“En el Real Madrid dicen que no pueden
hacer nada contra los cánticos homófobos a Ronaldo”
El fútbol sigue encerrado en el armario
El pasado 3 de junio, en el acto de presentación de ‘El Fin de la Homofobia’ (Editorial Catarata), desde la Asociación de Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales y Heterosexuales de las Universidades Politécnica y Complutense de Madrid (Arcopoli), pidieron públicamente a la alcaldesa de Madrid que actuase para intentar acabar con la homofobia en el fútbol, y más en concreto, en los estadios de los dos principales equipos de la capital.
“Usted ha dicho que desde el Ayuntamiento se pueden hacer muchas cosas. Nuestra asignatura pendiente es el deporte. Desde Arcopoli nos está costando muchísimo ponernos en contacto con el Real Madrid y el Atlético de Madrid; equipos donde la homofobia se escucha en los campos todos los partidos. Creemos que debería pararse eso. Desgraciadamente no nos hacen caso. ¿Usted nos podría ayudar a erradicar la homofobia en el deporte?”, preguntaron desde Arcopoli a Carmena, quien participaba en la presentación del libro escrito por Marcos Paradinas.
El compromiso de Carmena y la pasividad del Atleti y Madrid
La respuesta de Carmena no pudo ser más satisfactoria para Arcopoli. Lejos de negar el problema o minimizarlo, la alcaldesa de Madrid valoró muy positivamente la propuesta y se comprometió a abordar el problema: “Vamos a ver cómo podemos influir en esos dos grandes clubes y los que sean necesarios. ¡Estupendo! Vamos a ponernos a pensar juntos qué podemos hacer”.
El activista y vocal de odio de Arcopoli, Rubén López, se mostró esperanzado en que Manuela Carmena cumpla su palabra. Pero paralelamente, volvía a poner de manifiesto el escaso compromiso de los dos principales equipos madrileños para erradicar la homofobia en el futbol.
¿No pueden hacer nada?
En este sentido, el vocal de odio de Arcopoli asegura que en el pasado ya se habían puesto en contacto con el Real Madrid y el Atlético para exigirles guardar especial cuidado “ante el trato que recibe un jugador del Real Madrid todos los fines de semana”.
“Se trata de Cristiano Ronaldo”, víctima de los rumores que continuamente ponen en entredicho su orientación sexual. Tanto es así que el pasado mes de octubre, el delantero del club blanco llegó a suplicar a la prensa que le dejasen tranquilo al tiempo que desafiaba a los homófobos que campan a sus anchas en las redes sociales publicando otra foto con un amigo bajo el título de “Recién casado”.
“Por parte del Atlético no hemos recibido respuesta y por parte del Real Madrid nos dijeron que lo denunciáramos públicamente, que ellos no podían hacer nada. Y eso es lo que hemos hecho”, subraya López. En este punto, el vocal de odio de Arcopoli aclara: “Nos da igual la orientación sexual de esta persona. Pero no vamos a aceptar que haya homofobia contra nadie y que se incumpla la ley del deporte sistemáticamente, tal y ocurre cada jornada de liga”.
Encerrado en el armario
Observando la respuesta del Real Madrid ante la petición de Arcopoli, se antoja complicado que un jugador de fútbol puede reconocer públicamente que es homosexual. Poco o nada se ha avanzado desde 2009, cuando el por aquel entonces entrenador del Valencia, Unai Emery, afirmó: "Todo tiene un proceso. El mundo gay se está abriendo y todavía queda por abrir. El mundo del fútbol es complicado para abrir. Seguro que hay gays en este mundo, pero hay que superar alguna que otra barrera. Creo que queda mucho recorrido para que este mundo se abra".
Y es que el fútbol sigue encerrado en el armario. En los últimos cinco años solo cinco jugadores profesionales han hecho pública su condición sexual en un mundo repleto de vejaciones, amenazas y vidas paralelas. El más conocido de todos ha sido el exinternacional alemán, Thomas Hitzlperger, quien reconoció su homosexualidad tras retirarse, ya que nunca se atrevió a comentarlo en público en activo por miedo a ser reprobado.
Las aficiones y las directivas
Algo que guarda estrecha relación con la presión que sufren los futbolistas del entorno y sobretodo, de los clubes y aficiones. La reconocida psicóloga deportiva, Patricia Ramírez, lo explicaba con claridad en declaraciones al diario Sport: “En el fútbol español estamos más preparados para aceptar la homosexualidad dentro del vestuario que en público. La presión siempre llega por fuera. La burla a la que pueden ser sometidos en campos rivales o en el propio pesa mucho. Todos los futbolistas tienen amigos homosexuales y hay mucho respeto. El problema llegaría cuando esto se explica abiertamente. Si en España no somos capaces ni de respetar a los árbitros, como se va a respetar a los homosexuales en el fútbol. Aquí a un jugador que no corre, el público le llama ‘nenaza’ y otras cosas por el estilo. La crítica, el insulto, la no aceptación puede afectar al rendimiento de un deportista de elite y, quizás, algunos prefieran mantenerlo en el anonimato”.
Pese a ello, en los últimos años se han producido pequeños avances en el fútbol español. Uno de los más significativos se produjo en febrero de 2015, cuando toda la plantilla del Rayo Vallecano y los jugadores Saúl y Raúl Jiménez, del Atlético de Madrid, se atrevieron a lucir la bandera gay en los cordones de sus zapatillas. Una iniciativa que fue promovida por la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB) y que exceptuando las honrosas excepciones anteriormente citadas, fue ignorada por los grandes clubes deportivos de este país.
Comportamiento tristemente habitual en las directivas de los equipos españoles. Como prueba, basta con recordad la censura a la que se vio sometida la revista Zero (famosa hasta su cierre en 2009 por sacar del armario a todo tipo de personajes de la sociedad civil) cuando pretendía publicar una portada con un jugador del Real Madrid que declararía ser gay. “Tengo guardada una carta que nos enviaron. Da bastante risa. Pero te puedo decir que, en un momento determinado, la mayoría de los clubes de fútbol importantes nos presionaron ante la posibilidad de que sacáramos a un jugador suyo. Los jefes de prensa trabajaron mucho. Y lo hacían por escrito: sugerían, advertían, amenazaban…”, relata Miguel Ángel López, exdirector de la revista.