Los niños soldados del régimen
Una modalidad de preparación militar para infantes está teniendo lugar en las escuelas cubanas por estos días
Pedro Manuel González Reinoso | Cubanet
Una modalidad de preparación militar para infantes, con miras a prolongarnos la obstinada invasión yanqui en nuestras vidas, está teniendo lugar –por encomienda– en las escuelas cubanas por estos días.
No han bastado los recitales sosos de la dirección educativa en torno al tema, dirigidos al “relevo revolucionario” que aplastará al fantasma “enemigo”, ni la reinclusión en el programa de una asignatura degradada por “aburguesada” como la Cívica. Ni siquiera aguardan a que cumplan los nenes con el obligatorio –e inservible– servicio para la defensa del país, cuando cumplan la maldita edad.
Y el entrenamiento va con muchas prisas y cero pausas, también sin distingo de sexo, nivel de aprendizaje, postura política, ni preferencia otra. Se corresponde con la exigencia anunciada en septiembre pasado por los del ramo, para los novísimos proselitismos del departamento: reimprimir la versión de nuestra entera tradición de luchas libertadoras (según las pautas de la manca ECURED).
Con el éxito rampante de haber crecido a generaciones diaspóricas bajo el embrujo de los campos de tiro, las movilizaciones combativas, la bravuconería de las tribunas antiimperialistas, los triunfalismos fatuos y el colaboracionismo más vulgar, incluyeron en los sesos del adolescente a los millares de sutiles microorganismos paramilitares, porque a lo largo de más de medio siglo plagaron con simbolismos la esencia neutra de la nación, acotados bajo una ecuación monocromática: “SMO + DC + UMAP + CJC + EJT + MTT + BPD + PMM + BRR…”
¿Creerán ingenuamente que la “seguridad nacional” –ese término cooptado que imita a estados desarrollados y sustituye a la vapuleada “soberanía” del ayer reciente–, escudriñando incansable cada pulgada del archipiélago tras carne de cañón, estará garantizada por habernos desgastado en liarles los bártulos a unos ciudadanos estándares y obligarlos a transar con lo indeseado? ¿Será solo cuestión de tiempo el curarnos la siglafilia?
Desde ya, previsores del caos por venir y el corretaje colectivo, azuzan el horizonte a los estudiantes “normales”, derrochándoles el preciado tiempo y truncando los talentos, demostrasen esos vástagos alguna vocación de milicos o ninguna. Importándoles un pito bajo cual régimen masificador tan malsana construcción les toque.
El país, que con estos ejercicios públicos se mofa de la Convención Internacional sobre Derechos la Infancia, también dubita, naturalmente, ante la llegada del próximo 20 de enero y sobre las secuelas de poner punto final a ilegales nacionales en territorio norteamericano, asunto que el gobierno aquel ha trasuntado de puntillas con el nuestro.
Tal vez, tramando nuevas estrategias para pirárselas en lo adelante del antro anquilosado, los hipotéticos prófugos ya anden mirando otras rendijas, y el Partido previsor, urgido en su periódica contraofensiva ideológica, pruebe el modo de recuperar a impúberes engoables.
Pudimos comprobar rumores acerca de la manipulación física y mental a que someten los niños durante reciente visita a la capital. Ya estábamos al corriente del adoctrinamiento por haberlo experimentado en pellejo propio, pero constatar estas socorridas muestras de desespero frente al descontrol sobre los valores civiles y la obediencia ciega, en pleno Paseo del Prado y horas de clases, vimos cómo las escuelas cercanas sacan del aula y ponen a marchar en formación marcial a cándidos chicos, gritando consignas propias del totalitarismo, provocando en los paseantes desconcierto o repugnancia. Como calificó alguien presente allí en un rapto de impotencia –“Asco extra”– porque burla no cabría.
Momento perfecto para que nacionales o extranjeros sacaran fotos y publicitaran al mundo su perplejidad. Y que luego circulen comentarios de que son “mercenarios” quienes lo hacen y que están probablemente al servicio de una potencia enemiga, en un país docto donde aún ni se contiende –en ningún medio oficial a dos meses ya de conocida– la asunción de un “locuelo” presidente yanqui, quien representa la nación más odiada de la historia. ¿Se explica, pues, la trinidad cómplice del silencio? ¿Liderazgo anti migratorio?
Nada de lo que se que arme (o se derroche) en pos de salvaguardar lo que el Estado considera “conquistas revolucionarias” surtirá efecto si quienes lo implementan son los mismos que han exhibido longeva incapacidad a las escuadras del “invicto” regimiento.
Lo que puedan anticipar para los próximos años de titubeo y pobreza generalizados en este país demencial como obras del arbitrio y el dogma, constituye, sencillamente, razón de extensible duda.
Comparando a la Corea “comunista” que todavía carga misiles sobre los hombros de su población –hambreada pero vehemente–, recordando la fábula de los 3 cerditos; agotados en la fase preparatoria (y al cabo sorprendidos con la llegada del lobo mientras afinaban sus griterías), me abruman los paralelismos y las cabronas coincidencias de un pueblo que, frente a la imbecilidad manifiesta, la civilidad coartada, la arrogancia y el absurdo, solía estallar de inmediato.
¿Continuaremos aguantando semejantes descalabros? ¿Cuánto?
Pero; ¿Seré ingenuo preguntando? ¡Si es que todos sabemos perfectamente cuándo!