El día que remataron a Marquitos
Toda historia como la de él resulta tenebrosa
Un fusilamiento en La Cabaña, en los primeros años de la revolución (foto tomada de El Nuevo Herald)
Tania Díaz Castro | La Habana, Cuba | Cubanet
Por estos años de dictadura castrista, historias como la de Marcos A. Rodríguez Alfonso (1938-1964) hay muchas. Todas o casi todas están relacionadas con las personas de Fidel y Raúl Castro. Todas resultan tenebrosas.
Gracias al tiempo transcurrido, muchas de ellas se conocen en todos sus pormenores. La historia de Marcos Rodríguez es una de las tantas.
Marquitos, como lo llamaban, era un adolescente que militaba en las filas de los jóvenes del Partido Comunista de Cuba (PCC) o Partido Socialista Popular (PSP), allá por los años cincuenta del siglo pasado. Fue quien delató el refugio donde se escondían algunos de los implicados en el acto terrorista perpetrado contra el Palacio Presidencial, el 13 de marzo de 1957, con el fin de matar a Fulgencio Batista.
Unos días después, el 20 de abril, la policía asesinó de madrugada y por sorpresa a varios de los asaltantes, en un apartamento del edificio situado en la calle Humboldt, en La Habana.
Al triunfo de la Revolución, el 26 de marzo de 1964, Marcos Rodríguez fue llevado a juicio, acusado de delación. Ni siquiera se tuvo en cuenta que, por la fecha de los hechos, Marcos era menor de edad.
Muy retorcida fue la historia del juicio. En ella aparecen entre telones los más altos dirigentes del PCC, diplomáticos soviéticos radicados en La Habana, miembros de la KGB desde Moscú, el Comandante Raúl Vallejo Ortiz, médico personal de Fidel, encargado de drogar a Marquitos para los interrogatorios y por último para el juicio y por supuesto, quienes no podían faltar: Fidel Castro y su hermano Raúl, atentos siempre a lo que decía el acusado, torturado psicológicamente durante meses, en una casa especial del reparto Siboney, custodiada por miembros de la escolta personal de los Castro.
La verdad fue bien conocida: Marquitos había sido fiel a su carné de militante comunista y había delatado a los jóvenes revolucionarios.
Se hizo evidente que se trataba de una lógica consecuencia, puesto que los máximos dirigentes del PCC no apoyaban el terrorista que empleaban las organizaciones insurreccionales para la lucha por el poder.
Cuando Fidel Castro vio que a través de Marquitos podía pasarle la cuenta a los viejos comunistas, que podía apartar del camino de su dictadura a los más famosos líderes del PCC, los que realmente siempre habían sido reconocidos por la clase obrera, quienes habían hecho historia además por su participación durante la Constitución de 1940, dio vía libre para que el juicio fuera transmitido por radio y televisión.
Un verdadero escándalo de la lucha por el poder.
Unos días después de concluido, Marcos, convertido en un guiñapo humano, fue rematado ante un pelotón de fusilamiento, para convertirse así en otra víctima de los miles de crímenes de la dictadura castrista.
Esta es la historia de otra de las venganzas de Fidel Castro. Resucitar el caso de Marquitos lo hizo sentirse más seguro que nunca del poder total que poseía. No importaban los medios, según le aconsejó Maquiavelo, si el fin era en beneficio suyo.
El 19 de abril de 1964, Marcos Rodríguez, casi cadáver, fue colocado ante el pelotón de fusilamiento, según lo anunciado por la prensa. Ese día que murió, también moría algo en las mentes de los cubanos que descubrieron la crueldad del dictador cubano.
Ese día, lo confieso, también algo murió dentro de mí.