El caos de la campaña de Donald Trump a la Casa Blanca parece reducir sus posibilidades de victoria a una histórica estampida de hombres blancos hacia las urnas en noviembre, un síntoma de que con el magnate el Partido Republicano podría deshacer años de acercamiento a las minorías.
Los hispanos, los afroamericanos, los musulmanes, las mujeres, los homosexuales y hasta los discapacitados parecen haber dado la espalda definitivamente a Trump y las encuestas dan porcentajes mínimos, en algunos casos del cero por ciento, al candidato republicano en intención de voto entre estos grupos, cada vez más decisivos.
Eso desharía años de trabajo y millones de dólares invertidos en estrategas republicanos para ampliar su base de votantes, al tiempo que EEUU se convierte en un país más diverso, y podría convertir en marginal al Partido Republicano, que se encuentra hoy por hoy en máximos de poder en más de ocho décadas (a excepción de la Presidencia).
Según una encuesta publicada esta semana por la caden CNN, Trump no solo está por detrás de la demócrata Hillary Clinton en intención de voto de los “no blancos”, sino que no supera ni a los candidatos minoritarios del Partido Verde (Jill Stein) y Libertario (Gary Johnson), ambos con un 8 % frente al 7 % del controvertido magnate.
En entrevista con Efe, Jay Leve, presidente de la encuestadora Survey USA, una de las más prestigiosas del país, opinó que Trump no puede evitar alienar a todo votante que no sea el blanco, aunque lo intente.
“Durante la mayor parte de su vida, Trump ha viajado en limusinas para asistir a eventos con blancos ricos y ha regresado a su ático de un edificio ocupado por blancos Trump nos pide volver a imaginar el país en los días cuando latinos, musulmanes y negros eran invisibles porque ‘sabían su sitio'”, reflexiona Leve.
La hecatombe que parece estar cocinando Trump provoca casos como el del estado clave de Ohio, donde el magnate obtiene el cero por ciento de apoyos de votantes afroamericanos, según un sondeo realizado el mes pasado por el canal NBC.
Y si las cosas acaban como marcan las encuestas, Trump podría obtener mucho menos del 27 % de voto hispano que logró el republicano Mitt Romney en 2012, deshaciendo así definitivamente el progreso del partido conservador entre los latinos, que en 2004 dieron un apoyo inédito del 40 % al candidato presidencial George W. Bush.
A nivel nacional, la ventaja de Clinton no deja de ampliarse y según la media de las últimas encuestas que realiza RealClearPolitics, la ex secretaria de Estado tiene más de siete puntos de ventaja sobre Trump, que obtiene un 40 %.
El carácter imprevisible y las formas de Trump, cuya última polémica fue confrontar a los padres de un soldado estadounidense musulmán muerto en Irak por haberle criticado en la Convención Demócrata, le podrían hasta privar de uno de los colectivos que más le apreciaba: los veteranos y las familias de militares.
Según cálculos de la publicación conservadora “National Review”, eso le podría restar una parte importante de un colectivo de 30 millones de votantes, dejándole como única vía hacia la victoria la masiva participación de su principal caladero de votos: el hombre blanco.
El estado de Pensilvania, que se ha inclinado por candidatos presidenciales demócratas desde 1988, es el centro del plan y laboratorio de la campaña de Trump para hacerse contra todo pronóstico con la Casa Blanca.
En ese estado, pese a seguir por detrás de Clinton en el cómputo total, Trump consigue un sólido 53 % de intención de voto entre los blancos sin formación universitaria, frente al 31 % de Clinton, y mantiene un margen de diez puntos entre hombres blancos en general.
Los mensajes de construcción de un muro con México, optar por el proteccionismo o no permitir la entrada de musulmanes al país son bien recibidos por este sector de la población tras años de depresión económica y globalización, que acabaron con industrias y trabajos bien pagados que ya no existen.
Si Trump quiere ganar las elecciones debería movilizar a niveles históricos a gran parte del heterogéneo grupo de los votantes blancos (el 69 % del total), a niveles más altos que hispanos (12 % del electorado potencial) o afroamericanos (otro 12 %).
“No exagero si digo que las personas de color (los no blancos) tienen en sus manos el futuro del país. Si los latinos votan por Clinton en grandes números y los afroamericanos votan en masa como hicieron con Barack Obama en 2008, Clinton arrasará en las elecciones”, auguró Leve.
Mientras tanto, en privado los republicanos han entrado en un pánico que no disimulan cuestionándose si aún pueden mantener a Trump como su candidato sin que eso tenga consecuencias catastróficas para el partido como entidad y su futuro.
“La imagen negativa de Trump entre hispanos, mujeres e independientes es algo que sería devastador para los republicanos. La retórica de división contra la comunidad hispana tiene un potencial desastroso que puede durar años”, reflexionaba un republicano del estado de Florida.