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General: ¡Quédense con la Base de Guantánamo, pero devuelvan el resto de la isla!
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: cubanodelmundo  (Mensaje original) Enviado: 15/05/2016 21:58
¡Quédense con la Base!
Pero devuelvan el resto de la Isla, que han ocupado ilegalmente por más de 57 años
  
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              Miriam Celaya  |  La Habana | Cubanet
Un año y medio después del reinicio de las relaciones diplomáticas entre EE. UU. y Cuba, el tema de la Base Naval de Guantánamo continúa siendo una de las muchas piedras en el zapato que obstaculizan la andadura de las conversaciones entre ambos gobiernos. Conversaciones que, ciertamente, se mantienen bajo un fuerte secretismo, como si el destino de la pequeña isla caribeña, históricamente tan dependiente de sus alianzas y conflictos externos, dependiera solo de los intereses financieros de la cúpula militar que detenta el poder desde hace casi seis décadas, y no de los once millones de cubanos rehenes de ese poder.
 
Situada en el extremo oriental de la Isla, Guantánamo es una de las provincias más pobres y atrasadas económica y socialmente, así como una de las menos pobladas. Su rasgo más relevante es la existencia de una base naval estadounidense enclavada en los márgenes de la Bahía de ese mismo nombre, que le confiere una particular importancia como pieza de cambio a los efectos de la política exterior del gobierno cubano, especialmente en sus relaciones con EE. UU.
 
A costa de la Base Naval de Guantánamo —uno de los temas más recurrentes del discurso oficial cubano—, históricamente la castrocracia se ha desgarrado las vestiduras y mesado los cabellos en todos los foros internacionales denunciando la afrenta que constituye dicho enclave para la ‘soberanía nacional’, pese a que la mayoría de los cubanos es absolutamente indiferente a la existencia o no de este controversial enclave, el cual —por cierto— antes de la llegada al poder por Fidel Castro era una de las más codiciadas fuentes de empleo para los pobladores de Caimanera, municipio en el que se sitúa la base.
 
De hecho, la actual pertinencia o no del Tratado cubano-estadounidense de 1903, que estableció más de un siglo atrás el arriendo perpetuo por parte del gobierno de EE. UU. sobre ese territorio —dando legitimidad a la Estación Naval que había establecido el ejército de ocupación en 1898, al terminar la Guerra hispano-estadounidense— constituye un asunto baladí en comparación con el cúmulo de dificultades existenciales que atraviesa hoy la población cubana en su conjunto, así como de cara a urgencias tales como la profunda crisis económica cubana, la corrupción generalizada, la emigración creciente e indetenible, el deterioro de los valores éticos y morales, los problemas alimentarios, la insuficiencia y precariedad del fondo habitacional, la doble moneda y la ausencia de libertades, por solo mencionar las más acuciantes. ¿Qué les pueden importar a los cubanos comunes los rejuegos tardo-nacionalistas del mismo poder que ha llevado la nación a la ruina?
 
Pretender que la Base Naval de Guantánamo sea una prioridad en la agenda de los cubanos o que éste sea “un tema muy sensible” para nosotros es tan absurdo e insostenible como asegurar que la Ley de Ajuste es el motivo fundamental del éxodo que continúa vaciando la Isla.
 
Pero la indiferencia general sobre este tema es de larga data. La historiografía cubana escasea en ejemplos del supuesto rechazo nacional a la Base de referencia. Salvo la inconformidad manifiesta de Juan Gualberto Gómez y Salvador Cisneros Betancourt al inicio de la República, frontalmente opuestos a la Enmienda Platt cuyo artículo VII impuso el Tratado de Arrendamiento de Bases Navales y Carboneras, no se conoce de movimientos, protestas populares o plataformas políticas que durante la etapa republicana hayan incorporado como demanda de  los cubanos la devolución de la Base Naval de Guantánamo.
 
Esta verdadera afrenta a la soberanía nacional, la Enmienda Platt, contra la que sí hubo un rechazo permanente por parte de numerosos representantes de la sociedad civil cubana, incluyendo políticos, intelectuales y otras voces de diversos sectores sociales, fue derogada en 1934. Sin embargo, el Tratado cubano-estadounidense de 1903 quedó en pie sin que nadie —entonces o después— haya otorgado a la Base Naval estadounidense en tierra cubana el relieve que le pretende imprimir el castrismo.
 
