Recogemos hoy una historia que en esta ocasión ha tenido final feliz, pero que sirve de muestra del horror al que se tienen que enfrentar los refugiados LGTB en numerosos países del mundo. Es la historia de Nader y de se pareja, dos refugiados sirios que se conocieron en Estambul, donde iniciaron una relación. Nader llegó a convertirse en un ilusionado activista LGTB, pero el grave deterioro de la situación en Turquía le llevó finalmente a Noruega, donde fue acogido. Ahora, meses después, tras grandes dificultades, Nader y Omar han podido reunirse por fin en el país nórdico, donde tienen por delante toda una vida.
La trayectoria de Nader es representativa de la de muchos otros refugiados LGTB. Es originario de Homs, una ciudad en la que desde 2011 se ha librado un largo enfrentamiento entre las fuerzas gubernamentales de Bashar al-Asad y los rebeldes suníes que han acabado por reducirla prácticamente a cenizas. Nader, de hecho, es suní, pero contemplar el horror que su propia gente estaba causando a la comunidad alauí (una minoría chiita) le hizo huir de Homs en agosto de 2011, poco después de iniciarse el conflicto, temeroso de que le obligaran a formar parte de las milicias o de que su homosexualidad, que hasta entonces no le había causado problema alguno, le condujese a él mismo a convertirse en víctima de los que hasta entonces habían sido sus amigos.
Nader huyó a la capital, Damasco, pero conforme las fuerzas rebeldes se acercaron a la ciudad, y sabedor de que su condición de gay ya había sido denunciada al imán de su comunidad y este le había condenado a muerte, decidió escapar del país. Su primer destino fue El Cairo, donde estuvo un año. Allí fue testigo de lo difícil que lo tiene hoy día la comunidad LGTB en Egipto, y de hecho él mismo sufrió un par de agresiones. Por eso voló a Ammán, en Jordania, un sitio que consideraba más seguro. Pero allí lo que encontró es que la capital jordana se había convertido precisamente en tierra de asilo para refugiados sirios que huían precisamente de al-Asad, entre los cuales había muchos de Homs que le conocían. Uno de ellos, de hecho, intentó matarlo al grito, entre otras lindezas, de “tú eres el maricón”.
Finalmente Nader huyó a Estambul, en Turquía, país musulmán pero no árabe, donde llegó en junio de 2014. Una gran ciudad, no olvidemos, que durante años ha sido refugio y tierra de relativo bienestar para la comunidad LGTB musulmana. Allí pudo comenzar a rehacer su vida. Conoció a su pareja, Omar, otro refugiado sirio, en una discoteca de ambiente, y comenzaron a vivir juntos. Y allí comenzó también una trayectoria como activista: fundó un grupo de autoayuda para refugiados LGTB de lengua árabe, “Tea and Talk” (con gente procedente de todo el mundo árabe, desde Marruecos hasta Irak) y llegó a organizar a un grupo de ellos para participar en las marchas del Orgullo LGTB de Estambul del año 2015. Marchas que, como bien sabemos, fueron duramente reprimidas por la policía turca. Y es que el régimen de Recep Tayyip Erdoğan había iniciado ya su preocupante deriva, mucho antes del fallido golpe de estado que ha acabado por precipitar a Turquía hacia el régimen autoritario que de facto es hoy, en el que los derechos de las personas LGTB corren grave peligro. “Pensaba que estaba a salvo, pero la policía nos atacaba, y la gente se limitaba a mirar. Aquello fue la puntilla a mis planes de quedarme”, ha contado.
Meses después Nader pudo ver reconocido, no sin dificultades, su estatus de refugiado por ACNUR (el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados), lo que le llevó finalmente a obtener asilo en Noruega. Pero se veía obligado a dejar en Estambul a Omar, su novio, al que ningún papel le vinculaba como familiar. Ello supuso un auténtico desgarro para la pareja, que se planteó diversas opciones: desde intentar volar a Brasil, donde alguien les había dicho que sería fácil para ellos casarse y poder optar a un visado conjunto, hasta planear que Omar se embarcase en un bote junto a otros refugiados e intentase llegar a Noruega por sus propios medios… En octubre de 2015, BuzzFeed dedicó un artículo a la pareja (del que de hecho hemos extraído la historia de Nader) mostrando lo dificultoso de la situación.
Afortunadamente, casi un año después la historia ha tenido un final feliz. Nader se instaló en Bergen (Noruega), donde ha iniciado su nueva vida. Y Omar ha podido por fin ver reconocida también su condición de refugiado y reunirse con su chico en el país nórdico (la pareja, en todo este tiempo, ha mantenido el contacto gracias a las nuevas tecnologías).
En definitiva, una historia que en esta ocasión ha tenido final feliz, pero que ilustra las dificultades a las que los refugiados LGTB tienen que enfrentarse: no solo se ven obligados a escapar de la guerra, sino que en muchos casos se ven a su vez despreciados y acosados por sus propios compatriotas que huyen también del horror. Por no hablar del trato que reciben en muchos de los lugares a los que consiguen huir.
Y que muestra a su vez lo complicado del conflicto sirio, donde el espanto del Estado Islámico (que con frecuencia hemos denunciado) es solo un elemento más de una partida compleja, en la que las personas LGTB cuentan, en todos los casos, con muy malas cartas (en el caso de Nader, como hemos visto, la principal amenaza partió de los rebeldes antigubernamentales, que cuentan con las simpatías de muchos gobiernos occidentales).