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General: ¿Quién es el enemigo?... Ya llevan 57 años en una guerra de mentirita
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: administrador2  (Mensaje original) Enviado: 20/11/2016 18:05
NINGÚN DICTADOR, A MENOS QUE DECIDA
PONER FIN A LA DICTADURA, DEJA A UN LADO SU DISCURSO DE GUERRA
  
bastion.jpg (900×598)
¿Quién es el enemigo?
Ya llevan 57 años en estado de guerra, esperando que Estados Unidos ataque a Cuba.
          José Daniel Ferrer García |  Santiago de Cuba |  Cubanet
Desde hoy 16 y hasta el próximo 18 del presente, el régimen antidemocrático de Raúl Castro estará desarrollando el llamado Ejercicio Estratégico “Bastión 2016”. Tres días de costosos ejercicios militares (más dos “días de la defensa”), en una nación en la miseria y donde casi nada funciona debidamente: alimentación, vivienda, transporte, salud, etc., están en crisis.
 
Según el régimen el objetivo general de estos ejercicios es “continuar elevando el nivel de preparación y cohesión de los Órganos de dirección y mando en todas las instancias, las tropas, la economía y el pueblo para enfrentar diferentes acciones del enemigo”.
  
Pero, ¿quién es el enemigo? Muchos pensaban que después de los generosos gestos de la administración Obama hacia la más larga tiranía que ha conocido el continente americano, Raúl Castro tendría una proyección más razonable. Pero no ha sido así. Ningún dictador, a menos que decida poner fin a su dictadura, deja a un lado su discurso de guerra. Las dictaduras necesitan siempre un enemigo al cual culpar de sus graves errores y enormes culpas. Si no existe – y casi nunca existe-, lo inventan.
  
Estos ejercicios militares comenzaron a finales de 1980 cuando el republicano Ronald Reagan ganó las elecciones presidenciales de los Estados Unidos. Reagan luego puso muy nervioso al Imperio Soviético con su Iniciativa de Defensa Estratégica, lo que contribuyó a la caída de aquel “Imperio del Mal”.  En 1989, al ver el inicio del derrumbe del comunismo en Europa, los Castro decidieron suspender los “bastiones” para concentrase en un enemigo real, hijo de sus erradas decisiones: el “periodo especial”, la más grave crisis sufrida por nuestro pueblo desde su independencia en 1902.
 
No fue hasta 2004 cuando reiniciaron estos innecesarios ejercicios militares. Según Fidel Castro y sus voceros, esta vez se “aplicaron los conceptos del empleo de unidades de defensa antiaérea y de tanques para la defensa de la Capital de la invasión del enemigo”. Esto nos hace pensar que el “enemigo” era Haití, pues es difícil asimilar la idea de que en verdad piensen que con sus anticuados medios – y miren que han gastado recursos en armas-, pueden enfrentar un ataque de la aviación de EEUU.
 
En el 2008 aplazaron nuevamente el “bastión” correspondiente a ese año, esta vez por el paso de tres huracanes por territorio cubano: Ike, Gustav y Paloma. Cualquier mal informado podría pensar que fue una noble decisión, pero no, al año siguiente estaban gastando muchos recursos y energías en sus ejercicios militares cuando miles de familias continuaban sin solución para los graves daños dejados por los fuertes meteoros que encontraron a su paso muchas viviendas en pésimas condiciones. No olvidemos la cantidad de cemento y otros materiales gastados en refugios en la década de los 80.
 
En el 2012 pasó lo mismo, pospusieron el “bastión” para el año siguiente por el paso del huracán Sandy. Cuatro años después muchas familias siguen sin hogar. Acaba de pasar otro devastador ciclón, el Matthew, cientos de familias carecen de techo y de todo, pero van a realizar su “bastión”. Esta vez ni siquiera lo aplazaron por un año. ¿Será que es más importante mantener aterrorizado al pueblo cubano y decirle a Trump que están preparados para la guerra que solucionar los problemas de los damnificados?
 
Nuevamente nos vienen con gastados y risibles términos como los de la “invulnerabilidad militar” y la “Guerra de todo el Pueblo”. Invulnerables al hambre y a la miseria producidas por su régimen, eso sí. La guerra del todo el pueblo es por la inmediata subsistencia. La guerra es para sobrevivir en medio de tan inhumano sistema.
 
