David Seleski, presidente del Stonegate Bank, posa con una tarjeta de crédito.
Cuando Fernando Casablanca, asesor banquero del sur de la Florida, habló recientemente sobre el sistema bancario cubano –el de antes de 1959– se sorprendió con las felicitaciones.
El hecho que se agradezca la perspectiva de alguien con tantos años de experiencia en la banca internacional no debe sorprender. Pero eso sucedió en La Habana y las felicitaciones fueron de autoridades bancarias cubanas.
Poco después que Estados Unidos y Cuba anunciaron el 17 de diciembre del 2014 que trabajarían por normalizar sus relaciones, Capablanca pensó que era hora que banqueros cubanos y estadounidenses, así como autoridades normativas del sector de ambos países se conocieran y conversaran personalmente. Era una aspiración a largo plazo, pero Capablanca, presidente del Cuban Banking Study Group, persistió.
El resultado fue un taller de dos días en La Habana a mediados de julio, al que asistieron unas 100 personas, todas exclusivamente por invitación.
Aunque los bancos de la Reserva Federal de Atlanta y Boston tuvieron sucursales en Cuba en cierto momento, J.P. Morgan estableció el Trust Company of Cuba –el mayor banco en la isla en 1959– y otros bancos norteamericanos florecieron en la isla, no ha habido una reunión tan cordial entre banqueros estadounidenses y sus contrapartes cubanas en más de medio siglo.
Las relaciones bancarias entre los dos países se interrumpieron el 17 de septiembre de 1960, cuando Cuba intervino las sucursales de Chase, National City Bank of New York y Bank of Boston en la isla.
Pero Capablanca dijo que “cuando la situación comenzó a mejorar [con el acercamiento], pensé que sería una buena idea conocer mejor el sistema bancario cubano”. Muchos banqueros estadounidenses no sabían mucho de cómo está estructurada la banca en Cuba, si los bancos cubanos hacen préstamos al consumidor o quiénes son los principales participantes en el sector. Por otra parte, los banqueros cubanos también tenían una gran cantidad de preguntas sobre el sector en Estados Unidos.
“Es una puerta que ha estado cerrada, y no ha habido interacción entre banqueros cubanos y estadounidenses por tanto tiempo, que tuvimos que comenzar con lo básico”, dijo David Seleski, presidente y director ejecutivo de Stonegate Bank, con sede en Pompano Beach, el único banco norteamericano que ha aprovechado las nuevas oportunidades para el sector financiero estadounidense con la apertura del gobierno del presidente Barack Obama.
“La lógica del taller es que tenemos muchos cubanoamericanos en el sur de la Florida y un día el embargo terminará, de manera que los bancos están explorando opciones a futuro”, dijo Seleski, quien asistió al taller en La Habana.
Los cambios en las regulaciones estadounidenses ya permiten a los bancos del país apoyar tarjetas de crédito y débito que usan los viajeros estadounidenses que van a Cuba, permiten la financiación de algunas exportaciones autorizadas y que los cubanos en la isla tengan cuentas en bancos estadounidenses para transacciones autorizadas.
Al gobierno de Obama le gustaría que los bancos norteamericanos aprovechen esta apertura, pero hasta ahora se han mostrado reticentes. Los organizadores del taller dijeron que esa reunión era un paso necesario en el proceso.
Llegar al punto en que banqueros de ambos países escucharan presentaciones de la historia de los sistemas bancarios de los dos países, medidas de seguridad cibernética y contra el lavado de dinero, así como compartir perspectivas mientras se tomaban un café, fue la la culminación de una odisea de casi 18 meses para navegar las burocracias de las dos partes.
Convencer al gobierno cubano
Capablanca y David Schwartz, presidente ejecutivo de la Asociación Internacional de Banqueros de la Florida, conversaron con el Miami Herald para hablar sobre el histórico taller y cómo llegó a concretarse.
Para ello, hubo que coordinar con el Departamento de Estado y la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), que administra y hace cumplir el embargo a Cuba, pero primero Capablanca tuvo que determinar si el gobierno cubano estaba interesado en la idea.
