Algo más de un año después de que la familia del matemático presentara una petición firmada por casi medio millón de personas, Theresa May la primera ministra británica se compromete a que su gobierno aprobará la Ley Alan Turing con el objetivo de conceder el perdón a las más de 49.000 personas que fueron condenadas por ser homosexuales.
La primera ministra británica se ha «comprometido» a la introducción de la que ha denominado como la Ley Alan Turing, como respuesta a una petición de la familia del matemático que en febrero de 2015, antes de las elecciones, presentaba algo más de medio millón de firmas a Downing Street, solicitando el perdón de más de 49.000 personas que fueron condenadas en su día por ser homosexuales. «Este gobierno se ha comprometido a introducir perdones póstumos para las personas convictas con cierto historial de ofensas sexuales que serían inocentes de cualquier crimen ahora», confirmaba un portavoz del gobierno británico explicando que buscarán la manera de sacar la ley adelante.
Alan Mathison Turing es considerado uno de los padres de la informática moderna gracias a la denominada máquina de Turing, Enigma, con la que consiguió descifrar los códigos secretos de los mensajes de los nazis. Su invento contribuye a la precipitación del final de la Segunda Guerra Mundial, tal y como el propio Winston Churchill llega a reconocer. Sin embargo, Turing es despedido del servicio secreto británico tras ser condenado por conducta indecente, en 1952, viéndose obligado a someterse a un tratamiento de castración química mediante una serie de inyecciones de hormonas femeninas para evitar ir a la cárcel. Dos años después, se suicida. En 2013, el gobierno británico le concedía el perdón póstumo.
Se estima que alrededor de 49.000 personas fueron condenadas en virtud de las leyes que condenaban la homosexualidad en el Reino Unido, derogada en 1967. Rachel Barnes, sobrina-nieta de Turing ha declarado que está «decepcionada de no haya habido ningún progreso» desde que presentaran las firmas recogidas en esa petición para ampliar el perdón que el gobierno había concedido a su tío a las demás personas condenadas bajo las mismas circunstancias.
La presión pública llevó a los principales partidos políticos a comprometerse para corregir los errores del pasado, introduciendo la que denominaron como Ley de Alan Turing. De hecho, un manifiesto de 2015 de los conservadores británicos declaraba que iban a trabajar «en el perdón póstumo del creador de la máquina para descifrar códigos, Enigma, quien se habría suicidado tras su condena por conducta indecente, con una medida más amplia para derogar las condenas de esta naturaleza. Miles de británicos siguen sufriendo par cargas históricas similares, incluso a pesar de que hoy serían completamente inocentes de cualquier crimen».
En diciembre del 2013, Alan Turing recibió el perdón a título póstumo
Los británicos tienen una sólida tradición de condenar por homosexuales a algunos de sus más brillantes personajes. Fue, por supuesto, el caso del escritor Oscar Wilde (1854-1900), encarcelado en 1895. Y también el del brillante matemático Alan Turing (1912-1954), considerado un precursor de los actuales ordenadores y que a pesar de haber descifrado el código Enigma de los nazis y haber salvado así miles de vidas, fue condenado en 1952 por su relación homosexual con un joven de 19 años. La reina Isabel II le otorgo el perdón a título póstumo después de una intensa campaña popular y a pesar de las reticencias de algunos puristas que opinaban que técnicamente no se le podía perdonar porque la homosexualidad estaba prohibida cuando fue condenado.
Alan Turing fue un hombre excepcional. No solo por su cerebro particularmente dotado para las matemáticas, que le permitió convertirse en un héroe nacional cuando inventó la máquina que permitió descifrar el Enigma. Se trataba del código secreto por el que se comunicaban los barcos alemanes en el Atlántico durante la II Guerra Mundial. Según algunos historiadores, ese hallazgo permitió acortar la guerra en unos dos años.
Era excepcional también por su vida personal. Fue un consumado atleta al que le gustaba correr y ganar a los autobuses en el que viajaban sus colegas a alguna conferencia científica. Y solo una lesión le impidió convertirse en atleta olímpico en 1948.
Estudió en Cambridge, donde aprendió también que le gustaban más los hombres que las mujeres como compañía sentimental. Su asumida homosexualidad no era un secreto para sus próximos a pesar de que estaba prohibida. En enero de 1952 empezó una relación con Arnold Murray, un desempleado de Manchester de 19 años al que había conocido en la calle poco antes de Navidad. Cuando la casa de Turing fue desvalijada el 23 de enero, Arnold le dijo que pensaba que el ladrón había sido un conocido suyo y el científico denunció el robo a la policía. Durante las investigaciones, la policía tuvo conocimiento del carácter homosexual de la relación entre Turing y Murray y les denunció.
Aconsejado por su hermano, el científico se declaró culpable aunque no se sentía ni arrepentido ni culpable. A pesar de su celebridad y de sus servicios a la nación, fue condenado. De nada le sirvió ser “un genio de las matemáticas” que al estallar la guerra empezó a trabajar en Bletchley Park, sede entonces del ahora infame Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno (GCHQ en sus siglas en inglés). Perdió sus credenciales de seguridad y se convirtió en una oveja negra en un momento en que los homosexuales eran vistos como una presa fácil del espionaje soviético.
Le encontraron muerto en su laboratorio el 8 de junio de 1954. Su muerte se produjo al comer una manzana impregnada de cianuro potásico. Legalmente, fue un suicidio. Su madre siempre aseguró que fue un accidente debido al desorden que reinaba en el laboratorio. Otros creen que Turing hizo todo lo posible para que su madre pudiera pensar que no se quitó la vida. Algunas teorías aseguran que el logo de Apple, una manzana mordida, es un homenaje a Turing. Y que la bandera arcoíris que años atrás lucía ese logo era un homenaje a la homosexualidad del matemático.
En 2009, el científico y escritor John Graham-Cumming empezó una campaña para rehabilitar su nombre. El entonces primer ministro Gordon Brown pidió disculpas públicas por su proceso, pero el Gobierno no tramitó el perdón porque los expertos sostenían que eso no era técnicamente posible porque Turing había sido declarado culpable de forma justa por quebrantar la ley de su tiempo.
Esa tecnicalitis no ha impedido que ahora el Gobierno sí haya logrado rehabilitar a Alan Turing al firmar la reina este 24 de diciembre una orden de Gracia y Misericordia que le concede el perdón a título póstumo. El primer ministro, David Cameron, se ha referido al matemático como “un hombre extraordinario que jugó un papel clave para salvar a este país durante la II Guerra Mundial al romper el código Enigma alemán”.
El astrónomo real lord Rees, que defendió en la Cámara de los Lores el perdón real, fue más allá que el primer ministro al decir: “Es una noticia a la que hay que dar la bienvenida pero habría sido aún mejor si hubiera formado parte de un perdón general para todos aquellos que tienen antecedentes penales por la misma razón”.
Exactamente en el mismo sentido se manifestó el activista gay Peter Tatchell. “Destacar solo a Turing simplemente porque es famoso es un error. Al contrario que a Alan, a muchos miles de hombres gays y bisexuales comunes y corrientes que fueron condenados bajo la misma ley nunca se les ha ofrecido el perdón y nunca se les ofrecerá. Se le debe una disculpa y el perdón a más de 50.000 hombres que también fueron condenados por tener relaciones homosexuales consentidas en el siglo XX”, declaró.