuando se cumplen 154 años del naufragio, la compañía de rescates marítimos Endurance Exploration Group ha anunciado haber encontrado los restos del S.S. Connaught. Para localizarlos, emplearon un sonar para elaborar un mapa de 1.800 kilómetros de lecho marino, además de varios robots sumergibles con los que confirmaron la autenticidad del pecio y la existencia de toda clase de restos recuperables.
A pesar de que recuperar el cargamento de oro que transportaba el buque era el principal objetivo de todos los que trataron de encontrar este barco, Endurance Exploration asegura que su prioridad es clasificar todos los restos y rescatar los que sea posible. Un proceso que pretenden mostrar en un documental que explicará también la insólita y afortunada aventura de los pasajeros embarcados en el último viaje de este vapor. Quizá así, el nombre del S.S. Connaught logre ocupar un lugar en la historia de la navegación moderna.
El Titanic fue en su época el barco más grande jamás construido. Un barco que se presentaba como insumergible, una proeza de la ingeniería. Tal por ello, las primeras informaciones publicadas en ABC fechadas el 15 de abril de 1912 anunciaban que «todos aseguran que tanto el pasaje como la tripulación se han salvado». Pronto se reveló el verdadero alcance de la catástrofe, que causó una enorme conmoción. El Hombre volvía a ser vulnerable, no todo lo podía la técnica. Y entonces comenzaron los relatos que convirtieron el hundimiento de un barco en una leyenda de proporciones gigantescas, en uno de los mitos contemporáneos.
Ya han pasado 104 años desde que el R.M.S. «Titanic», también conocido como el «Buque de los sueños», se fue al fondo del mar tras chocar contra un iceberg llevándose consigo a más de 1.500 almas. Sin embargo, su historia sigue tan viva hoy en día como aquel 15 de abril de 1912. Y es que, por muchos años que pasen, es imposible no estremecerse al pensar en como vivieron el naufragio cada uno de las personas que se encontraban a bordo. Por ello, hoy queremos contarte cuatro historias curiosas sobre esta tragedia que probablemente no conocías.
1-Hachas para cortar las manos a los náufragos y evitar que volcaran los botes La primera de estas emotivas historias nos sitúa en la fría noche del 14 de abril después de que el «Titanic» chocara contra aquel gigante de hielo y se hundiera para siempre en el Atlántico. Eran horas aciagas pues, al no haberbotes salvavidas ni para la mitad del pasaje, centenares de personas luchaban desde las gélidas aguas para subir a una embarcación y no morir congeladas.
No obstante, los oficiales sabían que el peso excesivo podía hundir las pequeñas embarcaciones en las que viajaban los supervivientes, por lo quehicieron uso de todas las armas que encontraron para mantener a los náufragos dentro del océano. Eso es lo que sucedió en botes como el 12, donde dos españolas vieron como un oficial cortaba la mano a uno de los náufragos que trataban de hacerse un hueco entre los supervivientes.
«En cuestión de minutos, el bote 12, que se encontraba a un cuarto de milla de distancia de la zona del hundimiento, se vio acosado por enloquecidos náufragos que intentaban trepar a la embarcación. “Una persona llegó nadando hasta nuestro bote y le cortaron de un hachazo la mano, mientras que a otras hubo que matarlas a tiros”, manifestaron las hermanas Florentina y Asunción Durán», señala el periodista Nacho Montero, en su obra «Los diez del “Titanic”».
Este suceso, sin embargo, tendría que esperar años y años hasta salir a la luz. «Interrogados en las comisiones de investigación abiertas días después por los gobiernos de Inglaterra y Estados Unidos, los tripulantes de este bote, como casi todos los supervivientes de la dotación del "Titanic", jamás admitieron que se hubiera negado auxilio o utilizado armas», finaliza el escritor en su obra.
2-El «Titanic» contactó por telégrafo con Tenerife días antes de la tragedia Además de ser un inmenso palacio flotante, el «Titanic» también contaba con la última tecnología a bordo. Uno de los «juguetes» más caros que podía utilizar la tripulación era una gigantesca antena de radiotelegrafía que permitía al barco contactar con puntos ubicados al otro lado del océano -algo extraño para la época-. En una prueba realizada días antes de la tragedia, desde la sala de radio del transatlántico se envió un mensaje que fue respondido por la estación costera de Tenerife, a 3.700 kilómetros de distancia.
