Ernesto Aquino | La Habana | Cubanet
El cubano es un ser multifacético; capaz de aprender variados oficios y multiplicar sus habilidades, sobre todo por ese espíritu inquieto que lo impulsa a explorar el potencial de sus capacidades.
Sin embargo, en los últimos 50 años el multioficio se ha convertido en un fenómeno social estresante, que se inserta en la cotidianidad laboral de la isla como la alternativa más recurrente para incrementar las posibilidades de empleo o crear una fuente económica sustituta que le permite al ciudadano financiar sus necesidades básicas, mientras intenta alcanzar aspiraciones más elevadas que satisfagan su realización personal.
Un caso ilustrativo es el de Yasel Ochoa Guillén, un joven bailarín de 27 años que incursiona en diversos oficios para paliar sus necesidades básicas, mientras trata de sacar adelante su carrera profesional.
Nos cuenta Ochoa Guillén que a los 14 años comenzó a interesarse seriamente por la danza, pero “mi situación económica era muy precaria. Mi hermano y yo dependíamos del salario de mi madre, que estaba empleada en la limpieza de calles; por eso ingresé en el “Tecnológico José Ramón Rodríguez López” en la especilidad de Mecánica Automotor, para alcanzar algún graduado que me permitiera sustentarme económicamente”.
Luego de terminados sus estudios de mecánico, el joven Yasel tuvo dificultades para emplearse en ese oficio, por lo que decidió incorporarse, junto a su madre, en la Limpieza de calles y la chapea de áreas verdes, al tiempo que aprendía junto a su hermano el oficio de barbero.
Sin embargo, como el trabajo de la limpieza y la chapea le dejaba suficiente tiempo libre, el joven bailarín de 27 años nos refiere que “nunca abandoné el sueño de dedicarme a la danza, por eso ingresé en el grupo de danza folklórica “Orisha Oko”, donde permanecí cinco años capacitándome. Era muy difícil alternar tantas actividades diferentes; pero siempre he tenido la salud, la juventud, la fuerza y el propósito claro de adónde quiero llegar; entonces, quién me puede detener”.
Pero Ochoa Guillén no solo incursiona en la danza, sino también en bailes populares como la salsa, especialidad danzaria donde se ha convertido en un especialista.
“Desde hace 4 años participo como profesor de salsa en el programa anual “Baila en Cuba”, un evento para turistas extranjeras que quieren aprender a bailar Salsa y otros ritmos cubanos; así como también en otro programa promovido por escuelas de baile de Finlandia y Suecia que también se realiza todos los años”, comenta.
Otro de los sueños que el joven bailarín comparte con la danza es el modelaje. “He realizado varias sesiones de fotos para diferentes medios; pero, creo que la más importante fue la que me realizó Laugen Sorensen, un fotógrafo del Ballet de Sudáfrica”.
Actualmente Yasel Ochoa forma parte del elenco del prestigioso grupo de danza folklórica “Raíces profundas”, actividad que sigue compartiendo con la enseñanza de bailes populares, y recientemente con el aprendizaje de otra modalidad danzaria conocida con el nombre de Acroyoga, en la que se entrena con Aleida Márquez, una bailarina de 30 años, integrante de “Raíces profundas” que viajó a Tailandia, donde recibió clases de esa especialidad, recién creada, que combina la acrobacia con posturas del Yoga.
Yasel Ochoa Guillén es uno de los muchos jóvenes cubanos que apuesta todo por alcanzar su sueño, en medio de una sociedad que se derrumba, desalentada por los obstáculos y la falta de oportunidades; un joven que lucha para no sucumbir ante las salidas fáciles y peligrosas que ha sumido a sectores importantes de la sociedad cubana en el alcohol, la droga y la violencia.
Por eso, mientras nos sonríe pletórico de ganas de vivir, nos dice que “siempre vale la pena luchar por lo que uno quiere; siempre podemos convertir las dificultades en incentivos para seguir adelante y alcanzar el triunfo, y esto es solo el comienzo. No voy a parar hasta que el mundo conozca mi arte, y mi vida sea un ejemplo para motivar a los demás”.