Cuando habló con José Ramón Cabañas, ahora embajador cubano ante Naciones Unidas, Capablanca dijo que Cabañas le expresó que pensaba que era una “gran idea”. Pero la “aprobación del Banco Nacional de Cuba era crítica”, dijo Capablanca. Hace aproximadamente un año, Capablanca viajó a La Habana para reunirse con varias autoridades del Banco Nacional de Cuba.
“Me preguntaron por qué quería hacer esto”, dijo Capablanca, director gerente de Whitecap Consulting Group. “Les dije que me gustaría ver de nuevo un buen desarrollo de bancos privados junto con bancos cubanos. Cuba tenía un sistema bancario robusto en 1958, quizás el más fuerte de América Latina”.
Cuando recibimos la primera luz verde del Banco Nacional, presentamos la idea a la junta directiva del Cuban Banking Study Group. La junta aprobó la idea, pero se mostró algo escéptica de que el taller se pudiera concretar. Entonces Capablanca consiguió el apoyo de la Asociación Internacional de Banqueros de la Florida en calidad de aliado.
Entonces comenzó el esfuerzo de coordinar con autoridades federales y enviar agendas a La Habana para su aprobación. La primavera pasada, Capablanca y Schwartz viajaron a La Habana para concluir la agenda, con la esperanza de celebrar el taller en el otoño. Pero funcionarios federales informaron a Capablanca que las únicas fechas que tenían para tal reunión eran el 14 y 15 de julio.
Finalmente, todo estaba listo para el taller en el Hotel Nacional, en el que participaron 15 miembros del gobierno federal, entre ellos representantes de la OFAC, la Reserva Federal y los departamentos de Estado, Tesoro y Comercio; dos docenas de funcionarios cubanos de varias entidades, banqueros de Cuba y de Estados Unidos –casi todos de la Florida– y algunos representantes de bancos internacionales con oficinas en Cuba.
“La interacción fue probablemente mejor de lo que nadie esperaba”, dijo Schwartz. “Tenían muchas preguntas porque nosotros tenemos un sistema bancario dual. Había muchas cosas que ellos no entendían sobre nuestro sistema bancario y nosotros del de ellos. Fue como correr un velo”.
Schwartz dijo que le sorprendió conocer que en Cuba se hacen préstamos al consumidor, como para comprar lavadoras y secadoras, que hay un banco de ahorro que ofrece cuentas y que entre 70 y 80 por ciento de los empleados y funcionarios bancarios son mujeres.
Raúl Valdés-Fauli, presidente de Professional Bank, con sede en Coral Gables, dijo que asistió al taller para entender mejor el sistema bancario cubano, conocer personalmente a algunos funcionarios del Banco Nacional de Cuba y ver cómo los bancos están trabajando con los emprendedores privados cubanos.
Dijo que en el viaje aprendió una nueva sigla en español, TCP, trabajadores por cuenta propia, como denominan las autoridades cubanas a los que trabajan privadamente y no tienen empleos del gobierno. “Los negocios tienen algún nivel de financiamiento”, dijo. Y más sorprendente para él, los banqueros cubanos “hablaban con orgullo de ellos”, dijo.
“Me alegro mucho de haber asistido”, dijo Valdés-Fauli. “Hablamos mucho en los recesos y en la recepción al final del taller. Y esas conversaciones probablemente fueron tan importantes como lo que se trató en las sesiones oficiales. Así es cómo comienzan a establecerse relaciones”.
Dijo que no tiene claro cuáles serán los próximos pasos de su banco. “Todavía estoy tratando de entender lo que escuché allí”, afirmó.
“Fue una oportunidad de aprender y también revisamos todos los cambios normativos implementados desde diciembre del 2014”, dijo Capablanca. Armado con la información recopilada en el taller, dijo, el Cuban Banking Study Group planea actualizar su libro Cuba: Past, Present and Future of its Banking and Financial System (Cuba: Pasado, presente y futuro de su sistema bancario y financiero), publicado en 1995.
Aprender sobre el sistema bancario del otro
Los que asistieron al taller no tenían interés en muchos detalles de la economía cubana o en la manera que los bancos cubanos y de Estados Unidos pueden hacer negocios, sino en el panorama general de cómo operan los sistemas bancarios de los dos países.
Capablanca dijo que es posible que se celebre una reunión de seguimiento a principios del próximo año. Pero en términos de cuáles serán los próximos pasos en esta nueva relación, Schwartz: “Mucho depende el resultado de las elecciones en Estados Unidos”.
