Javier Rodríguez Ayala es recibido por su familia en el Aeropuerto Internacional de Miami el 13 de enero, después de haber estado
retenido durante 31 horas.Fue uno de los últimos cubanos que recibió parole porque llegó horas antes de que cesará la política de pies secos/pies mojados.
Un mundo raro para los cubanos. Ya no son los elegidos
Hace poco más de una semana los cubanos de aquí y de allá despertamos a un mundo raro, un mundo donde ya no somos el ombligo del mundo. Durante mucho tiempo lo fuimos, al menos en la volátil política de inmigración de Estados Unidos hemos sido una constante de excepcionalidad.
A principios de los años 1960 llegamos en aviones y nos dieron refugio, luego vino Camarioca, después el tsunami del éxodo del Mariel, en el que el presidente Jimmy Carter abrió brazos y corazones a tantos que llegaron con el alma rota. La gran mayoría llegó con ganas de ser libre y ser alguien y triunfar. Desde el principio de la Revolución cubana fuimos los elegidos, la inmigración más exitosa de la historia escrita por nosotros mismos. Fuimos los que elegimos presidente en el 2000 y por ende gozamos de gran influencia en Washington y todos los candidatos presidenciales obligatoriamente tomaban cafecito en el Versalles. Durante el éxodo de los año 1990 el presidente Bill Clinton estableció como un freno al desborde de balseros la política de “pies secos, pies mojados”, que por primera vez devolvería a la isla a los desafortunados “mojados” interceptados en alta mar. Los afortunados que lograban tocar tierra gozaban de todo tipo de privilegios, comenzando por el derecho a permanecer aquí y a solicitar la residencia al año y un día. Todo esto salpicado por generosos beneficios del gobierno. Hasta que la semana pasada la administración del presidente Obama dijo que se acabó lo que se daba.
“Éramos los elegidos”, nos dice la abogada de inmigración Grisel Ybarra, “y eso levantaba muchas ronchas en los otros inmigrantes que llegaban huyendo de situaciones horrendas”. Aun antes del anuncio de la Casa Blanca, varios congresistas ya exploraban al menos reformar la Ley de Ajuste Cubano, corolario a pies secos, pies mojados.
Los abusos con esta ley han sido ampliamente reportados. Todos cuentan anécdotas del cubano recién llegado que recibe más beneficios del gobierno que los que han trabajado aquí toda una vida, o de los miles de presuntos perseguidos políticos que regresan alegremente a la isla en cuanto obtienen la residencia.
Al que Dios se lo dio, San Pedro se lo bendiga, pero hay límites. El anuncio de Obama es solo el preludio de una política migratoria mucho más austera y menos generosa. Los cubanos nunca tuvimos que preocuparnos de los vaivenes de esa política hasta hace una semana porque éramos únicos, excepcionales.
Irónicamente, esa teoría del excepcionalismo también rigió en la isla durante mucho tiempo, el Hombre Nuevo, el Hombre del Siglo XXI (me pegunto dónde caben las mujeres en esa falacia). Los hombres nuevos ya están viejos y cansados. “Cansancio histórico” es como describe el escritor Leonardo Padura lo que afecta a su generación perdida en el laberinto de la Revolución.
Los que recientemente escaparon de ese laberinto atravesando el continente para llegar a la tierra prometida sí que han llorado en este nuevo mundo raro. Después de cruzar Guyana, Brasil, Colombia, la selva del Darién y Guatemala solo para escuchar la noticia a mitad de camino en Chiapas, José Enrique Manrique, un cubano de 47 años, nos dice que él y centenares de otros están desolados. “Lo perdimos todo”, lamenta Manrique ,“hay una tristeza enorme. ¿Qué esperanza nos queda si no podemos llegar a Estados Unidos? ”.
Espero que alguien, ya sea el presidente saliente o el entrante, se apiade de este grupo de cubanos errantes, perdidos en el continente y les tire un último salvavidas.
No creo que regrese la política de pies secos, pies mojados en la nueva administración. Era injusta, aunque la justicia es relativa a donde caen los golpes.
Su ausencia nos forzará a todos los cubanos a poner los pies sobre la tierra y a preguntarnos de forma existencial y no excepcional quiénes somos, dónde estamos y dónde queremos estar.
|