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General: Tras el luto impuesto por la muerte del dictador Cuba vuelve a su rutina diaria
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Rispondi  Messaggio 1 di 4 di questo argomento 
Da: cubanet201  (Messaggio originale) Inviato: 06/12/2016 18:28
Tras despedir las cenizas del comandante, la capital cubana
vuelve a su rutina diaria: escasez de productos básicos y cartilla de racionamiento
  
1926-cubanos-cola.jpg (790×400)
Haciendo cola en toda Cuba para poder vivir..
..Por Siempre y Hasta la Victoria con las colas..
        Manuel Trillo |  Enviado Especial A La Habana
Un par de docenas de personas hacen cola a la entrada de una tienda de alimentación de la calle 25, en el céntrico barrio del Vedado, uno de los mejores de La Habana. Hoy ha llegado albacora, un pescado especialmente codiciado por los cubanos, aunque, a 60 pesos el kilo, la mayoría no se lo puede permitir y tan solo sale del establecimiento con croquetas o hamburguesas de pollo. La cartilla de racionamiento a la que tienen derecho todos los cubanos para garantizarse un sustento solo incluye productos básicos como azúcar, huevos, arroz, pollo, aceite y compota para los niños menores de tres años. Un lujo como el pescado tiene que salir de la partida «liberada» del presupuesto familiar.
 
Una de las clientas, ya jubilada, afirma que «hay quien puede y quien no puede, quien gana más o menos, según las circunstancias de cada cual». En su caso, afirma, «cuando una estudia economía doméstica, sabe hasta dónde llegar».
 
En la Cuba que llora estos días la «desaparición física» de Fidel Castro, la mayoría de quienes lamentan su muerte le agradecen que creara sistemas de salud y de educación públicas para todos los ciudadanos, así como laseguridad en las calles. Pero el día a día no resulta sencillo.
 
Un profesor en Cuba gana en torno a los 350 pesos y un médico puede alcanzar los 600. Los ingresos pueden ser bastante mayores en el caso de los dueños de los incipientes negocios que están floreciendo con la tímida apertura económica de Raúl Castro, aunque la mayoría de los cubanos llega muy justo a fin de mes. Un licenciado en Derecho afirma a ABC que ejerciendo de taxista saca en una noche el sueldo que tendría como abogado. Otros, para salir adelante con unos ingresos adicionales a los sueldos del gobierno, están alquilando sus casas a turistas o montando paladares, restaurantes privados de comida típica cubana con fachadas en vivos colores que destacan en el habitual paisaje de decadentes edificios llenos de desconchones o en claro estado de ruina.
 
En el malecón
En el célebre malecón de La Habana sigue siendo habitual que jóvenes con pocos recursos, las llamadas «jineteras» se acerquen a los turistas para ofrecer sus servicios sexuales. La prostitución, supuestamente ilegal en Cuba, ha proliferado también entre el colectivo de gays y transexuales, especialmente después de que Mariela Castro, hija del presidente Raúl y directora del Centro Nacional de Educación Sexual, emprendiera una campaña contra la homofobia.
 
La gente en la isla «no se muere de hambre, porque el cubano inventa», afirma Dianely, una joven profesora de educación física que ejerce como voluntaria en un proyecto comunitario para ayudar a niños de familias desestructuradas en Centro Habana. Según explica, recurre al trueque. «Unos elaboran comida, otros ropa y lo intercambian», explica.
 
el-toro-the-cuban-virility-kevin-slack-burbujas-de-deseo-013-700x467.jpg (700×467)

FUENTE ABC.es


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Da: CUBA ETERNA Inviato: 07/12/2016 18:05
Los nueve días de duelo oficial
por la muerte del dictador Fidel Castro han quedado atrás
 
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'La música y el alcohol vuelven a inundar La Habana'
      Por Augusto César San Martín y Rudy Cabrera | La Habana | Cubanet
La Habana parece eufórica tras nueve días de duelo oficial, que incluyeron la suspensión de música en todos los ambientes, la prohibición de vender alcohol y una programación de los medios de difusión exclusiva para las exequias de Fidel Castro.