Desde 1990 a la fecha hemos visto como muchos militares, oficiales del Minint (Ministerio del Inerior) y funcionarios de diferente rango, escapan a la nación que durante tantos años nos han dicho que es el enemigo y ya en libertad expresan su verdadero sentir: El enemigo es el castrismo que nos priva de nuestros derechos y nos obliga a vivir en la miseria, el enemigo es el castrismo que nos miente y que nos dice, que otro es el enemigo.

cuba-libre-escombros.jpg (400×259)
'CUBA DESPUÉS DE LA GUERRA DE LOS 57 AÑOS'
 
Fuente Cubanet


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 22/11/2016 19:08
Trucos recurrentes
Basta recorrer las páginas de Granma en estos días, y se tiene la impresión que el periódico se
hace desde un supuesto Ministerio del Tiempo, donde impera la retórica bélica y de confrontación ideológica
 
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La Dinastia de Castro anunció maniobras militares durante tres días
           Redacción Cuba Encuentro | Madrid
Un viejo axioma plantea que la política exterior de un gobierno es una prolongación de su política nacional. No parece cumplirse siempre en la Cuba de los hermanos Castro, donde con frecuencia parece que ocurre precisamente lo contrario. La paradoja es que esta inversión de las leyes les ha permitido sobrevivir a más de un cambio en el equilibrio de las fuerzas internacionales.

Por regla general, la política exterior del régimen cubano transita por varios caminos al mismo tiempo —en ocasiones contradictorios—, donde lo que se destaca en la prensa nacional es secundario y el objetivo principal se oculta o rebaja de categoría. A veces da la impresión que el interés del mandatario se concentra en un asunto —al que dedica la máxima atención en público—, cuando en realidad solo está aprovechando una ventaja momentánea mientras elabora una estrategia a largo plazo por un camino paralelo.

Basta recorrer las páginas del diario Granma en estos días y de pronto tener la impresión que el periódico se hace desde un supuesto Ministerio del Tiempo. ¿Hemos regresado a la década de 1960, los tiempos de las movilizaciones militares, la constante confrontación ideológica, la “batalla de ideas”, la “Guerra de todo el pueblo”, el peligro ante la inminente “agresión imperialista”? ¿Dónde está la guerra? En una época donde las camisetas descoloridas con la imagen del “Che” en el extranjero —por regla general en individuos al que el propio Guevara no hubiera dudado un momento en enviar a campos de trabajo forzado o al pelotón de fusilamiento— han sido sustituidas en Cuba por otras más floridas, con la bandera de Estados Unidos, la retórica guevarista no sirve ni para vender perfumes.

Así que vale la pena preguntarse por el destino estos esfuerzos, y la conclusión es que no están destinados a combatir el peligro de una confrontación bélica sino a opacar cualquier intento de disidencia en la Isla: con su vehemencia acostumbrada el gobierno cubano hace política no de cara al futuro sino para mantener su propio pasado.

Asistimos la puesta en marcha de nuevo de un viejo engranaje, al que se consideraba oxidado y gastado: la ideología en acción. El gobernante Raúl Castro ha limitado las definiciones políticas al mantenimiento del statu quo. Para ello tiene que apelar al espejismo de una retórica de confrontación que prescinde de la palabra y la idea para limitarse al insulto y el golpe. La ideología reducida a la gritería callejera y una actitud soez.

En el caso concreto de Cuba, desde hace años la propia élite en el poder sabe que no hay que confundir una ventaja circunstancial con un destino. Lo sabe el gobernante Raúl Castro y también lo conoce su círculo más cercano. El puente hacia el futuro de una Cuba sin Castro se está construyendo por otro rumbo, no ideológico sino empresarial, con un incremento, con prisa y sin pausa, de la participación de elite militar en los negocios con mayores ingresos en la economía cubana. Lo demás es retórica y los trucos usuales para mantener el poder.

Isaac Deutscher cita a León Trotsky, quien afirmó en una ocasión que la revolución rusa corría el peligro de ser derrotada no por una intervención armada, sino por una “invasión de mercancías extranjeras baratas”.

El vaticinio de Trotsky resultó correcto. Al final fueron los objetos de consumo y no los misiles los que hicieron polvo al imperio soviético. Es de esperar que igual ocurra en Cuba, aunque no es una certeza de democracia y al igual que en la Rusia actual, la desaparición de los Castro no implica obligatoriamente el final, no de su legado sino de una persistencia gansteril, que es en última instancia su esencia.

Así que la esquizofrenia castrista puede resultar, lamentablemente, en dos senderos aparentemente divergentes pero que se bifurcan: al tiempo que se practica sin vergüenza alguna las formas más burdas de aferrarse al poder, crece el acomodo mercantil que asegurará la supervivencia a los herederos de la élite en el poder. Está por verse el resultado.
 


 
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