Divorcios y misiones al exterior, el nuevo negocio
Se trata de una forma de Prostitución, más sutil y con resultados a largo plazo
Roberto Jesús Quiñones Haces | Guantánamo | Cubanet
Alta, bronceada y de luminosos ojos azules, es el resultado perfecto de la mescolanza de las razas que tanto se aprecia en esta zona del país. Tiene 32 años y accedió a ofrecer su testimonio a CubaNet si se preservaba su identidad.
Yolanda –así llamaré a la muchacha– se prostituyó a los 18 años en La Habana. Allí se quedó en la casa de unos tíos después de abandonar sus estudios en un politécnico hasta que fue detenida durante un operativo policial en el malecón y enviada a la cárcel por un “índice de peligrosidad”.
En 2007 regresó a Guantánamo y un amigo la inició en el “negocio”: seducir a las mujeres u hombres que tienen posibilidades de salir a cumplir una “misión” de trabajo en el extranjero. La seducción tiene éxito si el pícaro o la pícara ofrecen a la víctima una creíble sensación de seguridad. A veces los timadores se desesperan y el esfuerzo de meses se viene abajo, pero otras logran casarse o unirse consensualmente antes de que la víctima salga a cumplir la misión. Eso fue lo que logró Yolanda, quien reconoce que le resultó bastante fácil despojar a “su marido” de la nada despreciable suma de 2000 CUC.
Su amigo se identifica como Rolando, a secas, y está en nuestra conversación con Yolanda. Es un joven apuesto y ha hecho de todo para vivir, según dice. Preguntado al respecto confesó a CubaNet: “A la hora de seleccionar a la muchacha trato de que sea lo menos agraciada posible pues eso facilita las cosas. Fue lo mismo que le indiqué a Yolanda y volvió loco al ‘tembita’, un enfermero de Santiago de Cuba. Hay que tener mucha paciencia pues la misión puede tardar, pero con los médicos y demás trabajadores de la salud casi siempre se logra. A veces he tenido que mantener hasta tres relaciones simultáneas, claro que con mujeres de municipios diferentes para evitar un problema. Algunas se ilusionan tanto que hasta se casan antes de salir de misión y eso facilita el golpe pues cuando regresan y terminan el contrato de trabajo solo hay que buscar un abogado, congelar las cuentas del banco y poner el divorcio. Yo lo he hecho tres veces y aunque la primera vez no obtuve el dinero que quería, con el que me dieron y el que obtuve la segunda vez me compré una moto que ahora me da cien pesos diarios. La tercera vez el pleito se enredó de mala manera pero al final llegué a un acuerdo con mi ex y me dio 2000 CUC, así voy tirando. Ya estoy ‘quemado’ en Guantánamo, por eso quiero pasarme una temporada en otro lugar”, concluyó.
El propio Rolando me presentó dos días después de nuestra entrevista a otro como él que tiene “enredada” a una doctora que actualmente cumple misión en Brasil. “Ella no sólo me recarga el móvil sino que me autorizó a cobrar su salario y la mensualidad en divisa. Es muy celosa y a cada rato me llama pues cree que desde allá puede controlarme. La pobre. No nos hemos casado pero cuando venga trataré de sacarle algo por las buenas, de lo contrario le pongo un proceso para reconocer el matrimonio y luego divido los bienes. A veces hay que soltar algún dinero a varias personas pero siempre se gana algo. Yo lo he hecho dos veces, pero fuera de Guantánamo”.
El caso de un ingeniero gay de 35 años de edad cuyo nombre real es Ignacio se asemeja a los anteriores. Se casó para “cubrir las apariencias”, según confesó a CubaNet. “Luego tuve un hijo con mi esposa pero jamás me sentí a gusto con ella. Cuando le ofrecieron la posibilidad de ir a cumplir una misión la alenté para que lo hiciera. Gracias a eso he podido estar mucho tiempo con mi pareja a pesar de que no me llevo bien con mis suegros, quienes se disgustan por mis reiteradas salidas de casa y por el manejo que hago del dinero de mi esposa. Supe que ella tenía una relación con otro cubano allá en Angola y le escribí reclamándole una explicación. Me respondió que era cierto y me pidió el divorcio. Acepté su propuesta con la condición de que me diera 3000 CUC, de lo contrario le contaría todo a nuestro hijo. Ella aceptó. Pronto vendrá y nos divorciaremos. Tanto ella como yo saldremos ganando”, terminó diciendo.
Corroborando las historias
CubaNet se presentó en el Bufete Colectivo de Guantánamo y un abogado que accedió a darnos su opinión sin que lo identificáramos nos dijo que hay evidencias de que se está usando el proceso de Reconocimiento Judicial de Matrimonio para “perjudicar” a los cooperantes cubanos. “Todavía no están informatizadas las actividades registrales ni judiciales, lo cual favorece la ocurrencia de estos hechos. Aquí en Guantánamo tuve un caso donde representé a una doctora y pudimos demostrar que el demandante se dedica a esa actividad. De no haberlo hecho ella habría perdido la mitad del dinero que con tanto esfuerzo se había ganado”, expresó.
Preguntado acerca de si este es un fenómeno que se da sólo en Guantánamo respondió tajantemente que no. “Tengo conocimiento de que se han dado casos como éste en varias provincias del país, esa quizás sea una de las causas del aumento de los procesos de reconocimientos judiciales de matrimonio”.
La esencia de este proceso es económica pues se establece a consecuencia de la ruptura de la relación o por muerte de uno de los integrantes de la pareja. De haber acuerdo entre los integrantes de la pareja para contraer el matrimonio pueden ir ante un notario y casarse con carácter retroactivo. El proceso se establece para posteriormente dividir los bienes (en caso de ruptura de la unión) hacer una declaratoria de herederos y posteriormente liquidar la herencia o para reclamar una pensión a la Asistencia Social en caso de muerte de uno de los miembros de la pareja.
Según datos ofrecidos por el periódico Granma del día 25 de abril del 2014 en el reportaje titulado “Casados o no: ¿una cuestión de amor?”, los reconocimientos judiciales de las uniones consensuadas en Cuba aumentaron de 1004 en el 2009 hasta 1159 en el 2013. Es presumible que las cifras actuales, no publicadas aún, sean mayores.