Como un clásico Black Friday (sin rebajas), finalizado el último minuto de duelo, los consumidores de alcohol salieron a los mercados a comprar ron o cerveza, después de una larga abstención que pareció un año para Olliza, bebedor habitual residente en La Victoria, barriada de Centro Habana.

“Estaba bien pero estaba mal”, dijo en referencia a la ‘ley seca’. “Estaba bien porque de verdad que es un respeto para el hombre que lucho por la revolución.  Pero cuando se murió mi papá, al otro día yo estaba tomando”.

Roberto, un cuentapropista dedicado al negocio de la barbería, considera que los cubanos están diseñados para violar las prohibiciones.
 
“Quizás la gente entendió los nueve días de duelo, pero hubo mucha gente afectada porque hay centros de trabajo, principalmente particulares que tienen su ganancia en la música y la bebida.  Muchos no pusieron música pero vendieron bebidas Igual que hay gente que hizo fiesta pero con la música bajita, a puertas cerrada. Los que cumplieron años o el mismo caso de Santa Bárbara. Siempre el cubano se le va a escapar a cualquier prohibición”.

Un cliente de la barbería que se identificó como Tata considera que para los cubanos el consumo de alcohol conlleva a la fiesta.

“Es que los cubanos después de la bebida quieren música, un trago te incita a celebrar.  Aquí en Cuba hay costumbre de tomar ron cuando fallece un familiar, en el velorio se da bebida, sobre todo en Oriente”.

Los dueños de negocios particulares autorizados a vender alcohol sufrieron la mayor afectación. La mayoría de los entrevistados coincide en que las pérdidas económicas se duplicaron, si se tiene en cuenta la actual temporada alta para el turismo extranjero.

El dueño de uno de los restaurantes ubicados en la Habana Vieja, que solicitó omitir su nombre, expresó a CubaNet su punto de vista.

“Vender comida sin un buen vino o una cerveza, es como hacerlo sin agua. Nuestra mayor venta está en el Mojito y el Cuba Libre, esos son los cocteles que viene buscando el turista. Todavía la prohibición de la música y el cierre de las discotecas se entiende, pero bebidas con alimentos, eso no le falta el respeto a nadie”.

Otro conteo regresivo que estalló con el fin del duelo oficial fue la reproducción de música. Hay quienes aseguran que esperaron el final del último minuto para encender sus equipos y escuchar música a lo cubano, inundando el vecindario.

Los más sonoros fueron bicitaxis con parlantes, que llevaron la música por las calles como si anunciaran el rompimiento del silencio.

Los golpes de reggaetón en las barriadas, los sones en la turística Habana Vieja y los felices ‘curdas’ con su bebida en la mano, dibujaron el paisaje blanco y negro del que ya no quedan rastros.
  
CUBA VIDA DIARIA (960×650)
Vía Cubanet

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Da: CUBA ETERNA Inviato: 07/12/2016 18:06


Rispondi  Messaggio 4 di 4 di questo argomento 
Da: Ruben1919 Inviato: 12/12/2016 02:27

Fidel y la insurrección de la utopía

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fidel-castro-multitudCuando Jean Paul Sartre visitó Cuba en 1960 escribió un pequeño y poco conocido libro titulado Huracán sobre el azúcar. En esa valiosa obra, el intelectual francés caracterizó la Revolución cubana como una revolución a contragolpe. Como los animales salvajes cuando se encuentran atrapados, la Revolución afilaba sus garras y enseñaba sus mejores colmillos de bestia acorralada ante cada zarpazo del adversario. Y no sólo eso. Con aquella metáfora, Sartre comprendió que la Revolución sólo pudo descubrir sus derroteros más luminosos bajo el fragor del fuego enemigo y que quizá sin éste último Fidel no sería Fidel. Pero Fidel es Fidel, y hoy sabemos que su terquedad es también la terquedad de sus sempiternos enemigos. Por eso el avance de la humanidad sólo puede construirse sobre el conflicto. La Revolución cubana nos enseña que la principal virtud en política es saber articular, sostener y reproducir la lucha y el antagonismo. En tiempos de consenso y de política electoral hegemónica, la Revolución cubana es expresión de la cima más elevada que puede alcanzar un conflicto social.

