Por Isabel Díaz Torres
Hemos sido testigos, recientemente, de un suceso trascendental en la realidad cultural de la Isla. Un artista cubano, que no es un activista por los derechos LGBTIQ, ha reconocido su orientación homosexual frente a las cámaras de la televisión cubana.
Se trata del realizador Léster Hamlet, quien fue entrevistado en el programa Con 2 que se quieran 2, conducido por Amaury Pérez Vidal.
Por supuesto, el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) está colmado de gays, lesbianas, y bisexuales, desde directivos, hasta actrices y conductores, pasando por técnicos y asistentes. Lo que sucede es que con sistematicidad se cuidan mucho de que el “tema gay” aflore en los medios nacionales.
Ello se debe, a veces, a políticas institucionales de censura (que ya sabemos quién las establece… y para quien no lo sepa, pues es muy sencillo: el PCC), y muchas otras ocasiones a fobias, oportunismos personales y/o autocensura de quienes laboran en el medio.
Nunca olvidaré aquella actriz de radio que rehusó decir unos versos de Safo, la poetisa griega, porque estaban dirigidos de una mujer a otra. El guion que yo había escrito llegó a manos del director de la emisora, quien también lo rechazó a pesar de que se trataba de versos escritos más de 600 años antes de Cristo, y estén en la base misma de la civilización occidental.
Es cierto que en los últimos años, gracias a las estrategias del Cenesex, la temática ha encontrado reflejo en los espacios televisivos y radiales (con mayor o menor profesionalidad), pero casi siempre en series dramatizadas o documentales de corte educativo.
Nunca alguien cercano, de carne y hueso, había dicho “yo soy gay” en nuestros medios públicos. Y eso tiene un gran valor.
Por otra parte, hay quienes han descubierto el agua tibia al ver cómo se manipulan los sentimientos de la gente en el programa de Amaury hasta provocar las lágrimas; pero sinceramente, no sé por qué tal descubrimiento (obvio, por demás) les alumbra justo ahora, en un programa tan trascendental para el público LGBTIQ en la Isla. ¿No pudieron descubrirlo la semana anterior?
Que la TV cubana manipula, lo saben, creo, que hasta los niños. Pero lo mejor es cuando descubrimos que también lo hacen las televisoras de todas partes del mundo. Está en la esencia misma de la televisión. Sé que pueden hacerse programas sin tales efectos, pero los medios no prescindirán nunca de esos bodrios plagados de musiquitas, close ups, premios, visitante ¿inesperado?, entrevistados ¿desprevenidos?, etc…
Pero no hay que esperar el programa de Amaury de los martes para enterarnos. ¿O es que son menos melodramáticas las entrevistas a los médicos cubanos que salen fuera del país a hacer dinero, hasta que se aparece un periodista y un camarógrafo para preguntarle por Fidel o por los hijos que dejó en Cuba o por la anciana que recuperó la visión gracias al humanismo de la Revolución?
De manera que, a mi juicio, Con 2 que se quieran 2 vale tanto como lo que valen sus invitados. Si ellos dicen algo interesante, será interesante la emisión. Si no, pues veremos a un conductor haciendo magias para sacar alguna lagrimita al espectador.
Yo, que nunca me siento los martes a esperar ese espacio, tuve la suerte de verlo esa semana.
En este caso, el entrevistado prefirió extenderse en temáticas como su madre o su homosexualidad, más que en su propia obra. Por cierto, bastante poco melodrama tenía la historia, pues se trata de alguien que siempre comprendió su orientación sexual, y la expresó tal cual. No hay aquí historias de suicidios, división de familias, crímenes de odio ni nada por el estilo.
De manera que la presentación mantuvo su seriedad, fue fiel al género que cultiva y al medio que le da cabida, hizo un aporte significativo a las luchas de las personas LGBTIQ en la Isla (proponiéndoselo o no), y ello, contando la vida de un gay, que tiene pareja, y aspira a adoptar a un niño o niña sin amparo filial.
Así que, felicidades Amaury por tu programa con Léster. El de la semana siguiente estuvo bien flojo… pero ya vendrán mejores invitados. Y si no, no te preocupes, siempre hay quien se quiere dejar engañar… (de hecho, buena parte de quienes te esperan cada martes).
A Léster, pues gracias. Ojalá otras personalidades salgan públicamente del closet ante las cámaras de la TV. Ello quizás no sea gran cosa para quien lo hace, pero de seguro ayudará a muchos y muchas que aún sufren la homofobia de sus familias, escuelas y barrios.