Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Cuba Eterna
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 BANDERA DE CUBA 
 MALECÓN Habanero 
 *BANDERA GAY 
 EL ORIGEN DEL ORGULLO GAY 
 ALAN TURING 
 HARVEY MILK 
 JUSTIN FASHANU FUTBOLISTA GAY 
 MATTHEW SHEPARD MÁRTIR GAY 
 OSCAR WILDE 
 REINALDO ARENAS 
 ORGULLO GAY 
 GAYS EN CUBA 
 LA UMAP EN CUBA 
 CUBA CURIOSIDADES 
 DESI ARNAZ 
 ANA DE ARMAS 
 ROSITA FORNÉS 
 HISTORIA-SALSA 
 CELIA CRUZ 
 GLORIA ESTEFAN 
 WILLY CHIRINO 
 LEONORA REGA 
 MORAIMA SECADA 
 MARTA STRADA 
 ELENA BURKE 
 LA LUPE 
 RECORDANDO LA LUPE 
 OLGA GUILLOT 
 FOTOS LA GUILLOT 
 REINAS DE CUBA 
 GEORGIA GÁLVEZ 
 LUISA MARIA GÜELL 
 RAQUEL OLMEDO 
 MEME SOLÍS 
 MEME EN MIAMI 
 FARAH MARIA 
 ERNESTO LECUONA 
 BOLA DE NIEVE 
 RITA MONTANER 
 BENNY MORÉ 
 MAGGIE CARLÉS 
 Generación sacrificada 
 José Lezama Lima y Virgilio Piñera 
 Caballero de Paris 
 SABIA USTED? 
 NUEVA YORK 
 ROCÍO JURADO 
 ELTON JOHN 
 STEVE GRAND 
 SUSY LEMAN 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 
 
  Herramientas
 
General: José Lezama Lima, un Paradiso Innombrable
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: administrador2  (Mensaje original) Enviado: 11/10/2016 16:28
La publicación de Paradiso no debe verse fuera de su contexto, de
1966 y los años siguientes, y lo que significaron para la intelectualidad cubana
 
Paradiso.-José-Lezama-Lima-680x365_c.jpg (680×365)
                                                                                                                                                                                                      Paradiso
Un Paradiso innombrable
        Por Francisco Almagro Domínguez | Cuba Encuentro
Al profesor Virgilio López Lemus se le ha dado o ha escogido la difícil tarea de escribir en la prensa plana de la Isla para conmemorar el cincuentenario de la publicación de Paradiso, la novela que Cintio Vitier, testigo de todo el proceso creativo llamara, con acierto, “todo Lezama” y “volumen totalizador”. Aunque el régimen hace años viene desenterrando ciertos muertos útiles, como diría Villena, Lezama Lima y su obra cumbre,Paradiso, fueron y siguen siendo casi mitos, mitad verdades, mitad ficciones, poesía críptica y al mismo tiempo literatura excitante, poema novelado o novela poética donde la cubanía del “banquete lezamiano” se engarza con una “charla esotérica de cabalísticas referencias”.
 
Podría ser embarazoso para cualquier intelectual de la época y un mínimo de decoro, escribir sobre Paradisoolvidando que fue novela-tabú en Cuba —lo que la ayudó, sin duda, a alcanzar su “definición mejor”—; que otra edición debió esperar más de 25 años, y que su autor murió en la insolvencia y con pocos amigos. Es cierto que leer Paradiso es una aventura intelectual que no todo el mundo puede o quiere hacer; del mismo modo, Lezama Lima fue una personalidad demasiado díscola para ser tolerada y más que todo, amansada por una revolución comunista. En palabras de Eliseo Alberto Diego: “Lezama estorbó. Sobró. Fue demasiado”.
 
Pero consta que algunos intelectuales marxistas que en la Republica compartieron y debatieron con él en espacios públicos como Marinello, Guillén, Mirtha Aguirre y Portuondo. Al principio tuvieron la decencia de proponerlo como vicepresidente de la sección de literatura de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y jurado en uno de los primeros premios Casa de las Américas. Más Lezama, hombre bien informado por amigos y conocidos en la también mítica casa de Trocadero 162, desde temprano debió sospechar que tales cortejos iban a ir desapareciendo en la misma medida que el poder totalizador inundara los estancos de la vida cultural.
 
