Cubanos que llegaron a Cayo Hueso, Florida, en 1980 durante el éxodo de Mariel
Los ‘marielitos’ enfrentan la hora de la verdad: su expulsión a Cuba
Por Frances Robles — Miami — Read in EnglishPor casi 40 años fueron peones en la guerra fría entre el gobierno de Fidel Castro y el de Estados Unidos: criminales que se sumaron a una flotilla de cubanos que zarparon del puerto de Mariel y se quedaron en Florida.
Luego atormentaron Miami y otras ciudades estadounidenses que los acogieron. Estados Unidos no los quería, y Cuba tampoco, al rehusarse a que regresaran.
El 12 de enero, el presidente Barack Obama anunció el fin inmediato de la política “pies secos, pies mojados”, que permitía a migrantes cubanos quedarse en Estados Unidos si llegaban al territorio pero los regresaba si eran detenidos en altamar y el cual había despertado la ira del gobierno cubano.
La decisión causó controversia, pero no se puso tanta atención en un acuerdo resultante que cierra un capítulo de la relación fracturada entre los dos países: Cuba aceptó que 500 “marielitos” criminales regresen a la isla.
Llegaron a Estados Unidos como jóvenes, aunque muchos ahora son de mediana edad y han quedado lejos de los últimos crímenes que cometieron. Pero funcionarios que alguna vez lidiaron con ellos siguen recordándolos con recelo.
“Eran niños de la calle con malas intenciones”, dijo Jim Shedd, exagente de la DEA en Miami. “A dos semanas de haber llegado, varios estaban trabajando para traficantes de drogas o estafando”.
El éxodo cubano empezó en 1980, cuando Castro abrió el puerto de Mariel para la gente que quería salir. En un plazo de meses, 125 mil cubanos lo hicieron. La mayoría eran respetuosos de la ley, pero el líder cubano también había abierto las puertas de prisiones y hospitales psiquiátricos y al menos tres mil de los isleños que buscaron refugio estaban en cárceles estadounidenses tras cometer nuevos crímenes.
El término “marielitos” fue asociado de esta manera con criminalidad, lo que estigmatizó a otros que iban en la flotilla, e incluso fue retratado en la película de 1983 Caracortada, en la que Al Pacino hace de un refugiado de Mariel que se convierte en un narcotraficante en Miami.
El gobierno cubano eventualmente aceptó el retorno de 2746 de los “marielitos” criminales. Pero las deportaciones eran tardadas y, durante algunos años, ni siquiera se concretaron. Reos que esperaban su expulsión llevaron a cabo motines en prisiones de ciudades como Atlanta.
En 2005, la Corte Suprema de Estados Unidos determinó que los refugiados que habían cometido crímenes no podían ser retenidos indefinidamente. Muchos salieron de prisión al término de sus condenas. Alrededor de 250 han muerto y, en junio pasado, 478 de los 2746 que iban a ser originalmente deportados seguían en Estados Unidos, de acuerdo con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas.
Muchos han envejecido o están muy enfermos y el gobierno estadounidense ya perdió el interés en expulsarlos, dijo un funcionario del Departamento de Seguridad Nacional que habló bajo condición de anonimato.
Por lo que Cuba aceptó el reingreso de otros refugiados de Mariel que también han sido sentenciados en Estados Unidos pero no eran parte del grupo original que debía ser deportado.
El oficial de Seguridad Nacional dijo que todavía no se ha redactado una lista de quiénes serán expulsados y tampoco queda claro cómo logrará el gobierno juntar a todos aquellos que han vivido por años sin monitoreo policial.
Tampoco queda claro qué sucederá con decenas de miles de cubanos que enfrentan órdenes de deportación aunque no llegaron en el éxodo del Mariel. El anuncio del 12 de enero solo dijo que Cuba considerará si aceptarlos de manera casuística.
Lizette Alvarez contribuyó a este reportaje.