Polémica exposición pone al
descubierto los retos de la comunidad transexual en Cuba
El fotógrafo italiano Paolo Titolo, esposo de Mariela Castro. (Sandra Jabalera El Nuevo Herald)
Por Nora Gámez Torres - El Nuevo Herald
En la medida en que Cuba se ha ido abriendo al mundo, la comunidad transexual de la isla se ha convertido en objeto de la mirada de fotógrafos extranjeros. “Translúcidas”, una exhibición en el Museo Europeo de la Fotografía en París sería una más en la lista de exposiciones sobre el tema, si no fuera porque su autor es esposo de Mariela Castro Espín, hija del gobernante cubano Raúl Castro y directora de la institución estatal que administra el único programa de cambio de sexo en el país.
Durante la inauguración de la muestra este mes en París, Castro Espín, al frente del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), dijo que esta tenía un fin “educativo”. Según reportó la prensa cubana, las fotografías eran no solo el resultado de la labor de su esposo, el fotógrafo italiano Paolo Titolo, sino también de su propia investigación doctoral.
La labor del CENESEX ha recibido la alabanza internacional al abogar por los derechos de los homosexuales y transexuales en la isla, que marchan todos los años en una “conga” contra la homofobia. La institución retomó en el 2008 un programa de cirugías de readecuación genital para transexuales en conjunto con el Ministerio de Salud Pública (y al que solo se puede acceder a través del CENESEX), en un esfuerzo por acercar a la comunidad LGBTI al proyecto político del gobierno cubano y pasar página a la persecución de homosexuales como política de Estado en el pasado reciente.
“Ahora la diversidad sexual forma parte de la Revolución y ya de una manera revolucionaria”, declaró Castro Espín en el 2009.
Pero la exhibición ha generado preguntas sobre la intervención del Estado en la representación de la comunidad trans de la isla y las condiciones de participación de quienes fueron fotografiados.
“Las dimensiones éticas de un proyecto como éste se hacen más complejas cuando es claro que los transexuales que posan para las fotos no sólo forman parte del proyecto estatal de reasignación de sexo, sino que también vienen de condiciones materiales y sociales en las que no pueden disentir del mismo—o criticar este mismo proyecto”, opina la profesora de cultura latinoamericana de la Universidad de Texas en Austin, Jossianna Arroyo.
Arroyo, autora de un libro sobre “travestismo cultural” en Cuba y Brasil, afirma que “pensar que sólo por medio de las imágenes ‘dignificamos’ o ‘educamos’, es arma de doble filo, especialmente cuando la mirada viene desde arriba y no desde las voces o la acción de la misma comunidad transexual”, agrega.
Otras voces cuestionan también el aparente conflicto de intereses que ilustra la exposición, obra conjunta de Castro Espín y su esposo fotógrafo.
“Esto representa una afrenta ética por todos lados, incluso si se busca, una justificación desde la mirada del artista”, comenta desde México la investigadora de temas de género y profesora del Tecnológico de Monterrey, Guadalupe Caro Cocotle. La académica cuestiona también el posible uso de un puesto público para obtener el material que luego derivó en la muestra artística.
“ ‘Translúcidas’ se presenta más bien como opaco pues finalmente se está construyendo una reivindicación de lo que es ‘ser trans en Cuba’ pero desde la legitimación de las políticas públicas, con el abanderamiento del Estado”, señaló.
La activista y comunicadora Marta María Ramírez, vinculada a la red TransCuba—una iniciativa del CENESEX—cree, en cambio, que quienes aceptaron aparecer en la muestra, podrían haberlo hecho estratégicamente para generar atención mediática.
“En 2012, la ONG Contrapunto Social organizó un taller para enseñar el funcionamiento de las cámaras fotográficas a un grupo de personas trans cubanas. El resultado fue una expo de fotos impresionantes que se exhibió en la Alianza francesa de La Habana, sin que ningún medio le hiciera caso, quizá porque estaba hecha por ellas mismas”, comentó desde La Habana.
“Entonces, dejarse fotografiar por Paolo Tittolo, que tiene una trayectoria como fotorreportero—pensarlo solo como el esposo de Mariela [Castro], me parece muy reproductor del patriarcado— podría ser exactamente otra buena estrategia para colarse en los medios...y legitimarse desde allí”, opinó
Ramírez destaca la labor del CENESEX en la visibilización de la homofobia y la “despatologización de la transexualidad” así como en en la formación de activistas. Gracias a la mediación del CENESEX, es posible que travestis y transexuales puedan obtener un carnet de identidad adecuado a su identidad de género, algo que “evita discusiones estériles con la policía y otros tipos de discriminaciones”, comenta. “Muchas mujeres trans han abandonado la prostitución como forma de sobrevivir para emprender oficios y hasta carreras universitarias”, dice.
Pero activistas y académicos también han criticado al CENESEX por monopolizar la voz de la comunidad LGBTI, “despolitizar” la lucha por los derechos civiles y dar la espalda a organizaciones independientes y activistas que continúan siendo acosados por el gobierno.
Pedro Manuel González Reinoso, miembro del Proyecto Arcoiris y que desde hace 20 años se traviste en la isla para interpretar al personaje “La Roxy” (una mujer rusa que decidió quedarse en Cuba), considera que “aún queda mucho trecho por recorrer” en el tema de derechos en materia sexual y de identidad de género.
González Reinoso señala que el programa de readecuación sexual se encuentra prácticamente paralizado por la falta de recursos y consideró insuficientes “las medidas paliativas del Estado/Partido Comunista dirigidas a difuminar y borrar un horrendo pasado de incomprensión, persecución, exclusión y aprisionamiento que se justificó, y cito palabras de Mariela Castro, porque ‘el mundo entero era homofóbico por prescripción facultativa’ en esos tiempos abyectos— aunque solo unos pocos abrieron cárceles y eso no lo dijo la sexóloga”.
El Código de Trabajo aprobado en el 2014 no incluyó una cláusula promovida por Castro Espín—que también es diputada—para proteger de la discriminación por identidad de género. La discusión en el parlamento cubano de un nuevo código de familia, en el que los miembros de la comunidad LGBTI desean obtener reconocimiento para el matrimonio igualitario, sigue pendiente. Tampoco se ha aprobado una ley de identidad de género.
Ramírez, confía en que “llegará un momento en que [las personas transexuales en Cuba] podrán vivir y pelear sin tener que estar amparadas” por una institución. Mientras tanto, “hay que tomar las existentes y cotejarlas a la realidad, a nuestra realidad”, opinó. Por su parte, González Reinoso considera que los grupos independientes del Estado deberían participar junto a los oficiales “en hallar consenso en torno a esas cuestiones comunes al futuro de la nación. No importa si son contestatarios, cientificistas o disidentes”.