«Esa tarde, los dos operadores de radio del "Titanic", Jack Phillips y Harold Bride, decidieron probar el transmisor Marconi a plena potencia. Disponían del equipo más moderno y eficaz del momento que, en condiciones normales, garantizaba un alcance de unos 450 kilómetros, pero que, a toda su capacidad, podía superar miles de kilómetros. Con su magnífica estación ajustada y plenamente operativa, Phillips y Bride efectuaron una comunicación de larga distancia. No fue difícil con su potente antena de 35 metros situada entre los mástiles, sobre cubierta», explica Nacho Montero en «Los diez del “Titanic”»
«Les respondió la estación costera de Tenerife, situada a unos 3.700 kilómetros, y que se encontraba en fase de pruebas. Ubicado en Santa Cruz de Tenerife, este centro telegráfico acababa de ser instalado por la empresa Marconi y disponía de cuatro colosales torres de 75 metros de altura, enclavadas en lo que hoy se conoce como el barrio de las Cuatro Torres. Una segunda llamada llegará hasta Port Said, a unos 5.500 kilómetros. El ensayo había sido un éxito», finaliza el autor.
3-La monarquía española lamentó la tragedia del «Titanic» En los días posteriores a la catástrofe, la comunidad internacional quedó estremecida por la tragedia del «Buque de los sueños». Por ello, de este a oeste se sucedieron los mensajes de condolencias hacia los países que más víctimas habían tenido que contar en la tragedia. Curiosamente, una de las regiones que transmitió su pésame a EE.UU. (lugar hacia el que viajaba el Titanic») fue España.
«Los Reyes de España, Sus Majestades Don Alfonso XIII y Doña Victoria Eugenia de Battenberg, enviaron un telegrama al presidente de los Estados Unidos en el que decían lo siguiente: “Hemos tenido conocimiento con profunda pena de la catástrofe del Titanic, que ha sumido en el luto a la nación americana. Enviamos nuestras sinceras condolencias y deseamos asegurarle a usted y a su nación nuestros sentimientos de amistad y simpatía”», explica Nacho Montero en declaraciones a ABC.
4-El misterio de las luces fantasma vistas por los pasajeros Uno de los misterios sin resolver relacionados con el «Titanic» señala que, cuando los botes salvavidas se encontraban en el agua, vieron unas extrañas luces en el horizonte. Pensando que pertenecían a otro navío, el capitán Smithordenó que los supervivientes se dirigieran hacia ellas lo más rápidamente posible. En cambio, tan fugazmente como llegaron, los puntos luminosos se fueron.
¿Qué eran aquellas luces? Nacho Montero tiene una teoría que plasma en su obra, «Los diez del “Ttanic”»: «Era un ballenero finlandés, el "Samson", que se había quedado varado y transportaba un cargamento ilegal de pieles de foca desde el norte de Canadá a través de aguas territoriales norteamericanas. Desde las cubiertas pudieron observar con claridad las miles de luces de un gran buque (el “Titanic”) que descargaba bengalas blancas»..
«En un momento dado, sospechando que habían sido avistados por los guardacostas estadounidenses, se alejaron de la zona. Como no disponían de radio a bordo, no tuvieron noticias de la tragedia del Titanic hasta llegar, días después, a las costas de Islandia. ¡Podrían haber salvado a los náufragos! Un pacto tácito de silencio entre la tripulación permitió guardar el secreto durante medio siglo. En el año 1962, el Capitán del Samson, Henrik Naess, ya en el umbral de la muerte, confesó la verdad. En todo caso, a día de hoy, el enigma de las luces fantasma del Titanic no puede considerarse resuelto», finaliza Montero.
Este reportaje fue publicado originalmente el 15 de abril de 2014 bajo el titular: «Cuatro curiosidades sobre el hundimiento del "Titanic" que quizás no conozcas»