Para entonces, las Palabras a los Intelectuales (junio, 1961), y la tristemente famosa frase de Ernesto Che Guevara de que los intelectuales tenían un “pecado original”, eran suficientemente avizoras para quien había vivido y escrito bastante. Una confirmación era la marcha al exilio de numerosos creadores, familiares y amigos del poeta. Lezama, extrañamente y como el personaje de Benítez Rojo, nunca abandonó su casa-refugio cercano al Paseo del Prado; él y la también relegada Dulce María Loynaz fueron paradigmas de lo que algunos llaman “inxilio cubano”.
 
La publicación de Paradiso no debe verse fuera de ese contexto, 1966, y los años siguientes, preámbulo de la arremetida, anunciada y casi natural del comunismo insular contra todo “rezago pequeño burgués”. La “revolución cultural a la cubana” incluía desde el pelo largo, la música norteamericana, mascar chicle y la
homosexualidad, hasta textos del mismo Lezama, Piñera, Cabrera Infante y Severo Sarduy, tildados todos de “poco comprensibles y no comprometidos”. Es hasta cierto punto curioso que las novelas de Alejo Carpentier, llenas de barroquismos, afrancesamientos y denuncias del poder avasallador no hayan corrido la misma suerte. Alejo, quien subió al tren revolucionario a última hora, había escrito con El Siglo de las Luces (1962) la novela cubana profética que anticipa la conversión del líder revolucionario en dictador omnímodo.
 
Las generaciones que crecimos con la Revolución hemos podido conocer esa parte esencial de la cultura solo cuando los autores han muerto, o al acceder a la libre información fuera de Cuba. Ha sido un crimen de “lesa sensibilidad” ocultar la otra mitad de nuestra muy variopinta cultura. No recuerdo a nadie en los preuniversitarios cubanos de los años 70 enseñando que Lino Novas Calvo era, junto a Onelio Jorge Cardoso, uno de nuestros cuentistas más importantes y traductor al español de Hemingway; que Nicolás Guillén, llamado Poeta Nacional —Poeta y Nacional: nombramiento cortesano—, fue publicado por primera vez en el “reaccionario” Diario de la Marina; que el teatro no era solo Abelardo Estorino, pues Virgilio Piñera y Aire frío son para la dramaturgia insular lo que Paradiso y Lezama son para la narrativa cubana; que el mencionado Jorge Mañach fue un ensayista tan martiano como el comunista Juan Marinello, aunque situado en las antípodas, y que Fernando Ortiz fue el maestro de quien vivió, trabajo y murió en exilio, la famosa etnóloga Lydia Cabrera.
 
Paradiso también fue demasiado. Incluso en su impenetrabilidad, es una obra muy cubana, como dijera el santiaguero José Soler Puig; en sus páginas hay muertes prematuras, traiciones, orfandad, matriarcado, homo y heterosexualidad desenfrenada, abundantes banquetes, el pecado coexistiendo con la santidad, erudición y mediocridad al mismo tiempo, el exilio norteamericano de los mambises, la Revolución del 30, la amistad sin política ni religión…
 
Pero sobre todo, novela autorreferencial, Paradiso es la crónica familiar que, atravesada por las desgracias, queda como único suelo nutricio desde donde puede brotar la Semilla–Cemí. Lezama fue el testigo.Paradiso, la revelación, el apocalipsis. Hoy, cuando tantos cubanos dudan, el Poeta y la Obra parecen decirnos desde la eternidad que haber nacido en Cuba continúa siendo, a pesar y contra de todo, una fiesta innombrable.
 
→ José Lezama Lima, el autor de la novela Paradiso,  nació en La Habana el 19 de diciembre del 1910, fallece en la Habana un 9 de agosto del año 1976, 


Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados