UN 26 DE JULIO GRIS CON PESPUNTES NEGROS
René Gómez Manzano | La Habana | Cubanet
Para este 26 de Julio, que se supone que sea un día de triunfos productivos, a las perspectivas que ofrece el régimen castrista pueden aplicarse los adjetivos de la jocosa frase popular: grises con pespuntes negros. Así se ha puesto de manifiesto en las reuniones de la Asamblea Nacional, el Consejo de Ministros, el Comité Central del partido único y el Comité Nacional de su destacamento juvenil.
El titular del periódico Granma de este sábado resulta poco tranquilizador: “El pueblo revolucionario cubano nuevamente se crecerá”. Para no variar, serán los más de diez millones de nuestros compatriotas de a pie quienes tendrán que pagar por los desatinos de quienes —para usar la afortunada frase de Martí— han tomado las riendas y se han sentado en su frente.
Así ha sucedido desde la trepa al poder del castrismo. Ante cada nueva metedura de pata, ahí está la “vocación heroica” de los cubanos para “convertir el revés en victoria”. Frente a la inoperancia de los ambiciosos Lineamientos (que ya sabíamos de antemano que no funcionarían, como lo auguramos hace un lustro Félix Bonne, Guillermo Fariñas y yo en el documento Cuba es lo primero), se podrá contar con la disposición de nuestros compatriotas a “crecerse”.
Una vez más, la semántica se pone al servicio del poder. “Ellos” llaman “Revolución” a mantener a ultranza el statu quo imperante; “libertad”, a obedecer todo lo que ordenan los poderosos; y “futuro luminoso”, a la falta total de perspectivas. Si todo ello es así, ¿qué más da que llamen “crecerse” a ponerse chiquiticos y soportar con estoicismo todas las calamidades que provengan de arriba?
Los detalles del nuevo fracaso los han brindado, aunque en dosis homeopáticas, los más significados personeros del régimen. Se ha reconocido que, durante el Primer Semestre de 2016, el Producto Interno Bruto creció sólo la mitad de lo planificado, lo que de por sí era un objetivo bastante modesto. Es tan poco lo que de bueno se puede anunciar el próximo 26 de julio, que la amarga tarea de pronunciar el discurso central se le ha encomendado al laborioso, incoloro y siempre dispuesto doctor Machado Ventura.
Como de costumbre, no ha faltado el intento grotesco de involucrar a Estados Unidos en el nuevo traspiés: “A más de tres meses de los anuncios del presidente Obama, el 15 de marzo, de que se eliminaría la prohibición a Cuba para utilizar el dólar en sus transacciones internacionales, lo cierto es que no se ha logrado todavía efectuar pagos ni depósitos en efectivo en esa moneda”, se quejó Raúl Castro y subtituló el Granma. ¡Como si los pagos que hubiera que hacer no pudieran realizarse en euros o libras esterlinas!
Mientras tanto, se acerca la fecha del 26 de Julio. Y aquí viene al caso recordar lo que mis tres hermanos de causa y yo escribimos en el documento La Patria es de todos sobre la manía que tienen los castristas de celebrar como si fuera una fiesta ese acontecimiento histórico que se saldó con treintenas de muertos en el mismo Cuartel Moncada asaltado y en las calles de Santiago de Cuba.
Pero este desatino alcanza ahora extremos aún más absurdos. El dudoso honor ha correspondido a un conjuntico musical compuesto por algunos de esos “intelectuales orgánicos” que nos gastamos por acá, dispuestos a cumplir las órdenes del Jefe “donde sea, como sea y para lo que sea”. El estribillo de su tonada, que se refiere a la luctuosa efeméride, proclama con absoluto desparpajo: “El 26 es el día más alegre de la historia”.
A la luz de las oscuras perspectivas que se abren ahora ante el sufrido pueblo cubano, en vista de las nuevas dificultades económicas, una cosa se hará evidente: Por mucho que, siguiendo las órdenes del coronel Alfonso Borges y sus subalternos del lúgubre Departamento Ideológico, los medios masivos la repitan, esa mentira no se convertirá en verdad.