Antonio Rodiles, opositor cubano: “Donald Trump es buena noticia para Cuba”
El activista califica de "indolente y fantasiosa" la política de Obama hacia La Habana
POR PABLO DE LLANO - El País
Antonio Rodiles (La Habana, 1972) es un opositor destacado en Cuba. Licenciado en Matemáticas y con especial gusto por la Física teórica, encabeza el grupo disidente Estado de Sats: “Es el término teatral que designa el preciso momento previo a la entrada en escena”, explica. De paso por Miami antes de regresar a La Habana, atiende a El País en un café de la capital del exilio cubano.
Pregunta. ¿Sigue leyendo sobre Física teórica?
Respuesta. No, ya no hay tiempo.
P. Dedica todo su tiempo a la oposición.
R. Todo, sí.
P. ¿Cómo es un día suyo en La Habana?
R. Veo a activistas, coordino, recibo gente en casa, salgo a conectarme a internet para leer las noticias. Algunas veces me arrestan, otras no, pero siempre con la seguridad del Estado arriba de uno.
P. ¿Cómo se mantiene?
R. Con ayuda de amigos y de personas del exterior, ONG y gente privada.
P. ¿Alguna vez simpatizó con el comunismo?
R. Jamás. De hecho no me querían dejar entrar en la Universidad de La Habana porque con 17 años dije en mi escuela que Fidel Castro era un corrupto.
P. ¿Al final le dejaron?
R. Sí, porque apelé.
P. ¿Se nota en Cuba la muerte de Fidel Castro?
R. Sí, se fue el símbolo. Un símbolo malévolo. Un ser humano con grandes capacidades pero usadas para hacer daño, no para generar bien. Es el final de una era. Quienes quieren que siga el régimen ya no tienen a su gurú.
P. ¿Prevé cambios a corto plazo?
R. Creo que sí, por la muerte de él y por factores como la situación crítica de Venezuela y los problemas de Brasil, que sostenían el castrismo, por el cambio de administración en Estados Unidos y por el hartazgo del pueblo cubano.
P. ¿Cómo es ese hartazgo?
R. Hay una situación de miseria sostenida desde la caída de la URSS. Son generaciones de jóvenes criados bajo esa situación y sin ninguna ideología. Y la gente está más rebelde. Ya a uno hasta lo saludan. Aunque hace falta más.
P. ¿Antes no lo saludaban?
R. Mucho menos. Ahora te puedes subir al bus y que alguien se te acerque para decirte que te admira por tu labor de oposición.
P. ¿Cree que puedan venir tiempos de conflicto?
R. Hay muchos escenarios y el régimen tiene la última palabra. Lo mejor sería que lean la realidad del país, inicien la apertura y se retiren. Ellos tienen suficiente información para saber que esto es un desastre y que lo mejor que pueden hacer para no causar un desastre mayor es retirarse. Pero no quieren, y son violentos.
P. ¿Cree en la reconciliación?
R. No. Lo que le toca al castrismo es morir. Sería como reconciliarse con personajes tan nefastos como Pol Pot o como Videla.
P. ¿Cuáles son sus referentes políticos?
R. Echándome atrás, Ignacio Agramonte, un hombre de familia rica y que aún así se lanzó a la guerra contra los españoles. Un soñador que murió muy joven, que estuvo en Europa y que tenía un pensamiento liberal clásico.
P. ¿Y fuera de Cuba?
R. Churchill. El viejo se echó arriba Inglaterra. Y Reagan.
P. ¿Por qué?
R. Le entregaron un planeta con el comunismo a toda máquina y en ocho años dejó los totalitarismos en total retroceso.
P. ¿Qué opina de su papel en las guerras de Centroamérica?
R. Hay que ver los contextos. En esa época estaban la URSS y el régimen cubano con una avidez tremenda por entrar en toda América Latina. Evidentemente hubo cosas muy crueles, pero eran mucho más crueles Castro y la URSS.
P. ¿Trump es una buena noticia para Cuba?
R. Creo que sí es buena noticia.
P. ¿Y para Estados Unidos?
R. No me meto en eso. No es mi problema.
P. ¿Por qué para Cuba puede ser bueno?
R. Porque pondrá fin a dos años de indolencia hacia lo que pasa en nuestro país. Me pareció excelente que llamara “dictador brutal” a Castro cuando murió y que esté integrando en su equipo a cubanoamericanos comprometidos con la causa.
P. ¿Cuál es el estado de la oposición en la isla?
R. No somos todos los que quisiéramos, pero creceremos. Y hay diferencias de enfoque entre los que se sumaron a la política de Obama y creen que pueden convivir con un neocastrismo y los que deseamos un cambio profundo.
P. ¿Cómo definiría el legado de Obama?
R. Indolencia y fantasía.