Rich Daily, presidente de Apollo Bank, con sede en Miami, dijo que le gustaría que se celebre una reunión de seguimiento tan pronto como sea posible. “No cabe duda que el taller no fue una pérdida de tiempo. Fue un encuentro que tenía que celebrarse”, afirmó. “En este momento no nos estamos preparando para hacer negocios con Cuba, pero queremos estar al tanto de la situación”.
La mayoría de los banqueros no tienen una postura definida sobre Cuba. Después del taller, dijo Capablanca, “nadie está dando el primer paso de tratar de entrar al mercado cubano, pero quieren conocer más. En Cuba sólo opera un banco estadounidense”.
Ese banco es Stonegate, que no sólo es la única entidad bancaria que usa la embajada cubana en Washington, sino que ofrece tarjetas de crédito y débito MasterCard que pueden usarse en Cuba por parte de viajeros estadounidenses autorizados, y que ha firmado un acuerdo de corresponsalía con el Banco Internacional de Comercio de Cuba.
El Banco Popular de Puerto Rico, con sede en San Juan, ha anunciado planes para ofrecer pronto servicios de MasterCard en Cuba, pero hasta el momento otros bancos se han mostrado reacios a seguir el ejemplo, y dicen que el riesgo potencial de hacer negocios en Cuba es mayor que los beneficios potenciales.
“Tendrán que ser los dos gobiernos los que abran las puertas. A medida que el mercado cubano se abra más, puedo asegurarle que todos los emisores de tarjetas de crédito querrán tener una presencia allí”, dijo Dailey. Pero agregó que queda por delante un “camino complicado” antes que llegue ese día.
Pero Stonegate se ha mostrado dispuesto a iniciar ese camino. “Estoy muy feliz de haber entrado al mercado cubano. Creo que va muy bien”, dijo Seleski. “Porque es un sistema muy estructurado basado en reglas, somos lo contrario de los demás bancos en el sentido que pensamos que [los negocios en Cuba] tienen un riesgo menor”.
Si Stonegate tiene preguntas, dijo, “llamamos a la OFAC y nos dicen si se permite o no”.
Desde junio, cuando Stonegate comenzó a ofrecer sus tarjetas de crédito para usar en Cuba, ha recibido cerca de 850 solicitudes, dijo Seleski. Pero es difícil saber si todas las solicitudes de tarjetas tienen relación con Cuba, explicó.
El banco comenzó hace muy poco a emitir las tarjetas y hay muchas solicitudes que se están procesando.
“Yo tengo una y ha funcionado bien”, dijo Seleski. En este momento hay unos 10,000 puntos de venta y 600 ATM que aceptan las tarjetas de crédito en Cuba, dijo.
A diferencia de otras tarjetas de crédito, cuando los clientes solicitan una tarjeta para usarla en Cuba, tienen que declarar que están en una de las 12 categorías de viaje actualmente autorizadas por el gobierno federal.
“Dependemos de que el viajero [diga la verdad]”, dijo Seleski. “La responsabilidad es de la persona”.
Los negocios de Stonegate en Cuba también avanzan en otros frentes. Aunque todavía tiene que trabajar a través de otros bancos privados, “estamos haciendo transferencias a Cuba de manera regular para nuestros clientes empresariales”, dijo Seleski. “También tenemos muchos empresarios cubanos que trabajan con nosotros”.
En este momento, dijo Seleski, los que abren esas cuentas son en su mayoría artistas cubanos que venden sus obras en galerías estadounidenses, músicos y algunos dueños de negocios privados en la isla. “Recibimos información de que hay otros bancos interesados también en hacer esto”, agregó.
“Defendemos con fuerza lo que estamos haciendo. Y lo hacemos porque es lo correcto, no para ganar mucho dinero. Es un asunto de crear relaciones”, dijo Seleski. Como Stonegate aceptó trabajar con la embajada cubana, tuvo una ventaja inicial “y nos hemos acostumbrado a hacer negocios con los cubanos”, afirmó.
En este momento, añadió, “es importante que los bancos estadounidenses y cubanos dialoguen más. Esperamos que haya otras actividades como el taller tanto aquí como en Cuba”.