El músico cubano escribe un mensaje
en reacción al discurso que dio Fidel Castro el martes
“Instalaste una férrea dictadura, que ni opinar sobre ti se puede”
Un frágil Castro se despidió de los militantes comunistas en el marco de la clausura del congreso del partido
El músico cubano Manuel González Hernández, conocido como Manolín, “El Médico de la Salsa”
Su carta previa generó mucho interés y reacciones en la comunidad cubana en Estados Unidos y fuera. Ahora le escribe una segunda carta.
El músico cubano Manuel González Hernández (Manolín, “El Médico de la Salsa”) publicó el miércoles en su cuenta de Facebook una carta en donde critica el legado del ex gobernante cubano Fidel Castro, y la influencia negativa que ha tenido en Cuba. Castro dio un discurso el martes durante la clausura del Congreso del Partido Comunista de Cuba en donde se despedía de los militantes y dijo “a todos nos llegará nuestro turno”.
Manolín explica que el líder histórico cubano es un ejemplo de contradicciones.
“Entre los propósitos que has dicho tener y tus acciones, hay una contradicción total”, escribió. “En ti, yo veo a un ser humano arrogante, soberbio, violento, maquiavélico, con un ego enorme, con una ambición de poder desmedida y capaz de cualquier cosa por lograr sus ambiciones y propósitos”.
Previamente, el cantante criticó fuertemente el mensaje que envió Castro tras la visita a Cuba en marzo del presidente de EEUU, Barack Obama.
Aquí reproducimos el último mensaje del músico cubano al ex gobernante cubano:
“A FIDEL, ANTES DE QUE SE VAYA DE ESTE MUNDO”
Fidel, en tu intervención el día de la clausura del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba, dijiste que pronto debías cumplir 90 años, y que tal vez fuera esa, una de tus últimas intervenciones, haciendo alusión me imagino, al final de tu vida, y me dije:
Pues si, tal vez te veamos pocas veces más, o inclusive, nunca más, a todos nos llega la hora, es la vida.
Yo por ejemplo, no aspiro, ni quiero llegar a los 90 años, ojalá me vaya mucho antes, para no molestar, o molestar lo menos posible a los más jóvenes con mi vejez.
Y me puse a pensar, que me gustaría decirte algunas cosas, antes que te vayas de este mundo.
Yo nací y me crié con la Revolución. Fui creciendo y por el camino me quede con muchas dudas, pero solo eran dudas, porque más que todo y sobre todo al principio, creía en ti y en la Revolución, más de lo que dudaba.
Seguí creciendo, viviendo, conociendo, leyendo, investigando, aprendiendo, y a medida que aprendía, me fui alejando cada vez más de ti, de tus actos, de tus teorías y de tu influencia sobre mi.
Cuando conocí la libertad y la democracia, me convencieron mucho más que tus ideas, más que tu forma de lucha, más que tu revolución, y más que tus discursos.
Tu lucha y todos tus actos, tu los has justificado con dos grandes excusas:
1- Defender los derechos del hombre por un mundo mejor.
2- Conservar la existencia del hombre.
Hasta ahí y dicho así, suena muy bonito, pero es que en la práctica, tú vida y tus actos niegan las dos cosas:
1- Los derechos que tú defiendes, solo son los tuyos y los derechos de los que están contigo, de los que piensan como tú. Los demás seres humanos, no cuentan en tu concepción de los derechos, es decir, en tu concepción de justicia, quedan fuera, millones y millones de seres humanos.
2- En tu otra excusa, la conservación de la especie, creo que es ese un propósito gigante. Pero, te digo algo:
Para tener esa sensibilidad para con el ser humano, no se puede ser tan gatillo alegre, y aquí volvemos a lo mismo.
En tu concepción de respeto a la vida, al hombre y a la especie, solo entran tu y los que están contigo, los demás para ti no merecen la vida. Aquí también quedan fuera millones y millones de seres humanos que habitan este planeta.
Dicen, que para muestra un botón, y yo puedo mencionarte varios:
1- Cuantos cubanos fueron a cumplir largas penas de carcel por tan solo disentir. Cuantos desterrados. Cuantos marginados. Cuantas familias divididas, cuantos cubanos discriminados, cuantos derechos violados y pisoteados.