El gran huracán revolucionario cubano siempre estuvo habitado por otro de naturaleza diferente, pero igualmente ciclónico: el huracán Fidel. Bajo la ráfaga del huracán Fidel, la Revolución cubana atravesó por sus mejores pasajes, también por los más trágicos. Las voces se agolpan para elaborar rigurosos análisis que permitan vislumbrar una Cuba sin Fidel, un Fidel ausente en su isla. Sin embargo, desde hace años, el gobierno de Fidel era exclusivamente el de los asuntos simbólicos. Es en ese terreno donde pueden adivinarse algunas de las implicaciones de su fallecimiento.

Con Fidel desaparece una singular forma de ejercer y comprender la acción política. La irrupción violenta de las masas en el Estado es quizá la característica común de todas las revoluciones y la política como conexión afectiva y casi libidinal con esas masas encontró su mejor hacedor en Fidel. Las teorías que ubican al pueblo de Cuba como sujeto pasivo al servicio de la manipulación del caudillo no han comprendido nada, o casi nada. Fidel es Fidel también porque supo, mejor que nadie, transfigurarse en un instrumento al servicio de unas masas en plena ebullición revolucionaria. Su figura verde olivo y su voz quebrada son la representación corpórea de la catarsis colectiva de una sociedad en estado de rebeldía, desbordada de energía y pasión. Fue ese caudal imaginario el que permitió a la Revolución resistir y superar sus días más grises. La política de masas de la Revolución cubana marca el auge y el ocaso de los sujetos populares como actores centrales de las sociedades modernas. La palabra de Fidel conjugaba la gramática del asalto de las multitudes cubanas a los cielos del Caribe.

El fallecimiento de Fidel nos recuerda el ocaso de la vía armada como estrategia de acceso al gobierno de los movimientos sociales. La Revolución cubana nos demostró que, en determinadas condiciones que ya no serán, una guerrilla urbana y rural puede derrotar a un ejército profesional bien armado. El ejército rebelde cubano se construyó a partir del cemento duro de la moral y de las armas, demostrando que no hay bayonetas ni fuerza extranjera que apuntale un gobierno impopular y tiránico. La marcha de Fidel nos traslada a una época en la que los gobiernos populares enfrentaban la disyuntiva entre armar o desarmar al pueblo. Aquellas milicias cubanas evitan que, incluso en el siglo XXI, caigamos en la cándida tentación de olvidar que el poder, también, brota de la boca de los fusiles.

En un planeta pacificado bajo la disciplina mercantil, donde los mercados internacionales deponen presidentes y sojuzgan naciones, Fidel mostró que un pequeño país revolucionario del sur puede impactar y moldear el destino del mundo. La Revolución cubana se proyectó en América Latina; fue la única fuerza capaz de erigirse en contrapoder de la larga noche de terror y muerte por la que atravesó el continente durante décadas. Las grandes alamedas de la historia universal se abrirán para Fidel por haber logrado, junto a su pueblo, detener el avance bestial del imperio más poderoso que haya existido sobre el planeta. El movimiento social más importante del siglo XX, el movimiento de liberación nacional y anticolonial, no se comprende sin la descollante contribución de Cuba. La sangre de los revolucionarios cubanos abonó el sendero de libertad de varios países africanos y fue decisiva para sentenciar al régimen de oprobio del apartheid, cuyo final es un tributo a la humanidad. En el planeta de la dictadura de las finanzas, los cubanos son los únicos médicos que conocen miles de pobres, olvidados e invisibles. La partida de Fidel nos recuerda que, como decía Benedetti, el sur también existe.

