ENTRE LA CONGA Y LA LEY DEL SILENCIO
La comunidad LGBTI continúa marchando sola
Juan Antonio Madrazo Luna | La Habana | Cubanet La novena jornada cubana contra la homofobia y la transfobia que anima el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) ha estado marcada por estos días en el espacio público habanero por la ley del silencio. El CENESEX en esta ocasión alejó el debate de la gente común considerada activista-militante, y de ciudadanos de a pie comprometidos en la lucha contra todas formas de discriminación.
El calendario revolucionario hace nueve años incorporó a su agenda dicha jornada política, como parte de su estrategia de maquillar el expediente represivo de la revolución cuando penalizó las sexualidades disidentes; pero el linaje político de la directora del CENESEX, Mariela Castro Espín, no ha impedido que dicha jornada esté marcada bajo las ráfagas de la indiferencia, pues a un núcleo conservador del Partido Comunista de Cuba las sexualidades disidentes no le importan. Es más, les incomodan, pues aún los veteranos están conscientes de que a la revolución tienen derecho de construirla solo los machos.
En esta ocasión, la jornada por segunda vez anima la campaña “Me incluyo”, que tiene como temática central la discriminación por orientación sexual e identidad de género en los espacios laborales.
En Cuba muchísimos sujetos de la comunidad LGBTI han sufrido acoso, aislamiento para cerrar un contrato laboral y humillaciones. Hasta el momento no existen las herramientas legales para una integración global de la comunidad LGBTI. Los transgéneros en su mayoría están excluidos del mundo laboral estatal y sus limitadas oportunidades se cruzan entre los oficios de la economía del cuidado o prostituirse en la calle. Algunos consideran que los agentes de la policía se comportan como delincuentes, acosándolos en los parques o humillándolos a cambio de dinero o favores sexuales.
La jornada comenzó el día 10 de mayo, teniendo como sede central la provincia de Matanzas. La discriminación por orientación sexual en los ámbitos laborales ha sido discutida en varios paneles a puertas cerradas adonde muchos interesados no tuvieron la oportunidad de asistir por ser solo para invitados y prensa extranjera, como el evento “Mujer, género y desarrollo”, el cual tuvo su movilidad entre el Hotel Nacional y el Habana Libre. También en el salón de la Central de Trabajadores de Cuba se desarrolló una jornada científica animada por la Unión de Juristas de Cuba, en la cual se discutieron posibles propuestas de leyes en cuanto al matrimonio igualitario.
Solo en la tradicional Conga por la Diversidad que se efectuó el sábado 15 de mayo desde el malecón habanero hasta el Pabellón Cuba pudo participar un público heterogéneo.
Para Edelmiro, profesor de educación secundaria y a la vez activista por los derechos humanos de la comunidad LGBTI, “la jornada ha dejado de ser un amplio abanico de oportunidades, ha sido muy cerrada. La discriminación en el espacio laboral es muy latente. En ningún lugar de la Habana he visto un afiche con referencia a la campaña. Hubo seis reuniones a puertas cerradas con importantes invitados, en las cuales no hubo ninguna oportunidad para los sujetos diversos de la comunidad. Evidentemente los espacios se nos siguen reduciendo cada día más y es que quienes estamos en la calle necesitamos una ley que nos ampare y nos haga personas, pues para determinadas entidades somos sujetos indeseables”.
La jornada como pantalla es parte de un gesto social oficializado. La Conga por la Diversidad entre consignas revolucionarias, selfis y condena al embargo es una galería de mercado desde la cual por un día el CENESEX intenta bajo su sombrilla visibilizar diversas identidades afines ideológicamente. Una galería de mercado en la cual se trafican cuerpos, pero donde también transitan travestis, pingueros y drag queens famosas en el espacio habanero como Farah, la abuela de los trans, la rubia y hoy veterana revolucionaria Alicia, a quien no le ha pedido nadie disculpas por las palizas que recibió durante los años 80 en baños públicos o unidades policiales, o la popular actriz y modelo Kirian; activistas militantes, voyeurs, curiosos e indignados por tantos índices de libertad, desde la sexualidad periférica; e incluso “yumas” que se asoman como nuevos conquistadores.
Anthony también vino a disfrutar la conga. Tiene 30 años y se presenta a algunos cubanos como empresario. Es un “yuma” del Mississippi profundo, sus íconos son el guerrillero argentino Ernesto Che Guevara y el polémico fotógrafo estadounidense Robert Marpplethorpe, y ha venido por primera vez después del deshielo entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos con un grupo de amigos desde Nueva York. Se asoman a la Habana bajo la coartada de explorar oportunidades de negocio desde la cultura gay y nos cuenta Anthony: “De la Habana me han hecho muchísimas historias pero tenía que vivir en carne propia la fantasía. Es una ciudad en la cual es posible erizar, pero también divertir; donde los chicos además de ser muy sanos tienen muy buena tarifa. He venido a penetrar las vísceras del caimán y la Isla es un mercado virgen para la comunidad gay global, por lo que se podría pensar desde ahora a la Isla como ruta de viaje y de placer obligada; donde nuestra gente se pueda enamorar, pues el rico mestizaje que hay aquí lo permite y eso genera muchísimas ganancias. A mí me anima la idea de levantar en La Habana un teatro rosa sólo para hombres”.
Al activismo independiente le faltó iniciativa y creatividad en esta jornada. Pero también en el evento falta un activismo más crítico desde nuevos discursos, ejercicios de presión que permitan, desde la diversidad interior, desarrollar estrategias de incidencias viables.
Ahora la jornada se ha trasladado a la occidental provincia de Matanzas, sede central. Mientras tanto, gays, lesbianas, transgéneros e intersex en su mayoría son sujetos que continúan marchando solos. Aún hay muchas vidas lloradas.
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