El Castillo de los Santos Tres Reyes Magos del Morro
CiberCuba - El Castillo de los Santos Tres Reyes Magos del Morro constituye el símbolo, por excelencia, de Cuba y, en extensión, de toda Iberoamérica. El emblemático faro que está situado a la entrada de la bahía de La Habana, tiene una historia larga historia, pues el Morro, como le llaman los cubanos, constituye la más antigua fortificación construida por los españoles en América y es lugar de visita obligado en los recorridos de los turistas que llegan a la villa de San Cristóbal de La Habana.
Desde mediados del siglo XVI se situaban vigías sobre el peñón que dominaba la amplia bahía; en 1563, el gobernador don Diego de Mazariegos hizo construir en el lugar una alta torre servía como punto de referencia para los galeones que querían llegar a la zona.
Años más tarde, el cabildo habanero -autoridad máxima en la villa- dispuso la fortificación del Morro con seis cañones, ordenando que al menos uno de los vigías debía ser artillero experto; entonces se erigió una casilla de tejas para guarecer a los centinelas.
El peligro que se cernía sobre la rica villa en la medida en que ésta se convertía en el principal puerto comercial español en el Nuevo Mundo, así como las constantes amenazas de corsarios, piratas y escuadras de naciones enemigas de España, llevaron a que el rey Felipe II aprobara la construcción de una gran fortaleza que hiciera inexpugnable al puerto habanero. Para realizar este trabajo se eligió al entonces famoso ingeniero Juan Bautista Antonelli, quien inició los trabajos de construcción en 1589.
Cuarenta años después, en 1629, se inauguró la fortificación por el gobernador don Lorenzo Cabrera. Los habaneros pensaron que a partir de ese momento estarían a salvo definitivamente de cualquier ataque por mar. Sin embargo, en 1762, una escuadra naval británica, al mando del conde de Albermale, destruyó esas ilusiones en sólo 29 días y la emblemática farola del Morro quedó seriamente dañada por la artillería enemiga. Un año después, la plaza fue recuperada por la metrópolis española y se tomó la decisión de reforzar la guarnición que cuidaba el castillo y erigir un fanal alimentado por leña.
Al crecer la importancia del puerto habanero era evidente la necesidad de crear un sistema de avisos más eficiente; los proyectos se sucedieron desde 1816, cuando el químico norteamericano Gabriel Pendergrast sugirió montar doce reflectores capaces de ofrecer iluminación equivalente a 150 velas de sebo, hasta uno que pareció definitivo, el del ingeniero francés Agustín Fresnell, quien revolucionó el alumbrado marítimo de principios de los cuarenta del siglo XIX mediante lentes escalonados, una máquina rotatoria y linterna central de forma prismática octogonal.
Fue el 24 de julio de 1845, exactamente el día en que se celebraba en España el cumpleaños de Su Majestad la Reina madre, que se realizó el encendido del nuevo faro del Morro. La luz producida mediante esta linterna se divisaba a 40 millas de distancia con resplandores que duraban de 5 a 6 segundos.
Un siglo más tarde, en 1945, fue electrificado todo el sistema de alumbrado del Morro habanero. Hoy, 163 años después, la veterana fortaleza aparece en estampillas de correos, medallas conmemorativas, litografías y etiquetas en las cajas de los famosos puros habanos. Se ha convertido en un símbolo de Cuba.