Ni siquiera la Asamblea Constituyente, que debatió la que hasta hoy sigue siendo la más completa y democrática Constitución de Cuba, la de 1940, abordó el tema de la base naval estadounidense en territorio cubano, a pesar de que entre los delegados de las sesiones de debates —divulgadas simultáneamente por la radio para todos los cubanos— se encontraban intelectuales de gran valía y hasta representantes del partido comunista. ¿Acaso debemos pensar que no existía espíritu soberano entre aquellos gestores de la Carta Magna republicana?
 
Por todo esto la manipulación mediática por parte del monopolio de prensa gubernamental sobre el tema “Guantánamo” resulta muy cuestionable. En particular cuando lanza a sus gerifaltes de la tinta a llenar las páginas de los libelos oficiales con verdades a medias o mentiras completas, distorsionando la Historia y cuestionando como perversa la capacidad del Poder Legislativo estadounidense de limitar los poderes del Ejecutivo para la devolución de la Base.
 
Con la usual ambigüedad que utiliza el castrismo para calificar como ‘buenas’ o ‘malas’ las leyes estadounidenses, según su conveniencia, ahora apela a ellas para ‘demostrar’ que el Presidente Barack Obama tiene las prerrogativas que le permitirían la devolución de la Base Naval de Guantánamo al gobierno cubano, pero carece de la voluntad política de ejercerlas:
 
“En la historia político jurídica estadounidense existe un precedente legal que apoya las prerrogativas presidenciales en materia de tratados firmados por el Ejecutivo”. (Granma, miércoles 11 de mayo de 2016). Y hace referencia a la facultad constitucional, reconocida por la Corte de Apelaciones del Distrito de Columbia durante el mandato del Presidente Jimmy Carter y que permitió a éste poner fin al  Tratado de Defensa Mutua firmado en 1934 con la República China.
 
Tratado éste que —según añade más adelante el artículo— “al igual que el firmado entre EE. UU. y la naciente república neocolonial cubana en 1902, no contenía condicionamientos o cláusulas otorgándole al Congreso papel alguno para ponerles fin”.
 
Todo vale cuando se trata de los intereses de los octogenarios de verde olivo, incluso las muy vilipendiadas leyes estadounidenses. Porque la devolución del territorio de la Base Naval y el levantamiento del Embargo –tal como antaño lo fueron las “marchas combatientes” frente a la embajada de Perú y en el puerto de Mariel, la “Batalla por Elián”, la pantomima de apoyo al Socialismo Eterno y otras comparsas ideológicas– son las distracciones de ocasión que utiliza el gobierno cubano en tiempos de crisis a fin de desviar la atención de la opinión pública internacional sobre los verdaderos problemas que desbordan la realidad cubana actual.
 
De otra manera no se explica tanta alharaca alrededor de un mísero pedazo de terreno infértil y seco, apenas 117,6 Km² en un país donde las tierras más feraces (y paradójicamente más improductivas) están en manos del Estado. Salvo que el Gobierno tenga intenciones ocultas tras el discurso patriotero.
 
Entretanto, y por las dudas, es mejor recordar que no hace tanto tiempo las bases militares y de espionaje soviéticas que agitaban las presiones entre EE UU y la URSS en plena Guerra Fría, poniendo además en peligro la seguridad de Cuba, no parecían ofender tanto los celos de soberanía nacional de los Castro.
 
A juzgar por las alianzas históricamente preferidas por el castrismo, más nos vale que la Base Naval se quede en las mismas manos, hasta que su devolución no constituya un peligro, no tanto para la seguridad de EE UU como para la tranquilidad nuestra. Aunque, fantaseando un poco en broma, un poco en serio sobre este asunto, quizás lo ideal sería poder negociar con los Castro y su casta la devolución del territorio que tanto anhelan a cambio de que nos devuelvan a los cubanos el resto de la Isla, que han estado ocupando ilegalmente durante más de 57 años. Sería un arreglo perfecto para todos. Si tal milagro fuese posible, ¡que recuperen enhorabuena el territorio de la puñetera Base… y que les aproveche!
                 Vía Cubanet
 
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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: administrador2 Enviado: 16/05/2016 17:03
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