Fidel y la Revolución cubana son expresión privilegiada de qué significa demoler el sistema capitalista en un país dependiente y subdesarrollado. Los revolucionarios cubanos entendieron mejor que nadie que las viejas estructuras opresivas del orden del capital sólo requieren el rastro de una molécula para reproducirse en la sociedad y restaurar su reinado. Que la resiliencia de los dueños del mundo para replegarse e integrar las fuerzas vivas de los movimientos sociales es ilimitada. Fidel y su revolución nos enseñan que, si no se cortocircuita de raíz el proceso de acumulación y reproducción del capital, hasta los revolucionarios más radicales terminarán trabajando como mayordomos de los poderosos. Hoy contamos con la certidumbre de que el capitalismo y el imperialismo, aún en el apogeo de su poder, son tigres de papel.

La desaparición de Fidel es el termidor simbólico de la política revolucionaria en nuestra época. Sin nostalgias hay que reconocer que en nuestro tiempo no veremos bajar de las montañas a un grupo de jóvenes idealistas dispuestos fundar el edén de los justos. El fallecimiento del barbudo es la cancelación imaginaria, acaso ya ocurrida materialmente décadas antes, de la insurrección de la utopía hecha política. Ya no veremos, en un solo episodio de fiesta revolucionaria, derrumbarse el viejo mundo bajo el empuje del nuevo. El fallecimiento de Fidel nos recuerda que en nuestra época no veremos, como en 1959, hervir la alegría y la pasión desbordada de un pueblo bajo el calor y la belleza de una revolución social. La muerte de Fidel viene, con aires de pasado, a formularnos una pregunta de futuro: ¿qué significa ser revolucionario hoy? Desde los portones de la historia, con mirada mordaz, la partida de Fidel nos interroga sobre nuestro lugar en el mundo como revolucionarios.

Fidel y la Revolución nos enseñaron que la política transformadora a veces no se parece ni al arte, ni a los ángeles, ni a la moral. Hoy sabemos que incluso las revoluciones más hermosas están cuajadas de carne y hueso, de obstáculos y contradicciones. Que la revolución es un ensayo y que las convulsiones sociales implican desgarros, crisis, sacrificios, sombras y oscuridades. Que las revoluciones no son una fiesta. Que el jacobinismo obstinado de los revolucionarios implica renunciar a desear la política como labor pura, inmaculada y transparente. Fidel nos muestra que la política transformadora implica mancharse el nombre, fabricarse enemigos, equivocar el sendero, cometer injusticias. Que transformar la sociedad es una osadía riesgosa y una aventura polémica. La figura de Fidel condensa en un segundo toda la belleza y toda la tragedia de cualquier revolución.

En el mundo gris de los tecnócratas, Fidel y la Revolución cubana nos enseñaron que en política a veces es más importante imaginar que gestionar. Cuba nos señala que la política puede parecerse a un experimento. Que para soñar con un mundo mejor y más justo es necesario imaginarlo, ensayarlo, experimentarlo, sembrarlo. Fidel nos demuestra que es imperativo inyectar de utopía nuestras prácticas políticas para dotarlas de sentido y horizonte. La Revolución cubana nos invitó a soñar, aunque sólo fuera durante un segundo de locura tropical, con abolir el dinero justo aquí y ahora. O más bien allí y entonces, justo bajo el precario cielo torrencial de un país subdesarrollado, bloqueado y hostigado. Fidel nos invitó a diseminar con raíces cubanas la revolución en el mundo. Hoy sabemos que incluso la naturaleza humana es un edificio social y cultural y que vale la pena no cejar en el empeño de construir el hombre nuevo. Fidel y la Revolución cubana nos mostraron cómo los anhelos de libertad y soberanía de un pequeño pueblo pueden sofocar el poder de Goliat. La Revolución cubana nos enseñó a no negociar con nuestros más hermosos, audaces y absurdos sueños de libertad y emancipación.

La Revolución cubana empujó y tensionó los límites del mundo y el cerco de lo posible, desdibujando las fronteras de lo imposible.

(Tomado de Juego de Manos Mazine)



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