EL MÁS HUMANO, INTELIGENTE Y SIMPATICO PRESIDENTE DE TODOS LOS TIEMPOS
Ocho años de Obama, balance de logros y fracasos
Por Daniel Morcate | El Nuevo Herald
Con la venia del lector, haré un balance parcial de la presidencia de Barack Obama. Es tarea difícil e ingrata, como suele serlo el pasar revista a cualquier presidencia moderna de nuestro cada vez más complicado país. En el caso de Obama, creo que tuvo una política doméstica razonablemente robusta y progresista en la medida en que eso aún es posible en un Estados Unidos cuyos dos grandes partidos son hoy conservadores, aunque vayan por el mundo con distintos nombres y reputaciones; y que su política exterior fue más bien débil y errática, aunque cumplió su objetivo esencial de mantener a la nación fuera de guerras de desgaste, como aquellas de Afganistán e Irak que iniciara su antecesor George W. Bush.
Obama se propuso fortalecer internamente a Estados Unidos, haciéndolo más igualitario y justo en el trato a su acrisolada población y a los inmigrantes. Uno de sus mayores logros fue sacarnos de la Gran Recesión que heredó de Bush. Le siguieron la Ley para la Protección del Paciente y la Atención Medica Costeable, popularmente conocida como Obamacare, la cual facilitó cobertura médica a 20 millones de los 40 millones de norteamericanos que carecían de ella; la reestructuración de la deuda de $3 millones de millones que cargan los universitarios y la extensión de las becas federales Pell por $36 mil millones; el rescate de programas de acción afirmativa; el cambio radical en la forma en que producimos y consumimos energía (se adoptaron normas para frenar el calentamiento global que genera la explotación de carbón fósil, las instalaciones de energía solar aumentaron 2000 por ciento y los vehículos nuevos se hicieron más eficientes y menos contaminadores); la protección de millones de jóvenes indocumentados formados en este país; y el nombramiento de Sonia Sotomayor, la primera jueza hispana de la Corte Suprema de EEUU.
Obama orientó su política exterior mediante el principio audaz pero debatible de que a los enemigos hay que comprometerlos con diálogo y concesiones, no aislarlos, mientras que con los amigos se deben compartir valores e intereses sin dejar de censurarlos cuando se comportan mal. “Debemos hacer todo lo posible por equilibrar aislamiento y compromiso”, proclamó en la ONU. Esto explica por qué pareció débil frente a los regímenes de Irán, Vietnam y Cuba, viejos adversarios de Estados Unidos a los que hizo importantes concesiones unilaterales, pero exigente con aliados clave como Israel, Egipto, Arabia Saudita y Filipinas. Además del ajusticiamiento de Osama Bin Laden y otros cabecillas del terrorismo, su mayor logro fue enmendar las relaciones con las democracias europeas a las que había enajenado Bush cuando les exigió apoyo incondicional a la guerra de Irak. Sus mayores fracasos fueron el haber contribuido a crear el vacío de poder que allanó el camino al Estado Islámico en Irak y Siria y el haber alentado la tiranía sin proponérselo con su candorosa política de engagement.
Como en toda presidencia, la lista de fracasos de Obama es de hecho larga. Incluye la incapacidad de adoptar una reforma migratoria integral, frenar las deportaciones en masa, proteger a los norteamericanos de la violencia de las armas de fuego y aumentar el salario mínimo federal. Y con toda probabilidad crecerá con el inminente control republicano de todas las ramas del gobierno. Donald Trump y los líderes del Congreso amenazan con eliminar lo que puedan de Obamacare, invalidar las protecciones a millones de “dreamers”, retirarnos del acuerdo de París para combatir el cambio climático, expandir la venta de armas y anular normas para la protección a los consumidores, como la prohibición de vender jabones antibacteriales y las garantías de pago por días de enfermedad a contratistas independientes del gobierno federal, entre otras. Revertir la agenda progresista de Obama podría resultarles relativamente fácil. Ello se debe a que el presidente adoptó muchas medidas por decreto (acciones ejecutivas) para sortear la férrea oposición del Congreso dominado por los republicanos.
En última instancia, Obama se ha garantizado un nicho en nuestra historia nacional como el primer presidente afroamericano. Pero los resultados electorales de noviembre han comprometido seriamente buena parte del resto de su legado. Surgirán, sin embargo, movimientos cívicos dedicados a defender ese legado del previsible asalto republicano.
Periodista cubano
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