Una lectura detallada del documento de la Conceptualización del Modelo Económico y social cubano nos traslada al Primer Congreso del Partido, con la aprobación del Sistema de Dirección y Planificación de la Economía. Este sistema de dirección copiado del soviético de la época (brezhniana) demostró su incompetencia desde 1975-1986, a pesar de los cuantiosos subsidios soviéticos. Humberto Pérez y otros analistas dirán que efectivamente no pudieron implementarlo gracias el boicot silencioso y sistemático de Fidel Castro —en contra de la institucionalización del poder— a favor de un poder “carismático” que le permitiera las manos libres para imponer arbitrariamente su “genio”. Entonces, de lo que se trata es de aplicarlo “correctamente”.
Hoy se vuelve a proclamar como el referente, pero sustituyendo el subsidio soviético por las esperadas y pobres inversiones extranjeras directas. No hay cambios estructurales ni los habrá mientras se mantenga la economía centralmente planificada. ¿Y son necesarios?
Existe una cuantiosa literatura sobre la ineficacia del sistema. El Estado asignador de recursos y con una estructura piramidal hasta la empresa local, define el gasto y la producción de cada empresa. Los funcionarios de los diferentes niveles de dirección sujetos al Plan Central harán todo lo posible y lo imposible por cumplir estos planes en la realidad o en papeles porque de ello dependen las “ocultas” recompensas materiales correspondientes a sus cargos. Eso les lleva a realizar conexiones con otras empresas “pares” para lograr los insumos por medios legales e ilegales y a inflar los resultados. La asignación de recursos por el Plan central depende de una “aproximativa” evaluación de la demanda pero sobre todo de los recursos que tiene el estado en ese momento. En la época de Fidel Castro todos los planes se “cumplían”. Lo que ha variado es que ahora, con Raúl Castro, se admite que no se cumplen y no hay consecuencias para los responsables.
A partir de ese momento inicial, los planes se estimarán con un pequeño porcentaje superior al año anterior y cada vez más alejados de la demanda ciudadana. El Estado asignador y distribuidor entra en el “círculo vicioso” desarrollado por el economista Janos Kornay en su libro La economía de la penuria en el cual incluso, cuando los planes se cumplan, habrá siempre penuria de recursos, penuria y/o sobre saturación de empleo y penuria en la oferta junto al despilfarro de stocks depreciándose e inutilizables. La escasez consustancial al sistema se reflejará en las largas colas de espera para obtener un servicio o un bien y los países se sumirán en una pobreza endémica.
Siempre que se mantenga la economía centralmente planificada la demanda irá por un lado y la oferta por otro bien distinto, la democratización económica y política será imposible, sencillamente porque el sistema se aísla de los requerimientos de la realidad económica y no logra la información fiable, o no la quiere tener en cuenta, porque significa la pérdida del poder económico directo sobre los recursos nacionales y extranjeros. Este es el sustento económico de “La Nueva Clase” del ensayo del yugoslavo Milovan Djilas.
En el documento de la Conceptualización la incompetencia económica de este sistema se disfraza de “regalo ideológico” al decir que la propiedad de los medios estatales son “propiedad del pueblo” y por eso es la propiedad “socializada” de mayor nivel —en el entendido que son todos los trabajadores los propietarios del capital y del trabajo y por lo tanto participan en la inversión, producción cambio y consumo—. Esta ficción tiene su origen en la propaganda de los manuales soviéticos y ningún contacto con la realidad histórica ni actual
La Conceptualización para lograr consenso entre la élite endogámica
Así, para la percepción ciudadana este documento es “futurista”, un “video juego” o una “farsa” pero en todo caso es un documento de espaldas a las claves para resolver la grave situación económica social y política del país y por ello no creíble.[4]
Los históricos de la élite aceptan de buen grado “las reformas” del sistema de planificación económica porque no afecta sus controles de mando de la economía y la política. Seguirán en los puestos privilegiados de la política partidista y/o dirigiendo discrecionalmente los sectores productivos y de servicios que ofrecen las mayores ganancias.
Para los reformadores tenemos varios “guiños” en el documento. Mayor autonomía empresarial a lo Alec Nove con su “socialismo de mercado”. Además de la lealtad política se incluye ahora la palabra “meritocracia” para la admisión de nuevos burócratas o empresarios de grandes empresas estatales teniendo en cuenta sus “habilidades y eficiente desempeño”. La “sociedad civil socialista” tiene una propiedad “particular” que no se explica y sirve para presentarse como ONG a nivel internacional y captar recursos extranjeros, algo que se pretende desde los años 90 del siglo pasado. La promesa de adquirir la personalidad jurídica para la propiedad privada pequeña y mediana que respalde a los nuevos empresarios familiares y allegados a la actual élite en el poder. La promesa de reglas iguales de acceso para competir en los mercados nacionales y extranjeros para la empresa estatal y no estatal. Una cierta descentralización a la provincia y municipios con la ampliación de recursos a estos niveles, y la utilización de la palabra “políticas públicas” sacada del “closet ideológico” a la cual “los históricos” han sido siempre reticentes. No hay otra novedad.
Los tiempos verbales del documento para manipular a la ciudadanía
Con una aclaración inicial se dice que se hablará en presente aunque son metas del futuro, pero incluso se utiliza el pretérito perfecto para definir la separación entre el poder del partido y el poder estatal con su aplicación en las provincias de Mayabeque y Artemisa. Nadie ha visto en qué beneficia esta separación a la eficiencia económica, luego entonces es un check mark para los funcionarios involucrados en el proceso. La unificación monetaria se dice en presente y los servicios sociales y la seguridad social también en tiempo presente describiendo una prosperidad ausente. El rejuego con los tiempos verbales pretende acercar a la población al discurso oficial. Si se planteaba todo en futuro simple, el documento develaría su “futurismo” infundado, “un video juego”, una “farsa”, como todas las promesas incumplidas en el pasado y el presente del país.
También el documento de la Conceptualización me sugirió, con su lectura, el necesario “humo ideológico” para efectuar la transición hacia un “capitalismo de estado autoritario” con mayores niveles o amplios niveles futuros de liberalización económica, bajo la dirección de un férreo partido llamado “comunista” que como en China y en menor medida en Rusia, logra el “discreto encanto del crecimiento autoritario”, genera las abismales desigualdades económicas, sociales, políticas e informativas y concentra los privilegios en la casta del partido entre los que incluye a los millonarios chinos.
Ese es el modelo en el cual los ortodoxos y reformadores de la élite política cubana, logran un consenso político formidable, en abierta confrontación con los intereses ciudadanos.