2- Cuantos cubanos resultaron muertos por tus acciones de guerra, y cuantos fueron fusilados después de terminar la guerra, y cuantos a lo largo de todos estos años de tu revolución.
O es que acaso los derechos y la vida son solo para los que elijas y decidas tu.
Por esa manera de tu hacer justicia, yo te nombre, “El justiciero injusto”.
Fidel, yo también quiero lo mejor para el ser humano, pero, no soy capaz de violar los derechos de tantos seres humanos, ni de matar a tantos seres humanos para defender los derechos de los hombres, ni para conservar la especie.
Entre los propósitos que has dicho tener y tus acciones, hay una contradicción total.
Fidel, por otra parte, una cosa es lo que uno piensa y dice de sí mismo, y otra cosa es, lo que dicen tus actos:
Yo en ti y en tus actos, no veo nada de lo que tú dices que eres.
En ti, yo veo a un ser humano arrogante, soberbio, violento, maquiavélico, con un ego enorme, con una ambición de poder desmedida y capaz de cualquier cosa por lograr sus ambiciones y propósitos.
Por ejemplo: Alguien que piense en la conservación de la especie, no prefiere que se acabe el mundo en una guerra nuclear, antes que retirar unos misiles nucleares, como sucedió en la crisis de octubre de 1961, cuando tú le pedías a los Rusos que no retiraran los misiles de Cuba y que dieran ellos el primer golpe.
Fidel, de todo lo que he conocido en esta vida, lo que más me ha convencido, es algo que tú no nos diste nunca, la democracia.
Es la democracia, la vía más adecuada para conseguir esos propósitos que tú siempre dijiste buscar.
La democracia es la verdadera revolución, porque es una revolución constante y pacifica.
La democracia es la única que crea el espacio para que fluyan y convivan todas las ideas, y el ser humano aprende el uno del otro, vamos creciendo sin prisa, pero sin pausa, y vamos siendo mejores, sin dejar a nadie fuera, sin pisotear los derechos de nadie, sin quitarle la vida a nadie, porque todos merecemos la vida, no solos los que piensan como tú.
Tantos cubanos muertos, solo hubiera tenido sentido, si triunfando la revolución, hubieses instalado la mejor de las democracias, pero hiciste todo lo contrario.
Fidel, instalaste una férrea dictadura, que ni opinar sobre ti se puede.
En tus actos hay mucho desprecio por los demás, es decir, tú con tus ideas crees ser el único capaz de lograr un mundo mejor, sin tener en cuenta, ni dejar participar a los que tienen otras ideas.
En Cuba, tu te has sentido con el derecho de imponer tus ideas y despreciar, anular y aplastar a toda otra idea, y de paso al portador.
Fidel, tu concepción de lucha por un mundo mejor es muy primitiva, en ella tú no concibes respetar ni llegar a acuerdos con los que piensan diferente. Para ti, a los que piensan diferente solo hay que acusarlos, difamarlos, discriminarlos y aplastarlos.
Fidel, quien mal anda, mal acaba, y no podías tener otro final que este. Te vas de este mundo con tu pueblo emigrando en masas y queriendo más a un presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, que a ti y a Raúl. Tú que viviste para hacernos odiar a USA y sobre todo, a sus presidentes.
Ustedes con su locura, propiciaron este hecho. No nos dan los medios de difusión a nosotros los cubanos que pensamos, tenemos ideas y es nuestro derecho, somos cubanos también y amamos a Cuba, y en cambio, se los dan a un extranjero, y nada más y nada menos, que al presidente de los Estados Unidos, pues ahí tienen los resultados, el pueblo está con Obama. Nada en ustedes tiene sentido.
Por último Fidel,
A mí juicio, sabes por qué te perdiste ?
Pues, por eso mismo, porque al matar las ideas de los demás, te mataste tú mismo.
En política sobre todo, las ideas de los demás, son las únicas capaces de mantenernos cuerdos y en el camino correcto, porque nos van puliendo, vamos atinando el tiro, y nos vamos haciendo mejor cada día. Sin escuchar las ideas de los demás, nos perdemos inevitablemente.
Pero bueno, de todas maneras, debo confesar que de ti he aprendido mucho, sobre todo, lo que no debo hacer nunca.
Para lo que debo hacer, me quedo con José Martí.
Adiós Fidel.
Manolin.