A diez años fuera del poder,
el Tiranosauro Fidel Castro es un jubilado omnipresente
MORINGA O MUERTE. (Esta foto no tiene ningun truco)
Sin dejarse ver mucho pero sin marcharse del todo, el ex gobernante cubano Fidel Castro cumple diez años apartado del poder en una suerte de jubilación activa que no solo no ha desdibujado su figura, sino que ha contribuido a mitificarla en el imaginario colectivo de la isla caribeña.
Castro delegó el poder en su hermano Raúl el 31 de julio de 2006, tras someterse a una operación por un grave problema intestinal y, aunque el traspaso solo iba a ser temporal, dos años después anunció su retirada definitiva y el Parlamento eligió a su hasta entonces sucesor interino como presidente del Consejo de Estado y comandante en jefe.
La de Fidel Castro ha sido una sucesión medida y sin traumas que tuvo su último hito en abril pasado durante el VII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), al que asistió personalmente.
“Pronto deberé cumplir 90 años. Pronto seré ya como todos los demás” y “tal vez sea de las últimas veces que hable en esta sala”, dijo allí el líder cubano, unas palabras que fueron entendidas como una implícita despedida.
El único cargo que mantiene Castro en la actualidad es el de diputado por Santiago, para el que fue reelegido en febrero de 2013.
En estos diez años de retiro, Castro ha protagonizado medidas y contadísimas apariciones en público, ha sido dado por muerto docenas de veces en internet y las redes sociales y se ha mantenido en contacto con el exterior a través de sus “Reflexiones”, publicadas en la prensa estatal y siempre replicadas por los medios extranjeros.
Durante su década como jubilado, Fidel Castro, que el próximo 13 de agosto cumple 90 años, se ha convertido en exclusivo anfitrión de mandatarios y otras personalidades que han visitado la isla en este tiempo.
Los más asiduos han sido sus aliados bolivarianos, los presidentes de Bolivia, Evo Morales, y Venezuela, Hugo Chávez (y el sucesor de este, Nicolás Maduro), aunque también recibió, entre otros, al papa Francisco en septiembre de 2015; al presidente francés, François Hollande, cuatro meses antes; y al patriarca ortodoxo ruso Kiril en febrero de este año.
De todas estas visitas han trascendido fotografías que han servido, más que para atestiguar los encuentros, para acallar los constantes rumores y elucubraciones sobre el estado de salud del excomandante que cíclicamente corren como la pólvora por internet.
Esas imágenes también permiten apreciar un cambio de indumentaria del exmandatario, que en esta década alejado del poder ha reemplazado su sempiterno uniforme militar verde olivo por prendas más cómodas como los chándales deportivos.
Además de escribir sus cada vez más esporádicas “Reflexiones”, Fidel Castro ha dedicado su tiempo a cultivar e investigar las bondades de la “moringa”, una planta de la que el exmandatario es ardiente defensor por sus supuestas propiedades nutritivas y a la que incluso dedicó uno de sus artículos.
Fotografías publicadas en la prensa oficial cubana han mostrado estos años al líder cubano paseando entre “moringas”, ataviado con sombrero “guajiro” o campesino, una afición que ratificó hace tres años tras reunirse con Castro el entonces presidente uruguayo, José Mujica.
“Está lleno de semillas, de plantas, de variedades que está impulsando, y le da un motivo a la existencia”, ilustró Mujica en julio de 2013.
En estos años, Castro también ha despedido a algunos de sus mejores amigos y aliados, como el nobel de Literatura colombiano, Gabriel García Márquez (2014) o el expresidente sudafricano Nelson Mandela (2013).
Uno de los más cercanos fue el ya mencionado Hugo Chávez, quien, además de ser su aliado político, estuvo tratándose en La Habana del cáncer que se le diagnosticó en junio de 2011 y a consecuencia del cual falleció en marzo de 2013.
La retirada del poder ha desvelado asimismo una inédita faceta del comandante: la familiar.
El entorno de Castro, cuestión tabú durante décadas, ha ganado cierta visibilidad en estos diez años, en que los cubanos por fin han puesto rostro a Dalia Soto del Valle, la mujer con la que Fidel comparte su vida desde los años sesenta y madre de cinco de sus siete hijos.