La candidata demócrata se mostró más efectiva y sosegada
que el magnate, con una imagen menos presidencial que su adversaria
Clinton hace de la calma su mejor aliado contra un Trump abrupto y errático
La mejor preparación de Clinton vence a la improvisación de Trump
MANUEL ERICE ORONOZ | ABC
Hillary Clinton ha entrado con mejor pie en la serie de tres debates presidenciales que tendrán lugar antes de la elección del 8 de noviembre. La candidata demócrata, primera mujer de la historia que protagonizaba un cara a cara presidencial, no venció con rotundidad, pero sí supero el examen con más puntos que su rival, Donald Trump, menos incisivo y preciso de lo que cabía esperar. El primer encuentro no resuelve nada, pero sí deja la impresión de que la exsecretaria de Estado hizo los deberes, se sabe mejor la lección y transmite una imagen más presidencial. Ganó quien más trabajó el debate, algo que la propia Clinton resaltó para desnudar a su rival, fiel ejemplo de improvisación: «Me acusa Donald de prepararme el debate. Claro. Me preparo para ser presidenta de los Estados Unidos».
Pero el esperado cara a cara no pasará a la historia por el ingenio de los contendientes en sus encontronazos ni por la novedad de sus mensajes, que prácticamente situó a los dos candidatos en una repetición de ideas desplegadas durante la campaña, sin la aparente búsqueda de electores nuevos. Ni un guiño de Trump al votante republicano moderado, ni una dedicatoria de la demócrata a los jóvenes, que también se le resisten.
A Hillary Rodham Clinton se le suponía más experiencia política, acumulada durante tantos años como Primera Dama, senadora y secretaria de Estado, pero no fue sólo eso lo que le permitió vencer en la primera contienda presidencial. El escenario de un abarrotado auditorio de la Universidad de Hofstra, en Hempstead (Nueva York), y un moderador al que se le miraba con lupa y que en momentos puntuales interrumpió en exceso al republicano, Lester Holt, de la NBC, fueron testigos de una realidad que diferenció a los dos candidatos casi desde el principio: Clinton tenía el debate muy trabajado, en el fondo y en la forma. Sus frases estudiadas y su sólido discurso contrastaron con un exceso de palabras de Trump, que se perdía en reiteraciones y divagaciones en la mayoría de los asuntos, con una notable pérdida de eficacia. La demócrata sabía que tenía que desacreditar el temperamento del candidato republicano, y lo hizo también con unas formas muy ensayadas. Con una amplia sonrisa y un tono firme, sin resultar ruidoso, Clinton midió en todo momento su puesta en escena. Enfrente, la imagen de su adversario denotaba incomodidad y mayor tensión, como lo demuestran las numerosas veces que recurrió al vaso de agua, no menos de una docena.
Aunque en su evidente ventaja, la demócrata ofreció alguna que otra risa forzada y algún amago de soberbia, como el despectivo tono con el que lanzó esta frase a Trump: «Tú puedes seguir con tus locuras en este debate». El magnate intentó desacreditar la dilatada labor de Clinton con una de las pocas sentencias efectivas que profirió anoche: «Hillary tiene experiencia, pero tiene mala experiencia», en alusión a los «fracasos» que le atribuyó especialmente en política exterior.
El candidato republicano mantuvo durante toda la noche su condición de outsider, ajeno hasta ahora a la política, a la que culpó de los males de la «situación desastrosa» que vive el país. En ese grupo incluyó a Clinton, a quien exigió en repetidas ocasiones «hechos» que demostraran que los políticos habían dado «soluciones a los problemas de la gente». Y fue cuando volvió a recurrir al proteccionismo, convertido en uno de los ejes de su campaña. Para Trump, la culpa de los males del país la tienen China, México y otros países, que practican una competencia desleal, en condiciones ventajosas, para perjuicio de Estados Unidos. Cuando reprochó a su rival su apoyo al NAFTA y al nuevo Acuerdo Transpacífico, Clinton le replicó que el primero ha dado «buenos resultados» al país, mientras que sobre el segundo, se desmarcó de un acuerdo que «yo no he negociado», en el único desmarque de Obama de toda la noche. Aunque de quien se distanció más fue del propio Trump, cuando hizo una defensa encendida del libre comercio con esta frase: «El comercio es lo que hace creer a los países, y también al nuestro».
Otro de los choques, también recurrente a lo largo de toda la campaña, fue la acusación que lanzó el magnate a Clinton (y al presidente Obama) de su apoyo a la guerra de Irak y a la de Libia. De la primera, resaltó que había supuesto el origen del Daesh. Sin embargo, Trump perdió una oportunidad para incidir en el discurso de perfil bajo que ha empleado desde hace meses la demócrata en su combate al terrorismo yihadista, identificado plenamente con el de Obama, en contraposición al que utilizaba anteriormente. Un argumento que le habría congraciado con el votante republicano que aún se le escapa. La candidata demócrata volvió a recordar a Trump que él también respaldó ambas guerras, como se aprecia en los vídeos de sendas entrevistas que han sido difundidas en diversas ocasiones. También se echó en falta que el candidato republicano aludiera especialmente al ataque a la embajada de Bengasi, que tanto persiguió en su día a la entonces exsecretaria de Estado, acusada de ocultar que se hubiera tratado de un ataque terrorista.
Pero el momento más desafortunado del millonario se produjo al abordar el escándalo de los e-mails, que no utilizó debidamente contra Clinton. La frase «haré públicas mis declaraciones de la renta cuando tú difundas los 33.000 e-mails que aún no has sacado», además de situarle al mismo nivel que a su adversaria, neutralizaba la posibilidad de Trump de seguir ahondando en un escándalo que todavía inquieta a la demócrata
El debate en la Universidad Hofstra de la localidad de Hempstead, en el estado de Nueva York, marcó la primera vez que ambos candidatos a la presidencia se presentan juntos ante el público para explicar y defender sus posiciones.
El segundo debate se celebrará el domingo nueve de octubre en la Universidad de Washington en St. Louis, Missouri. El tercero y último será el miércoles 19 de octubre en la Universidad de Nevada, en Las Vegas.